Cómo la comunidad LGTBI está rompiendo estereotipos en los videojuegos
Tealyxo se carda la peluca, se aplica el contouring, se enfunda en un ajustado corpiño y completa el atuendo con un pantalón de chándal y un par de calcetines gruesos. Puede que esta drag queen australiana, cuyo nombre cuando apaga la cámara es Ben Glover y tiene 30 años, apueste siempre por lo divino en el escenario. Pero frente a la webcam opta por algo tan humano como arreglarse solo de cintura para arriba. “La mayoría de reinas de Twitch lo hacemos”, confiesa. Tealyxo ha cambiado los escenarios por el streaming. Se ha convertido en una de las muchas drag queens que han asaltado Twitch, plataforma perteneciente a Amazon especializada en emitir vídeos en directo (o sea, el streaming), para combinar su arte con los videojuegos.
El universo drag y el gamer pueden parecer antagónicos, pero parten de un lugar común: el drag implica enfundarse en una personalidad ajena, ponerse en la piel de otra persona, y los videojuegos consisten en eso mismo. En los últimos años esto ocurre en los servidores de roleplay, que son juegos en línea ligeramente tuneados en los que los streamers interpretan un papel, como en los juegos de rol tradicionales. Egoland, por ejemplo, toma como base el Rust. Tortillaland, el Minecraft. Estas partidas son retransmitidas por Twitch y vistas por millones de personas. Los jugadores se convierten en actores, en figuras de entretenimiento. Lo que se le pide al streamer, más allá de jugar bien, es divertir. Y las drags están acostumbradas a eso. Es tal vez esa mezcla de interpretación, artificio y sentido del espectáculo lo que ha hecho que descubran que el mundo gamer les pertenece.
Tealyxo tiene casi 7.000 seguidores en Twitch. A veces transmite como drag, otras lo hace en camiseta y con la cara lavada. Combina las partidas con actuaciones musicales y charlas. “A veces me maquillo en directo, lo que le da a la comunidad la oportunidad de hacer preguntas y aprender sobre el arte drag”, explica a ICON. Combina el brilli brilli del transformismo con la cercanía del streaming. Es divertida cuando empuña el micrófono, pero implacable cuando coge el hacha en DeadByDaylight, juego gore especialmente popular entre los miembros del colectivo por su iconografía de populares personajes de cine de terror de los ochenta muy unidos también a la sensibilidad, mitología y guiños LGTB. “Me gusta pensar que soy una streamer de variedades, lo que significa que me encontrarás jugando a ese juego el 90% del tiempo”, reconoce.
Forma parte de Stream Queens, un equipo de 95 drag queens y drag kings de Twitch fundado por Deere (embajadora de Twitch con más de 50.000 seguidores). “Ella creó un equipo de artistas increíbles para conquistar Twitch y mostrarle al mundo que el gaming es algo más que un montón de chavales sudorosos, blancos y cisheteros gritando a su ordenador durante horas”, sentencia Tealyxo. Lo hizo en 2019, pero el auténtico desembarco drag llegaría un año más tarde.
Twitch experimentó un crecimiento explosivo durante la pandemia. De acuerdo con los datos facilitados por la plataforma de Amazon, hasta 13 millones de personas emitieron en directo por primera vez en 2020. Esto fue aún más acusado en el mundillo drag. Cuando se apagaron los focos, las webcams se convirtieron en una tabla de salvación para muchas, explica Tealyxo: “Durante la pandemia, queens y kings de todo el mundo recurrieron a Twitch como una forma de seguir interactuando con su comunidad, organizando espectáculos digital drag”.
Es lo que hizo Dona Tarte, drag irlandesa de 25 años que por razones de seguridad prefiere no facilitar su nombre real. Empezó a actuar frente a su webcam en 2020. Lo hizo combinando sus pasiones: los videojuegos, la repostería, el drag y el maquillaje. Así, en su canal, que suma más de 9.000 seguidores, podemos encontrarla jugando a Animal Crossing, actuando u organizando concursos de repostería para causas benéficas. “Cuando empecé con la universidad no tenía tiempo para nada, así que decidí juntar todas mis pasiones en un mismo lugar”. Tarte es maquilladora y repostera profesional. Cree que, en general, la comunidad LGTB tiene vínculos con el mundo de los videojuegos que van más allá del streaming. “Los videojuegos son un escape para muchos jóvenes queer durante su adolescencia”, señala. A ella le sucedió. De pequeña era mala en los deportes, así que se refugió en los juegos. En su casa siempre había una máquina ofreciéndole entrar en un mundo pixelado lleno de zombies y monstruos que se le antojaba, paradójicamente, más seguro que su realidad.
