Muerte de Aaron Swartz, activista de Internet, abre debate sobre derechos de propiedad intelectual

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El suicidio del activista estadounidense de Internet Aaron Swartz, luego de haber sido enjuiciado por delitos cibernéticos, desencadenó numerosas protestas y un debate sobre las leyes que impiden el acceso público a la información y el conocimiento.

Aaron Swartz, de veintiséis años, líder del movimiento por el acceso libre, no era un activista cualquiera. El Financial Times dice que desarrolló una herramienta en línea que contribuyó al movimiento Web 2.0 y fue cofundador de la iniciativa Creative Commons para promover la información libre de derechos de autor. También desarrolló un servicio de información en línea que más tarde se convirtió en el popular sitio de información Reddit y posteriormente fue cofundador del grupo Demand Progress, que se opuso a la legislación que limitaba el acceso a la información en línea en Estados Unidos y que el año pasado contribuyó a derrotar la ley SOPA (Stop Online Piracy Act – Parar los Actos de la Piratería en Línea).

En 2011, Swartz fue demandado por entrar a la red del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y bajar millones de páginas de documentos académicos y revistas científicas de la base de datos del grupo JSTOR, que las ofrece a bibliotecas y particulares mediante el pago de una suscripción. De haber sido encontrado culpable, enfrentaba hasta treinta y cinco años de cárcel y multas por millones de dólares.

Swartz fue encontrado muerto en su apartamento de Nueva York el 11 de enero, un mes antes de que la Corte emitiera un fallo. El estrés ante la posibilidad de ser condenado provocó su suicidio, según su familia, que criticó “la serie de acusaciones excepcionalmente severas” y responsabilizó a “un sistema de justicia penal plagado de intimidación y acusaciones extralimitadas”.

Después de su muerte se abrió un debate sobre las leyes de propiedad intelectual que limitan el acceso al conocimiento en publicaciones científicas a quienes pueden pagar costosas suscripciones, así como sobre los severos métodos de acusación.

Los críticos del sistema de derechos de autor dicen que un puñado de grandes empresas, como Reed Elsevier y Springer, dominan la industria de la información científica y cobran elevadas cuotas de suscripción, gracias al monopolio que obtuvieron. También señalan que la investigación suele estar financiada o subvencionada con fondos públicos y, por lo tanto, debería estar disponible al público de manera gratuita.

“El juicio del gobierno a Swartz fue un error judicial, una sombra distorsionada y perversa de la justicia por la que Aaron murió luchando: liberar la literatura científica financiada con fondos públicos de un sistema que la hace inaccesible para la mayoría de quienes la pagaron”, decía un mensaje del grupo activista de Internet Anonymous, que colocaron en el sitio web del MIT.

Críticos y activistas defienden el libre acceso a la literatura científica. En lugar de que las revistas y los datos estén en poder de monopolios que cobran altas cuotas de suscripción y los ponen a disposición exclusivamente de universidades e individuos acaudalados, creen que la información debe estar disponible gratuitamente en Internet. Los costos de investigación y publicación podrían ser cubiertos por el sector público o por organizaciones filantrópicas.

En línea con esta propuesta, a lo largo de los años se ha desarrollado una serie de iniciativas de “acceso libre”. Entre éstas figura el software gratuito, la licencia Creative Commons libre de derechos de autor, editoriales de libre acceso como la Biblioteca Pública de Ciencia (Plos), con sede en San Francisco, y grupos que financian investigaciones, como el británico Wellcome Trust que apoya el acceso libre a las investigaciones que financia.

En contraste, las leyes de derechos de autor han cobrado fuerza en favor de los titulares de derechos de propiedad intelectual debido a nuevas leyes nacionales, la expansión de los derechos privados a través de acuerdos de libre comercio, mecanismos de aplicación cada vez más estrictos y el enjuiciamiento de quienes violen dichas leyes.

El enjuiciamiento y la muerte de Swartz seguramente fortalecerá al movimiento de acceso libre y dará un nuevo impulso a la reforma del sistema establecido.

Dentro del sistema, algunos están demostrando cierto examen de conciencia. Abundan los elogios por los nobles objetivos de Swartz, aun admitiendo que pudo haber quebrantado la ley, así como las exhortaciones a cambiar las leyes injustas.

El presidente del MIT, Rafael Reif, expresó sus condolencias a la familia y ante los reproches lanzados por sus familiares y la comunidad de Internet, señaló: “Me duele pensar que el MIT haya jugado algún papel en una serie de acontecimientos que han terminado en tragedia”.

Los debates y procesos ulteriores al suicidio de Swartz son más importantes aún para las poblaciones de los países en desarrollo. Debido a sus ingresos más bajos, difícilmente pueden hacer frente a los altos costos de las suscripciones y, por lo tanto, están impedidas de acceder al conocimiento y la información.

 

Martin Khor

Fundador de la Red del Tercer Mundo y director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

 

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