Brasil es el laboratorio ideal para buscar la vacuna contra el coronavirus

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Foto: Diego Vara/Reuters

El contagio generalizado, una amplia reserva nacional de científicos y una sólida infraestructura de fabricación de inmunizaciones han convertido al país en un actor importante en la búsqueda de una vacuna.

 

La respuesta caótica al coronavirus en Brasil, donde el patógeno ha ocasionado el fallecimiento de más de 105.000 personas, hizo que la experiencia del país fuera un ejemplo admonitorio que muchos han contemplado con alarma en todo el mundo.

Pero conforme el número de casos aumentaba, los investigadores de vacunas vieron una oportunidad única.

Debido a un contagio generalizado y sostenido, una gran reserva de especialistas en inmunización, una infraestructura robusta de manufactura médica y miles de voluntarios para realizar pruebas clínicas, Brasil ha surgido como un jugador potencialmente vital en la carrera global para acabar con la pandemia.

Tres de las investigaciones de vacunas más prometedoras y avanzadas en el mundo cuentan con científicos y voluntarios en Brasil, según el informe de la Organización Mundial de la Salud sobre los avances en la investigación para encontrar una vacuna.

El gobierno, que tantos conflictos enfrenta, espera que sus ciudadanos estén entre los primeros en ser inoculados. Asimismo, los expertos médicos están pensando que Brasil incluso podría fabricar la vacuna y exportarla a los países vecinos -una posibilidad que los llena de orgullo, algo que este año ha escaseado para los brasileños-.

“Me siento muy optimista”, dijo Dimas Covas, el director del Instituto Butantan, un productor farmacéutico con reconocimiento internacional que se asoció con Sinovac de China en uno de los estudios que ha llegado a la tercera etapa de la investigación, durante la cual se probarán vacunas potenciales en 9000 personas.

“Brasil será uno de los primeros países en tener la vacuna”, afirmó Covas.

También se ha reclutado a unos 5000 brasileños para apoyar unas pruebas de vacunas realizadas por AstraZeneca, una empresa farmacéutica británica y sueca en una colaboración con la Universidad de Oxford. Otros mil voluntarios fueron reclutados en Brasil para probar una vacuna desarrollada por Pfizer, empresa con sede en Nueva York.

Para poder evaluar si una vacuna servirá, los investigadores necesitan países con brotes considerablemente grandes. Algunos voluntarios reciben la vacuna potencial y a otros se les da un placebo, pero deben estar en un lugar donde haya suficiente virus circulando para que se pueda poner a prueba la eficacia de la vacuna.

Brasil, donde el virus ha infectado a más de tres millones de personas, cumple con las condiciones para estas pruebas. Además, será el único otro país además de Estados Unidos que jugará un papel importante en tres de los principales estudios pues la búsqueda -sin precedentes- de una vacuna logró que se logren las aprobaciones regulatorias y ha forjado alianzas que fueron negociadas con gran premura.

Sin embargo, según los expertos no hay certeza de que las pruebas que actualmente se realizan en Brasil son las que ganarán la carrera.

Muchos países en todo el mundo compiten por ser los primeros en tener acceso a la vacuna que querrán miles de millones de personas. En India, una de las familias más acaudaladas del país está apostando en grande al producir en masa la vacuna de Oxford con la esperanza de que será la primera en sortear los obstáculos regulatorios y de seguridad.

La semana pasada, Rusia aprobó una vacuna de fabricación nacional que aún no pasa las pruebas finales de seguridad y eficacia. Si funciona, ese país podría posicionarse para afirmar que produjo la primera vacuna efectiva contra el coronavirus.

La explosión de casos en Brasil ha hecho que este sea el país más afectado después de Estados Unidos. Si bien otros países en la región tienen tasas per cápita más altas, los expertos han arremetido contra el presidente Jair Bolsonaro por manejar la crisis con ligereza.

El mandatario, que en julio se contagió del virus, calificó a la enfermedad como una “gripecita” y saboteó las peticiones de cuarentenas y cierres. Asimismo, designó a un general del ejército sin ninguna experiencia médica como encargado del ministerio de Salud después de que dos ministros tuvieron desacuerdos con el presidente debido a su displicencia por los enfoques basados en la ciencia.

Debido a la respuesta desorganizada de combate al virus, los brasileños han tenido que soportar prohibiciones de viajes, sus vecinos han militarizado los cruces fronterizos y los sindicatos que representan a los trabajadores médicos hace poco le pidieron a la Corte Penal Internacional que juzgara a Bolsonaro por crímenes de lesa humanidad, pues sostienen que le ha dado rienda suelta al virus.

El sistema sanitario público de Brasil tiene uno de los mejores programas de inmunización de los países en vías de desarrollo, por lo cual ha logrado contener brotes de fiebre amarilla, sarampión y otras enfermedades.

Pero en los últimos años, a medida que la economía se ha contraído, el programa se ha visto afectado por recortes presupuestales. También ha tenido que luchar contra campañas de desinformación que han tenido mucha repercusión en las redes sociales.

