La verdad sobre la muerte de Ramses III

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Acaba de ser resuelto un viejo misterio de más de 3000 años. Un misterio que adquiere la forma de verdadera tragedia antigua. Una historia de complot de la realeza faraónica que se desarrolla el año de 1155 antes de la era cristiana.

Ramsés III vivía el fin de su reinado de más de treinta años. Su sucesor designado, también llamado Ramsés, era su hijo con la primera esposa. Esta nominación no agradaba a otra esposa, Tiy, que trama una conspiración para que su hijo Pentaouret acceda al trono. Entre los conspiradores se encontraban altos funcionarios y militares.

Según relata Nicolas Grimal en su “Historia del Egipto Antiguo” el plan era simple y diabólico: los conjurados habían decidido actuar durante la celebración de la Fiesta del Valle en Medinet Habu  a través del hechizo, ayudados por figurines mágicos. El plan fracasa y los implicados acaban frente a un tribunal compuesto por civiles y militares. Diez y siete de los conspiradores son ejecutados y siete son autorizados a suicidarse, entre ellos Pentaouret.

Esta parte de la historia es conocida gracias a las minutas del proceso que figuran en papiros y han perdurado hasta nuestros días. Lo curioso es que no revelan nada de la suerte que corrió Ramsés III, pues los documentos no precisan qué pasó con el soberano o si el proceso concluyó con su muerte. Empero, se conoce que Ramsés IV, heredero designado, le sucede en el trono.

Ante este vacio, los egiptólogos han desarrollado tres hipótesis: Una, que la tentativa de asesinato a Ramsés III se cumplió pero el golpe de estado fracasó. Dos, que todo el complot fue controlado y el faraón murió posteriormente. Tres, que Ramsés III murió a causa de las heridas que le fueron infringidas durante la conspiración.

Por ello, el deceso de Ramsés III constituía una suerte de caso no resuelto, hasta que un equipo de investigadores acaba de poner fin al misterio con métodos dignos de policía científica, según un estudio que acaba de ser publicado el 17 de diciembre en el British Medical Journal.

Un equipo dirigido por Zahi Hawass, ex Secretario General del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias, y compuesto, entre ellos, por Albert Zink, especialista de momias y Otzi, el hombre de hielo, ha scanneado la momia de Ramsés III, descubriendo que el soberano había sufrido una herida muy grave en la garganta, justo debajo de la laringe. El estudio describe que, oculta bajo vendas espesas, existe una herida de 7 centímetros de apertura, muy profunda, pues llega hasta las vértebras cervicales y que, sin duda, fue realizada con un cuchillo muy filoso que destrozó los tejidos de la parte anterior del cuello, la tráquea, esófago y todos los vasos sanguíneos que circulan por esta zona.

Como los embalsamadores no realizan jamás una incisión en esta parte del cuerpo, no puede tratarse de una herida post-mortem. Por tanto, Ramsés III fue prácticamente degollado y su muerte se produjo de forma casi inmediata.

Gracias a las imágenes obtenidas en el scanner, los investigadores han también descubierto con sorpresa un pequeño objeto de aproximadamente 15 milímetros de diámetro dentro de la herida. Luego de la reconstitución de este objeto, al parecer se trata de un amuleto, semejante a los que los embalsamadores dejaban en las incisiones que hacían para vaciar las entrañas del cuerpo, colocado probablemente con la voluntad de curar la herida más allá de la vida del faraón.

La momia de Ramsés III no es la única que figura en el estudio. Los investigadores se han interesado en otra momia tan anónima como extraña, la denominada “hombre E”, que se encontraba junto a la de Ramsés III. Se trata de un hombre joven, de entre 18 a 20 años, como lo constata el estudio de sus huesos. Su cuerpo ha tenido un proceso inhabitual de momificación, pues el scanner muestra que ni su cerebro ni sus otros órganos fueron retirados y que no fue embalsamado. Es más, la momia fue cubierta por una piel de cabra, un material poco utilizado porque era considerado – como lo explica el estudio – como “ritualmente impuro”. Pareciera que ese cadáver sufrió una suerte de castigo.

Por avanzar más en sus estudios, los investigadores han realizado un análisis genético en las dos momias con el propósito de determinar si tenían algún vínculo familiar. Resultado: los dos hombres son de la misma línea, probablemente padre e hijo, vista la diferencia de edad. Los autores del estudio sugieren que el desconocido podría ser Pentaouret, quien compartiría la última morada con la de su padre, luego de tramar su muerte para heredar el trono.

Este artículo fue traducido del vespertino francés Le Monde