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Filas de cuadras enteras para despedir a uno de los músicos brasileños que irradió a una generación pero que no consiguió irradiar su efecto en el mundo.  Joao Gilberto dio su último respiro el sábado 6 de junio, a los 88 años, luego de sortear un mundo de insatisfacciones que lo recluyeron durante años en su departamento de Ipanema, Rio de Janeiro. Me pareció raro no ver en la poderosa media brasileña, o visto muy poco, sobre la muerte de Joao. Fue el creador de la Bossa Nova un ritmo que impregnó Brasil y se convirtió en uno de los fenómenos musicales más importantes del paÃs, aunque no se instaló en el mundo como el jazz, el blues o el rock&roll. Aquà en Bolivia -igual que en el resto de los paÃses de habla hispa- sabemos muy poco de la cultura brasileña y menos de su música contagiante y espÃritu alegre. JG fue un genio, compositor de canciones inolvidables que hacen parte del acervo de la Música Popular Brasileña (MPB). Garota de Ipanema (The girl from Ipanema), Chega de Saudades, Samba de uma Nota Só y muchas otras que inspiraron a una generación de no menos talentosos genios. Compositores, literatos y poetas brasileños. No se puede hablar de MPB sin mencionar a Joao Gilberto, Tom Jobin, Vinicius de Moraes y a los que les siguieron; inconfundible compañÃa de músicos como Caetano Veloso, su hermana Maria Bethania, Chico Buarque de Holanda, Gilberto Gil, Gal Costa, Rita Lee, Wagner, Milton Nacimiento, Ney Matogrosso y otros conocidos poco en Bolivia por eso de las asimetrÃas gramaticales de las lenguas. Fueron cultores de una época, de un espÃritu vehemente y rebelde como lo fue el jazz o el blues en los Estados Unidos o el rock&roll de los ´60; cuando generaciones enteras se unieron a cambiar definitivamente el concepto por la música y gatillarÃan la gran transición cultural que se conoció más tarde como la contracultura. En la misma época en la que se producÃa este fenómeno, contagiado por estos ritmos universales de inspiración y de cambios en la sociedad, se conformó en Brasil este movimiento recÃproco. Joao Gilberto fue de esa talla de artistas como Buddy Holly, Chuck Berry y tantos otros eruditos que salieron de las profundidades de las cantinas de Nueva York, Londres, BerlÃn y de otras ciudades de los Estados Unidos y Europa; provocando el delirio de una generación entera que perseguÃa una mezcla de ideales de libertad y anarquismo. Ya entonces se comenzaron a sentir las transformaciones que vivimos hoy tan comunes como el movimiento gay, lésbico, la explosión de la sensualidad; el cine, todo tipo de manifestaciones culturales; un movimiento análogo, distinto, poético y hasta cierto punto altamente narcotizado. Joao Gilberto fue el destello de esa generación de artistas brasileños. Triunfo como todos ellos, aunque sus fronteras no trascendieron como en las capitales de culto al arte. Nueva York era el Hotel Chelsea donde se vivÃa hasta en los baños, lugar de encuentro de genios del arte por más de diez años consecutivos; en los bares de Rio de Janeiro, en Ipanema propiamente, se gestó la vanguardia Bossa Nova. Las raÃces afroamericanas de la música se habÃan instalado en Brasil. La samba ya recorrÃa por las venas de los sambistas mayores. JG, junto a ellos despertó el delirio. En 1965 ganó el Grammy Best World Music Album por el disco Gets/Gilberto; en 2001 volvió a ganar otro por Joao Voz y Violao; la revista DownBeat lo nombró entre los 75 mejores cantores de jazz, de todos los tiempos. Hace poco menos de un año estando en Santa Cruz compré el ejemplar de una revista que le dedicaba tapa. El genio habÃa caÃdo hace más de un año, hablo de 2018, en un laberinto. Ya no salÃa de su departamento con apenas la visita de una mujer que lo asistÃa para su cuidado, soterrado en medio de visitas de los fiscales que indagaban sobre deudas y procesos acumulados, exmujeres e hijos peleando la herencia por sus derechos de autor que deben sumar varios cientos de millones de dólares. Joao Gilberto se fue. Su ataúd expuesto en la AlcaldÃa de Rio de Janeiro con cientos de miles de admiradores que formaron filas de cuadras enteras para rendirle su último adiós. Â
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