Rusia proclamó la victoria en Mariúpol: ¿Qué significa para el curso de la guerra?

France 24
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Maríupol Ucrania
Foto: AFP

El Kremlin se atribuyó este 21 de abril su mayor victoria desde que lanzó la guerra contra Ucrania hace casi dos meses: el control de Mariúpol. La caída de la estratégica localidad portuaria se produce después de que Moscú cambiara su táctica militar de la capital y norte del país hacia el este, donde dice que busca “liberar” la región del Donbass. ¿Cómo puede este último movimiento influir en el resultado de la guerra? Les explicamos.

De una estrategia nacional a una táctica militar por regiones. El cambio de enfoque del Ejército de Rusia en los últimos días ha asestado un duro golpe a Ucrania: la toma de Mariúpol, en el este del país.

“La finalización del trabajo de combate para liberar Mariúpol es un éxito (…) Poner bajo control un centro tan importante en el sur como Mariúpol es un éxito”, afirmó el presidente ruso Vladimir Putin este 21 de abril sobre su mayor victoria en la renovada batalla en la región del Donbass, tras 57 días de haber lanzado el conflicto.

Mariúpol es un estratégico enclave con salida al Mar de Azov, cuya toma por parte de los militares rusos sería vital para establecer un corredor terrestre que conduzca de la región del Donbass, a Crimea, anexionada por Putin en 2014, con lo que Moscú controlaría gran parte del este ucraniano.

También es el principal puerto de Donbass, que a su vez alberga a las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, dos provincias que Moscú exige que Kiev ceda por completo a los separatistas. El Kremlin ahora lo describe como el principal objetivo de la guerra.

En esa dirección, los expertos militares subrayan que las tropas de Putin buscarían separar el Donbass del resto de Ucrania y crear allí las llamadas repúblicas “títeres”, como las denominan quienes se oponen.

Esta nueva etapa trae algunas grandes ventajas que Moscú no tenía cuando intentaba conquistar todo el país. Pero en el papel también parecía probable que Rusia ganara la primera fase del conflicto en cuestión de días y derrocara el Gobierno en Kiev. Y eso no ocurrió.

Zelenski ya había reconocido que la batalla en el este podría influir en todo el curso de la guerra, pero sostiene que su país no está dispuesto a ceder territorio. Occidente acelera por la entrega de más armas con las que Kiev afirma que sus militares podrían cambiar el rumbo del conflicto.

Se abre un nuevo panorama en el terreno.

El cambio de enfoque en el campo de batalla

Tras no haber podido derrocar al Gobierno de Zelenski, Rusia trasladó la mayoría de sus tropas del norte de la nación, donde se encuentra la capital, hacia la parte oriental de Ucrania, la región del Donbass.

Hasta ahora, gran parte de los combates se han producido en partes del país que se asemejan a suburbios. Entre casas, edificios y calles laterales las fuerzas ucranianas han podido protegerse y luego atacar a los soldados rusos.

Esta geografía física deja a los civiles vulnerables, pero beneficia a las tropas locales que utilizan la denominada “guerra de guerrillas” para defender el territorio contra el Ejército extranjero que avanza, explicaron a ‘The New York Times’ los expertos en temas militares Eric Schmitt y David Leonhardt.

Ucrania asestó así fuertes golpes y bajas entre las filas de su contraparte, con lo que la forzó a cambiar de táctica.

En el Donbass, la geografía es diferente. Es mucho más abierta y hay menos lugares para ocultarse. “Este terreno permitirá a Rusia utilizar sus numerosos tanques, grandes sistemas de misiles y otros sistemas de armas pesadas. El Ejército de Ucrania tiene muchos menos de estos. Los misiles lanzados desde el hombro que Ucrania ha estado recibiendo de Occidente, y que ha utilizado con gran eficacia durante los últimos dos meses, probablemente serán menos útiles en Donbass”, destacó Leonhardt.

Otra de las ventajas para el Ejército agresor es que la región de Donbass limita con Rusia, lo que permite a los militares de Putin construir líneas de suministros más cortas y menos expuestas que las que necesitaban en otras partes de Ucrania.

Además, Rusia está familiarizada con el territorio, pues allí comenzó a librar batallas esporádicas al menos desde 2014 y desde entonces ha estado apoyando a los rebeldes separatistas.

