Las implicaciones petroleras de sancionar a Venezuela e Irán

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Foto: Carlos Garcia Rawlins/Reuters

El presidente estadounidense, Donald Trump, se enfrenta a un acto de malabarismo complicado, pues intenta persuadir a China, India y otros países de sumarse a su gobierno para imponer sanciones petroleras en contra de Irán al mismo tiempo que presiona a Venezuela.

Debido a que Venezuela e Irán son gigantes petroleros que compiten por los mismos mercados, presionar a uno podría terminar por ayudar al otro. En cambio, si se presiona a los dos, los precios del petróleo podrían dispararse.

En protesta por lo que acusan son abusos electorales y violaciones a los derechos humanos en Venezuela, los funcionarios del gobierno de Trump han advertido que el gobierno de Nicolás Maduro podría enfrentar sanciones financieras más duras, entre ellas medidas que le dificultarían aún más exportar petróleo.

El gobierno de Trump también está trabajando para reducir las exportaciones de petróleo de Irán ahora que retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear. Si Irán y los otros países que firmaron ese pacto en 2015 acuerdan mantenerlo sin Estados Unidos, Washington planea impulsar una serie de medidas punitivas, como sanciones contra los bancos de los países que no reduzcan las importaciones petroleras de Irán.

Si se imponen medidas simultáneas en contra de los gobiernos de Irán y Venezuela, se complicaría más un juego geopolítico, en el que es probable que países sedientos de comprar energéticos busquen maneras de evitar las sanciones y en el que adversarios energéticos busquen formas de sacar ventaja.

“Es difícil que Estados Unidos emplee dos conjuntos de sanciones al mismo tiempo y no perturbe los mercados petroleros en momentos en que están tan tensos como lo están ahora”, dijo Amy Myers Jaffe, una experta en energía del Consejo de Relaciones Exteriores.

China e India son los principales compradores de crudo iraní y también sus mercados atraen el 40 por ciento de las exportaciones venezolanas, las cuales se han desplomado por una mala gestión, la deuda y las sanciones financieras de Estados Unidos al régimen chavista.

Los dos países asiáticos y otras naciones importadoras no tendrán más opción que remplazar los barriles perdidos con ventas provenientes de Arabia Saudita, Rusia -uno de los principales exportadores del mundo- o de los pocos miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que tengan la misma capacidad para vender más petróleo.

Irán y Venezuela, ambos miembros de la OPEP, siguen siendo proveedores claves de los mercados del mundo, pues juntos abastecen cerca de uno de cada veinte barriles. Los obstáculos que enfrentan en la actualidad están entre los factores que han llevado a un aumento de casi veinte por ciento en los precios internacionales del petróleo en meses recientes (el crudo Brent, la referencia a nivel internacional, ronda casi 80 dólares el barril), lo cual amenaza el crecimiento económico global.

En los últimos tres años, los dos países han tenido un subibaja de producción. Aunque las exportaciones de petróleo iraní se han recuperado de las sanciones impuestas antes del acuerdo, firmado para restringir su desarrollo nuclear, las exportaciones de Venezuela se han desplomado. Ahora, podrían desplomarse en conjunto.

La producción de Venezuela es la más baja en tres décadas: tan solo desde finales del año pasado, ha caído en más de 200.000 barriles por día. En la actualidad, más de una tercera parte de su millón restante de barriles de exportación diarios está en riesgo por el colapso que enfrenta la petrolera estatal PDVSA, por las sanciones y por una nueva confrontación con la multinacional energética ConocoPhillips.

Esta ha embargado cargueros de una refinería que arrienda en Curazao, así como varias instalaciones de almacenamiento en Aruba, Bonaire y San Eustaquio, para imponer un decreto de arbitraje de 2000 millones de dólares en contra de PDVSA. Las instalaciones se usaban para mezclar el crudo pesado de Venezuela con petróleos más ligeros, y el puerto de Curazao era capaz de recibir a los buques petroleros más grandes que solían enviar crudo y otros combustibles por el Pacífico.

Puede que Venezuela espere que los derechos de retención sean revocados, ya sea por medio de tribunales internacionales o por medio de los gobiernos de las islas, preocupados por proteger los empleos locales y los suministros de combustible. No obstante, debido a que desde el año pasado el país se ha retrasado cada vez más en los pagos de su deuda, lo más probable es que las empresas mineras y petroleras intenten embargar más activos de PDVSA en los meses próximos. Esto limitaría aún más las importaciones asiáticas de petróleo venezolano.

Los próximos días, Venezuela podría enfrentar más problemas.

Los funcionarios del gobierno de Trump han advertido que podrían imponer sanciones adicionales al petróleo venezolano después de las elecciones del domingo. Washington podría restringir el seguro a los cargamentos petroleros de Venezuela o prohibir las ventas estadounidenses del crudo ligero que se mezcla con el crudo pesado de Venezuela, con el fin de prepararlo para la exportación. Es menos probable que haya una prohibición total a las importaciones del petróleo venezolano, aunque es posible.

En ese caso, al haber menos petróleo en los mercados internacionales, China e India posiblemente evitarían las sanciones estadounidenses a Irán para proteger sus necesidades energéticas.

Sin embargo, en esta maniobra compleja sobre sanciones, otras naciones también enfrentan riesgos, como Rusia y China. En el caso iraní, China tendría un altercado con Washington por oponerse a las nuevas sanciones cuando intenta aliviar las tensiones relacionadas con el comercio y con la península de Corea. Rusia podría dañar sus cálidas relaciones con Arabia Saudita, el acérrimo rival de Irán, justo cuando está trabajando con los sauditas para limitar la producción de petróleo en el mundo y fortalecer los precios.

En Venezuela, en años recientes Pekín ha intentado obtener una fuente estable de energía por medio de préstamos que ascienden a más de 50.000 millones de dólares a cambio de cargamentos de petróleo, pero en fechas recientes ha evitado profundizar en la relación. Hace poco, Rusia otorgó dinero al gobierno tambaleante y le ayudó a crear una criptomoneda mientras adquiere yacimientos petroleros a bajo costo.

Un colapso del gobierno venezolano podría poner en riesgo el pago del dinero que este le debe a China y las futuras adquisiciones de yacimientos petroleros de Rosneft, la empresa petrolera de Rusia.