La clave del futuro del metaverso no será Facebook, sino las criptomonedas
El interés de Facebook por el metaverso ha puesto esta palabra en boca de todo el mundo, aunque es un concepto tan abstracto que, para muchos, es la propia idea de internet. Además, la propuesta de Mark Zuckerberg no tiene mucho que ver con lo que defienden quienes llevan tiempo abogando por estas plataformas, que ponen la descentralización como condición ‘sine qua non’. Su futuro es imprevisible, pero sí está claro que habrá un elemento clave para su funcionamiento: el mundo de las criptomonedas y los NFT (tokens no fungibles).
Podemos hablar de metaverso desde que existe internet
“Esta nueva concepción es una palabra técnica pero es de algo que existe previamente, porque podemos hablar de metaverso desde que existe internet”, indica José Antonio Bravo, economista especializado en criptodivisas. Tal y como indica, se habla de estas plataformas “como si fueran un metauniverso”, pero es algo que dista mucho de lo que existe hoy en día: plataformas distintas, generalmente relacionadas con el mundo del videojuego, y con poca o ninguna conectividad entre sí.
“Hoy en día es un mundo muy fragmentado y lo que propone Facebook es uno de tantos metaversos posibles”. Sea como sea, estos metaversos necesitan de una economía interna, y esta se tiene que dotar de una criptomoneda que permita operar en sus mercados. Es algo que se dice en una frase, pero que es sumamente complejo (sobre todo, si se quiere hacer de forma descentralizada).
Second Life, la plataforma en la que muchos piensan cuando se hable de metaverso, tenía los ‘linden dollars’, una moneda controlada y emitida por la desarrolladora Linden Labs. Es decir, centralizada, al igual que ocurre en el caso de FIFA, donde la divisa también es controlada por el estudio EA Sports, pero el mercado ni siquiera existe. Pero eso no sería así en estos nuevos metaversos, algo que conlleva determinados retos para que salgan adelante.
“Ahora se ha introducido el concepto de emisión de moneda descentralizada, que creó Bitcoin, para sus economías”, explica Bravo, que indica que la clave es su trascendencia más allá del propio juego. “Primero, debe ser una moneda intercambiable en el mundo real y, después, tiene que ser estable o creciente en el tiempo, ya que de lo contrario no tendrá valor en el mundo real. La inflación no puede ser superior al crecimiento de la actividad en esa plataforma”.
La gran dificultad
Bravo considera que es aquí donde está “la gran dificultad de las economías del metaverso”, pues “es complicado mantener el precio de una moneda que crece continuamente y sin una clara revisión”. También puede ocurrir lo contrario: que haya una mayor oferta que demanda de esas monedas, con lo que “la gente querría venderlas y perderían su valor y utilidad”.
Esto se puede solucionar aumentando la demanda de estas monedas, de modo que “se haga que la gente las gaste en el juego con una economía interna que lo alimente gracias a la atención constante, pero es algo muy complicado, casi prácticamente imposible”.
Cómo diseñar la ‘tokenomía’ del metaverso
David Noya, ingeniero informático y divulgador ‘cripto’, es más optimista y aboga por unas economías “circulares y retroalimentadas” de estos proyectos, algo para lo que tienen que “diseñar minuciosamente su ‘tokenomía‘ [economías de tokens aplicadas al proyecto], dado que ya no son meramente una aplicación o servicio, sino que generan una economía real en paralelo, y que, mal diseñada, puede hundirlo”.
Este especialista recalca que “no hay nada que garantice que una economía va a funcionar durante mucho tiempo y en cualquier situación”, pero sí que se pueden poner mimbres para que sean estables. Por ejemplo, mantener el interés a través del reparto de beneficios entre sus usuarios, de modo que se favorezca una mayor implicación a largo plazo.
Es lo que se llama ‘play to earn’ [juega para ganar], popularizado por Axie Infinity, el videojuego ‘cripto’ más conocido del mundo, que ya va por su tercer año de vida, aunque 2021 ha sido cuando ha terminado de arrasar.
Noya, usuario de esta plataforma, considera que en su éxito hay varias claves. La primera, que no depende de ninguna central. “Sky Mavis, la compañía detrás de Axie Infinity, no puede generar o emitir Smooth Love Potion (SLP), la moneda del juego, sino que son los propios jugadores quienes la generan mediante su interacción, evitando la centralización de la economía”, indica. Además, existe “un equilibrio en la generación-destrucción de SLP que impide la hiperinflación”, ya que para crear nuevas criaturas se necesita una cantidad de monedas que desaparecen después de cumplir este cometido.
En este sentido, contrapone lo ocurrido con los videojuegos tradicionales, “en los que los desarrolladores crean contenido y los jugadores pagan por él”. “Ahora existen maneras de generar economías controladas por todos los que la utilizan, y no solo por las entidades centrales. Si el juego funciona y va bien, todos ganan”, defiende.
