Champions League: El Atlético muere de pie

Por Ladislao J. Moñino | El País
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champions league, Atlético, Manchester
Foto: EFE

Bajo un ambiente inflamado de decibelios, un Atlético guerrero y pasional cayó ante un desfigurado Manchester City. No ganó el equipo de Simeone, pero sometió al equipo de Guardiola en un segundo tiempo visceral tras maniatarlo en el primero. Celebró el City la clasificación, pero también lo hizo la hinchada rojiblanca, orgullosa de un equipo más ambicioso y peliagudo que en la ida. Sufrió el campeón inglés, incapaz de imponer su juego y de contener el vendaval que se le vino encima en el tramo final.

Frente al fútbol espasmódico con el que quiso imponerse el Atlético en el arranque, el City se prestó a jugar un partido a dos tiempos. Pretendió domar la atmósfera y a los revolucionados futbolistas de Simeone jugando su fútbol de salón al pie. Y cuando en los arrebatos ofensivos locales se quedaban descolgados los centrocampistas rojiblancos trataban de acelerar las transiciones. Cuando iniciaba desde Ederson, el City bailaba un vals en una caldera en la que una mala entrega por un cruce de Savic era nitroglicerina anímica que levantaba e incendiaba a las tribunas. El central montenegrino estuvo imperial y oportuno en los cortes. Hizo el partido que demandaba la cita. Marcó la raya con los quites en algunos uno contra uno cuando a su espalda ya solo quedaba Oblak.

Jugó mucho el equipo de Guardiola con el gol de ventaja logrado en la ida atornillado en sus botas y en su cabeza. Destilaban temor a ser castigados en una pérdida, a quemarse en el infierno ambiental que generaba cada amago de contra del Atlético. No estuvieron ni finos ni afilados en los pases. Por segunda vez en una semana, Simeone atascó durante muchos minutos al equipo con uno de los libretos ofensivos más sofisticados del fútbol europeo. No aparecía De Bruyne, ni Bernardo Silva ni el revoltoso Foden, que se llevó una embestida de Felipe en una disputa aérea. El vendaje en la cabeza fue el rastro de la batalla que se libraba por cada balón.

Fue Mahrez el que por fin arriesgó con un pase raso de lujo con el exterior que reventó el flanco defendido por Lodi y Reinildo con la irrupción de Walker por la línea de fondo. Su centro atrás acabó en las botas de Gundogan tras un resbalón de Savic. El volante alemán ajustó tanto su remate que lo estrelló en la base del poste. Esa fue la jugada más amenazante que pudo elaborar el City en todo el primer acto. Como en el Etihad, el Atlético se fue al descanso con la sensación de seguir vivo. Incluso firmó un disparo entre los tres palos, obra de Kondogbia, tras 125 minutos de eliminatoria. Y reapareció bravo para repetir su estruendosa salida inicial. Esta vez fue más duradera en tiempo y forma porque Simeone se envalentonó. Ordenó defensa de cuatro y tiró la línea más arriba. La maniobra embotó al City, al que Griezmann, ya más liberado para correr al espacio, le provocó dos sudores fríos. Primero con una cabalgada que terminó estrellando en el lateral de la red de Ederson y después con una volea desde la frontal del área que se le fue por poco.

La última, para Correa

Marcó tanto territorio el Atlético que hasta se vio a Ederson sacar en largo. Guardiola ya era un manojo de nervios viendo a un equipo que no debía reconocer. Sometido por el fútbol eléctrico que desplegaban los rojiblancos. Con Kondogbia ocupando y mandando en mucho campo. Con Llorente desatado por el carril diestro. Ante la carga de su equipo, Simeone apuró más los cambios que en Mánchester. A falta de 20 minutos introdujo a Correa, Carrasco y De Paul por Lodi, Griezmann y Koke. Guardiola, por su parte, sentó a De Bruyne, tocado, para dale vuelo a Sterling. No verse en la primera rueda de cambios agitó a João Félix, que se limpió un par de jugadores en la frontal del área para habilitar a Llorente. Este le cedió un pase atrás a De Paul que el argentino pretendió reventar en la escuadra y se le fue un palmo alto. El City sufría, descamisado y desclasado. Sin encontrar un futbolista que pudiera volver a marcar los tiempos. Se atrincheró más que defenderse con la pelota.

La entrada de Fernandinho no hizo más que delatar los temores del City, abrumado ya por el volcánico Metropolitano. Una dejada con el pecho de Correa en el área que no encontró un llegador y un centro raso de Carrasco al que tampoco hubo rojiblanco que acertara a rematarlo hizo palidecer a Ederson. En plena vorágine, una carrera de Foden interceptada por Felipe derivó en una tangana macarrónica por el intento de sacar al inglés fuera del campo. De la trifulca salió expulsado Felipe por segunda amarilla y el Atlético tuvo que afrontar la prolongación con diez. Aun así, bajo ese ambiente caldeado le dio para volcarse sobre la meta del City y morir de pie, con Correa a punto de forzar la prórroga en un último disparo que no acertó a esquinar.