Crimen y Castigo

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“Debo ser cruel para ser bueno”

Hamlet, Shakespeare.

Fyodor Dostoyevsky, el gran escritor ruso del siglo XIX, el más grande según muchos, en sus obras  incansablemente busca respuestas para las preguntas claves del siglo XIX: ideas individualistas, amor al prójimo y problemas sociales. Al parecer estas preguntas siguen vigentes.

El escritor nos ofrece a Raskolnikov en su obra Crimen y Castigo para reflexionar. Este personaje “extraordinario” se da derecho de (en la obra y tan comúnmente en la vida de cada día), pasando sobre cadáveres, si es necesario, traer al mundo nuevas soluciones, mejor vida y salvación. Eso es sumamente peligroso. Cualquier dictador, ególatra  o sociedad sin leyes podría ser el ejemplo. Es decir, Raskolnikov es la personificación del hombre que cree ser justo y en nombre de esa su justicia comete crímenes terribles. Sin embargo, uno se pregunta todo el tiempo, mirando las injusticias que le rodean, como las veía Raskolnikov, si sería mayor crimen no hacer nada o tomar la justicia en sus manos. De todas maneras Raskolnikov es, además de otras cosas, un hombre muy generoso y noble. El ve la maldad en el mundo y quiere salvar la humanidad. El no es un delincuente y asesino, así nada más. Es un asesino generoso, el dinero en si no le interesa. El quiere mejorar el mundo liberándolo del mal. Aunque su forma de hacerlo comprende el asesinato.

En fin, se trata de las preguntas existencialistas básicas que ponen sobre la mesa de debate los también grandes, Camus y Sartre. Sartre: ¿qué debe hacer el hombre para ser hombre? Camus: ¿qué es lo que el hombre nunca debería hacer para seguir siendo hombre?

Volveremos a Raskolnikov. Su mayor derrota sucede cuando se da cuenta que el no es tan extraordinario como pensó.

Dostoyevsky lleva sus personajes hasta el punto en el cual se sienten completamente perdidos en el fondo más profundo de su existencia, para de esta forma, autoanalizarse y encontrar la conciencia de su verdadera naturaleza. Entonces sucede la iluminación, a través del arrepentimiento. Todo el tiempo, Dostoyevsky hace preguntas sobre la existencia de Dios y sobre las categorías morales que viven dentro de nosotros. El concepto básico de su búsqueda es cambiar la realidad gracias a la fuerza mental y la conciencia. Raskolnikov no logra vencer en su lucha con la propia conciencia y se pregunta y nos pregunta: ¿qué es eso tan fuerte que puede influir en la mente de un hombre a pesar de su conciencia y su racionalidad? A tal punto de cometer asesinato o cualquier otro crimen.

Nosotros todo el tiempo hacemos experimentos con nuestra realidad. Y provocamos esa misma realidad: si cometemos un crimen, sea este asesinato, mentira, engaño o algo banal como lo es ocultar un hecho, mentir sobre algo etc. ¿Habrá castigo?

El escritor en la obra Crimen y Castigo ofrece el concepto de no separación: es decir el crimen en si ya trae castigo. Raskolnikov cree que estos dos vienen por separado: considera e insiste que existe solamente crimen sin castigo. Es más, cree que otro debe ser castigado, alguien ordinario, alguien quien según él no tiene importancia. Raskolnikov para sí mismo cree que es el salvador, el mensajero quien trae las buenas nuevas para la humanidad.

Sin embargo, en el mismo título de la obra: Crimen y Castigo existe el balance. La necesidad de equilibrio. O como la palabra sabía reza: toda acción genera reacción. De todos modos hay castigo externo y otro: entendimiento interno, arrepentimiento e iluminación, liberación.

Raskolnikov tarda largo tiempo en admitir su crimen. Antes vive un doloroso proceso que lo lleva hasta el fondo de su conciencia. Dicen que aquel quien considera la vida un sueño esta en lo cierto. Aquel que lo considera un juego es un estúpido.

Andrzej Wajda, gran director de cine polaco, estudia a Dostoyvsky y lo pone en escenario. “Tenía que acudir a este argumento al hacer teatro contemporáneo. Me es muy conocido este argumento de Raskolnikov con el que describe su inocencia. Comenzando por los campos de concentración de Hitler hasta los crímenes políticos de hoy en día. Detrás de estos siempre se oculta ´permiso para derramar sangre´ , si es necesario (hasta diríamos inevitable) por el bien de la humanidad”, define Andrzej, al explicar el por qué del título de su puesta en escena de la obra “Crimen y Castigo – Dostoyevsky: teatro de la conciencia”.

 

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