Dona Tarte reconoce que la comunidad gamer también puede ser “heteronormativa y tóxica”. “Especialmente en juegos como Call of Duty o Counter Strike”, añade. Los datos la respaldan. El 74% de los adultos que juegan juegos en línea han experimentado algún tipo de acoso o insultos, según un informe de la Liga Antidifamación de julio de 2019. Más de la mitad creen que fueron objeto de él por su raza, religión, género u orientación sexual. Al colectivo de Stream Queens les sucedió. Cinco de sus miembros fueron denunciadas a la policía en pocas semanas, dando su dirección y asegurando, en una denuncia anónima, que se estaba cometiendo un delito en esa casa. “Estamos trabajando todos los días para hacer de Twitch un espacio más seguro e inclusivo para todos”, explica Telayxo,”pero el cambio requiere tiempo y que mucha gente alce la voz”. Es exactamente lo que está sucediendo. El fenómeno de los streamers LGTB se extiende por Twitch y ha llegado hasta nuestro país.
El mundo gaymer llega a España
La guarida más colorida de la plataforma Egoland se llama el Bar Conyote (sí, suena exactamente como parece) y lo regenta Elvisa, el nombre en el que se convierte Álvaro Maldonado, de 36 años. Con más de 200 mil seguidores, esta streamer de peluca florida y barba tupida combina el humor, los karaokes de canciones de ánime y los juegos. Tiene un sólido pasado como cómica en Youtube, donde lleva diez años subiendo vídeotutoriales sobre temas cruciales: Cómo poner kiwi a una zapatilla, cómo toser o cómo perder un tren. Se presenta en Twitch pidiendo que “disfrutemos de los videojuegos como arte, convivamos entre respeto y amor, dialoguemos de temas maravillosos y bajemos el volumen de los altavoces por si me da por jugar a cualquier juego donde pueda llevarme un susto”.
Elvisa es la cara más conocida del universo gaymer en España, un neologismo (que nace de la yuxtaposición no especialmente inspirada de las palabras gay y gamer, o sea, jugador) con cada vez más predicamento. A pesar de que Twitch tenga una etiqueta LGTBQ+ especialmente pensada para ellos (y de que muchos se la pongan para que su público les encuentre) la mayoría rechazan las etiquetas. Son apasionados de los videojuegos. Otro ejemplo es Melo Moreno (32 años), anteriormente conocida como Yellow Mellow. Esta streamer y youtuber, con cerca de 50.000 seguidores en Twitch, lleva años defendiendo causas en las que cree, como el feminismo o los derechos LGTB. Abiertamente lesbiana y dispuesta a hablar con ello de naturalidad en su canal, ese nunca es el tema central cuando se encuentra jugando a Fortnite o al citado Egoland. Es un rasgo común en la escena gaymer patria. Hay diversidad a los mandos, pero esta no condiciona el contenido del canal. Tampoco es algo que se esconda, como sucedía antes. “Yo soy maricón con acento en la o y si no te gusta, te vas”, zanja Borja Zanon, de 28 años.
Bajo el nombre ToboeArticWolf, lleva en Twitch cinco años. “Al principio no hablaba de mi sexualidad, lo escondía, pero ya tengo una edad y paso. He adoptado una mentalidad de fuck it”. Zanon juega sobre todo a Monster Hunter y otros roguelike (como se denomina a los juegos de rol del subgénero mazmorras). Habla más de cómo cazar dragones que de plumofobia y edadismo en las aplicaciones para ligar entre hombres. Pero es que en el fondo, de eso va Twitch: de cazar dragones, de echar carreras de coches, de matar a todos tus contrincantes en una isla o sobrevivir a un ataque zombie. “Y de poder hacerlo siendo tú mismo”, añade Zanon.
Sólo el 14% de los jugadores se autoidentifican como gamers, un porcentaje que se desploma hasta el 6% en el caso de las mujeres. Las cifras las dio una directiva de Electronic Arts, empresa fabricante de videojuegos, asegurando que nadie se identifica con esa etiqueta porque hoy en día todo el mundo juega. Sin embargo, cabe hacer una lectura más crítica. Todo el mundo ve cine y hay cinéfilos. Todo el mundo escucha música y hay melómanos. El problema es que la etiqueta de gamer ha ido arrastrando cierta connotación tóxica en los últimos años, cierto tufillo rancio. Por ello la inclusión de nuevas voces en el streaming, de nuevas sensibilidades en un mundillo demasiado asociado a la habitación desordenada con persianas bajadas y olor a cerrado, puede ayudar a cambiar esta percepción. Mientras lee estas líneas, alguien en Twitch está ayudando a miles de jóvenes a terminar un nivel complicado de su videojuego favorito y matar al monstruo mientras, en voz baja y con naturalidad, les ayudan a dejar de sentirse ellos mismos como uno.