Miguel Rubio, especialista en criptomonedas y director de la newsletter de la consultora Carbono, señala algunos riesgos para estos metaversos, sobre todo cuando están en una fase incipiente. “La volatilidad es inherente y puede haber una demanda exagerada. Hay que tener en cuenta que pueden entrar todo tipo de públicos, personas interesadas en el proyecto, pero también inversores más centrados en la especulación, porque son leyes de mercado puras y duras”, advierte. “Se trata de incentivar tanto al que crea valor como al que hace ‘trading’, pero sin que estos se carguen el proyecto porque, por ejemplo, hagan que suba mucho el token y luego lo tumben a ventas”.
Y es que los estudios de videojuegos ya no se pueden dedicar a diseñar únicamente su mecánica, sino que también “tienen que establecer una disciplina de ingeniería de tokens con sus reglas, algo para lo que se necesitan conocimientos financieros de gran complejidad”.
El otro gran reto de los universos digitales
Un punto clave en estas nuevas plataformas son los NFT que, asegura Rubio, “están construyendo los cimientos de una nueva identidad digital y de gestión de las propiedades digitales”. “Si tu comprabas un cuadro auténtico, una institución te daba esa certificación, pero los NFT te lo atribuyen de forma descentralizada, con una comunidad que se congrega en torno al ‘blockchain’, que es público y transparente”, explica.
La primera de estas cadenas de bloques –su traducción más aproximada en castellano– fue Bitcoin, que permitía el intercambio de las criptomonedas homónimas y registraba las distintas transacciones de balance. Después, se han desarrollado otras más complejas, pasando de los llamados tokens fungibles –como podría ser la divisa mencionada– a los no fungibles, más conocidos como NFT.
“La fungibilidad es la propiedad que tiene que tener cualquier activo que se quiera utilizar como unidad de cambio para que, por ejemplo, el euro que tengo en mi bolsillo valga lo mismo que tienes tú”, explica el ingeniero y divulgador Noya.
En cambio, las ‘blockchain‘ posteriores, como Ethereum, habilitan los llamados ‘smart contracts’, que añaden “lógica programable a esas transacciones” y posibilitan la entrada de los NFT. Este especialista destaca que no se trata solo de que criptoartistas puedan vender su obra, sino que han abierto la puerta a “la tokenización de muchos otros activos, digitales o físicos: desde las armas en videojuegos hasta el alquiler de un piso”. De hecho, es en el mundo ‘gamer’ donde más parecen calar por ahora.
“Ha permitido que los jugadores podamos poseer realmente los activos a los que tanto tiempo y esfuerzo dedicamos”, celebra Noya, que considera a los NFT “la llave necesaria” para implementar el metaverso: “Sin NFT, el metaverso no tendría sentido”.
Cómo llevar NFT de un metaverso a otro
Aquí es donde aparece otro de los principales retos para el futuro de estos metaversos: la interoperabilidad entre plataformas. Es decir, que si tienes un activo en una plataforma, lo puedas utilizar en otra. De hecho, marcas como Adidas o Nike ya han anunciado que van a entrar de lleno en un sector y empezarán a vender ropa digital que puedan llevar los avatares. “La interoperabilidad es una parte fundamental e incuestionable y ya existen los cimientos, pero aún falta mucho desarrollo”, sostiene Rubio, de la consultora Carbono.
Los NFT funcionan a través de dos estándar (ERC-721 y ERC-1155), aunque en un primer momento “muchos desarrolladores estaban creando los NFT de distinta manera a nivel técnico, algo que generaba mucha entropía”, destaca Noya. “Ahora existen ‘plantillas’ que implementan el ‘esqueleto’ de un NFT, aunque luego puedas añadirle ciertos detalles específicos o metadatos que puedas necesitar”. En este sentido, destaca que “el reto reside más bien en poner de acuerdo a los desarrolladores y sus comunidades que en la parte técnica”, algo que sería más fácil si todo se hace dentro de una misma blockchain.
Ahora mismo sí se puede vender un NFT del juego a través de un marketplace como OpenSea, pero es mucho más complicado llevarlo a un metaverso distinto, sobre todo cuando tiene una utilidad asociada (por ejemplo, un chaleco que proporciona determinadas habilidades en una plataforma).
El economista Bravo centra aquí otra de sus críticas, ya que “es muy difícil pasar de un ecosistema a otro y que sigan conservando su valor”. “Se tendría que crear una cierta equivalencia entre personajes y todo está en un estado muy primitivo. Veo muy utópico hablar de metaverso actualmente”, asevera.
Los metaversos pueden acabar tomando formas muy distintas según se vayan resolviendo cuestiones como estas y la sombra del bluf de Second Life es alargada, aunque haya diferencias sustanciales tanto en su concepto como en el momento en el que llegan. Sobre el fondo planea la gran duda: ¿conseguirá alguno alcanzar el máximo objetivo y convertirse en una réplica digital del mundo real? “No tenemos que quedarnos con el hype, que es muy peligroso. Hay que distinguir el humo de la realidad, y eso siempre es algo complicado”, avisa Bravo.