El gobierno de Lucho y el de Jeanine

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La semana informativa comienza con el tema salud ocupando lugar de destaque. El tira y afloja entre autoridades de Gobierno y el sector se ensombrece por la Ley que según los médicos ha sido impuesta y ha jalado las tensiones. Es recurrente la mala relación cuando debería ser lo contario; en los hechos una actitud que marca la ruptura por la politización en el orden de la temática que nunca se pudo resolver desde la recuperación de la democracia.

Si se revisan los archivos es incomprensible que el país no esté preparado para atender los mínimos requerimientos de la salud de la población que destila descuido y desatención. La administración transitoria de Jeanine Añez metió mano de la salud para corromperse con un Comité Científico que se mandó a cambiar en las primeras de vuelta dejando la sensación de que no importa la salud, incluso ante un cuadro descompensado que devino tras la pandemia; desnuda la falta de compromiso de esa administración y las que pasaron por el Gobierno desde 1982 e incluso antes en los Gobiernos de corte militar. Salud y Educación han sido lo último en la atención en la agenda de los sucesivos gobiernos. Tal parece que así seguirá condenado el país.

Bolivia no vacuna al nivel de otros países vecinos y hay que tragarse declaraciones inaceptables que nos impone reglas. Con la misma claridad con la que se sostiene que entre el Gobierno y las Multinacionales de la Farmacia hay códigos de confidencialidad que no permite abrir información que debería ser pública; saber precios y la composición de las vacunas, solo para mencionar dos ejemplos, es inaceptable cómo se maneja entre cuatro paredes, dejando la sospecha que en el entramado se sigue atentando contra el derecho a la información que deja abierto el campo a la especulación de malos manejos y procedimientos poco transparentes.