En 2019, por primera vez en 25 años, Brasil no cumplió su meta de inoculación de ninguna de las vacunas que suele proporcionar.

Un logro en el coronavirus podría impulsar el sector de las vacunas. También podría darle más fuerza a las instituciones científicas, que contratan a científicos de clase mundial pero se han visto afectadas tras años de recortes presupuestales que debilitaron el sistema de salud público y han dañado la reputación del país como una potencia en investigaciones.

Katherine O’Brien, la directora de inmunización de la OMS, recibió con gusto la noticia de la colaboración de Brasil en la producción de vacunas para la COVID-19, la enfermedad causada por el virus. Sin embargo, afirmó que los acuerdos bilaterales como aquellos en los que está involucrado Brasil de todos modos eran una apuesta.

“Algunos países tendrán suerte, los que firmaron contratos con un candidato que resulte eficaz”, sostuvo O’Brien. “Otros países tendrán acuerdos con candidatos que fracasarán y no tendrán nada”.

Brasil, con una población de cerca de 210 millones de personas, tiene la capacidad de producir unos 500 millones de vacunas al año. En el marco de los actuales acuerdos sobre vacunas contra el coronavirus en los que participa el país, inicialmente las plantas brasileñas se encargarían de las etapas finales de la producción de vacunas después de importar las materias primas, y luego las producirían en su totalidad.

Brasil ha firmado dos acuerdos para obtener acceso preferencial a una vacuna. Uno, entre el Instituto Butantan del estado de Sao Paulo y Sinovac, que proveería a los brasileños con 120 millones de dosis de la vacuna para principios de 2021. El segundo, entre Bio-Manguinhos del gobierno federal y AstraZeneca, que garantiza el acceso a 100 millones de dosis de la vacuna para principios del próximo año.

Ambos contratos incluyen un acuerdo de transferencia de tecnología que permitiría a Brasil fabricar posteriormente vacunas por su cuenta. Los funcionarios del gobierno esperan comenzar a vacunar a algunos brasileños en el primer semestre de 2021, aunque la fecha exacta dependerá de los resultados de los estudios en curso y de un futuro proceso de aprobación con el organismo regulador local.

Carla Domingues, la epidemióloga que dirigió el programa de inmunización del país hasta el año pasado, dijo que las campañas de desinformación sobre la inmunización han obstaculizado los esfuerzos para proteger a las personas del VPH, una infección de transmisión sexual.

“Desafortunadamente, esta tendencia que venimos viendo en otros países durante muchos años ahora está aquí en Brasil”, dijo. “Y no hemos logrado revertirla”.

Sin embargo, reclutar voluntarios para los estudios en curso en Brasil no ha sido un desafío, dijo Soraya Smaili, presidenta de la Universidad Federal de São Paulo, que participa en el estudio de AstraZeneca y Oxford.

“No ha sido difícil encontrar voluntarios”, dijo. “La gente dio un paso al frente y todos quieren ser parte de la solución. Ha sido un movimiento social muy bonito”.

Denise Abranches, una cirujana dental que ha pasado meses tratando a pacientes con coronavirus con llagas en la boca en unidades de cuidados intensivos, fue una de las primeras en ofrecerse como voluntaria para recibir la vacuna. Dijo que su único miedo era no hacer fila lo suficientemente pronto para recibir la inyección.

“Veo esto como una forma de recuperar un papel de liderazgo” en la comunidad científica internacional, dijo. “El mundo nos mira en busca de respuestas y esta es una vacuna que podría ayudar a todos en el planeta”.

Maurício Zuma, director en Bio-Manguinhos, uno de los fabricantes que espera producir vacunas contra la COVID-19 en Brasil, dijo que después de que el país satisfaga su demanda interna, espera exportar viales a países vecinos que también han tenido problemas con grandes cantidades de casos.

“Nuestra intención es formar parte de un movimiento de solidaridad”, dijo. “Si logramos producir la vacuna aquí y terminamos con un excedente, obviamente nos aseguraremos de que se use en otros países de América Latina”.

Pero mientras los investigadores aplauden el papel de Brasil en la carrera mundial por la vacuna, también se han sentido obligados a recordar a los ciudadanos que estas buenas noticias no acabarán por sí solas con el sufrimiento que el virus ha desatado en el país.

“No deberían suponer que ya se acabó y eso fue todo”, dijo Maria Elena Bottazzi, una desarrolladora de vacunas en la Facultad de Medicina de Baylor. “Aún hay mucho trabajo que Brasil necesita hacer para fortalecer su infraestructura de salud pública y reducir la transmisión del virus”.

 

Ernesto Londoño es el jefe de la corresponsalía de Brasil, con sede en Río de Janeiro. Antes fue escritor parte del Comité Editorial y, antes de unirse a The New York Times, era reportero en The Washington Post. @londonoe•Facebook