Aparte de las tácticas militares, la opinión pública en la región también parece ser más favorable a los rusos. Al menos más que en otras partes de la nación. Poco antes de la guerra, alrededor del 30 por ciento de los residentes de la región querían que se convirtiera en parte de Rusia, mientras que otro 10 por ciento favorecía la independencia, según una encuesta realizada por investigadores académicos.

Esta situación es muy diferente en el resto del país, donde el patriotismo ucraniano es ampliamente compartido.

El margen de maniobra de Ucrania

Las ventajas de Rusia en el este ofrecen razones para creer que le puede ir mejor en la próxima fase de la guerra que durante los primeros dos meses, considerados por algunos analistas como una humillante derrota, por su retirada en la fase inicial de Kiev.

Sin embargo, los problemas que aún enfrentan sus tropas pueden favorecer a las fuerzas locales.

Putin y su Ejército enfrentan algunos de los mismos desafíos del inicio, incluida la mala coordinación de sus fuerzas y baja moral entre sus filas, destacan los expertos.

“Los vehículos todavía están mal mantenidos, la moral de las tropas seguirá siendo baja”, afirmó al diario británico ‘The Times’ Michael Repass, un general de división estadounidense que ha trabajado con Ucrania durante años.

Y es que, pese al poderío militar del Kremlin, su fuerza aérea no ha podido dominar los cielos de Ucrania por completo. Sus unidades militares rara vez se comunicaban a través de líneas encriptadas, lo que permitía a Ucrania interceptar sus mensajes. Muchas tropas rusas no esperaban invadir el vecino país y no estaban de acuerdo con que sus superiores les ordenaran hacerlo, recuerdan los analistas.

Las fuerzas rusas pueden ganar terreno a través de la gran concentración de artillería y números. Sin embargo, es poco probable que las operaciones rusas tengan mucho más éxito que las grandes ofensivas anteriores alrededor de Kiev, señaló el Instituto para el Estudio de la Guerra, un grupo de investigación militar, con sede en Washington.

¿La explicación? Es poco probable que el Ejército ruso haya abordado las causas fundamentales: mala coordinación, incapacidad para realizar operaciones a través del país y baja moral, que impidieron ofensivas anteriores.

Si a este panorama sumamos la demografía, cualquier embestida que atente contra los civiles allí puede transformar las simpatías en una fuerte oposición hacia los rusos.

Járkiv, ciudad en el este donde el idioma principal es el ruso, “está siendo fuertemente bombardeada” y en las últimas horas al menos cinco civiles resultaron heridos, indicó el alcalde de la localidad, Oleg Synegubov.  Allí los constantes ataques han hecho que muchos residentes “se enfadaran brutalmente” con las fuerzas extranjeras, han señalado reporteros en el lugar.

Una reticencia por parte de estas poblaciones perjudicaría el discurso que ha difundido Vladimir Putin sobre “liberar”, “desmilitarizar” y “desnazificar” a Ucrania.

Azovstal, la planta de la resistencia en Mariúpol

Pese a la declaración de victoria en Mariúpol por parte del Putin, alrededor de 2.000 soldados ucranianos junto a decenas de civiles aún resisten dentro de la enorme fábrica de acero de la ciudad, Azovstal, de 11 kilómetros cuadrados.

Es una de las plantas siderúrgicas más grandes en Europa y esta semana las fuerzas ucranianas han desestimado varios ultimátum fijados por el Ministerio de Defensa ruso para que se rindan.

Después de la declaración de victoria del Kremlin, Zelenski respondió que el Ejército ucraniano aún permanece en partes de la sitiada ciudad.

Este jueves Moscú cambió su táctica allí y ordenó pasar del ataque al bloqueo, de manera que “ni siquiera pase una mosca”, aseguró Putin en una reunión con su ministro de Defensa, Serguéi Shoigu.

Con la modificación en su estrategia, el presidente ruso estaría tratando de evitar más bajas entre sus filas en caso de continuar el asalto. De hecho, Putin dijo que no se arriesgaría a enviar tropas al laberinto de túneles debajo de la gigante planta, sino que preferiría aislar los reductos.

La nueva orden se produjo después de que Shoigu señalara que las fuerzas rusas tardarían varios días en derrotar a los cientos de militares ucranianos que resisten en el interior.

Pese al asedio, la resistencia ucraniana se abre paso tanto en Azovstal como en el resto de la región y el país. La postura ahora se nutre con los nuevos envíos de armas de sus aliados occidentales.

El presidente de EE. UU., Joe Biden, trabaja para completar un nuevo paquete de armas, que probablemente sea de un tamaño similar a uno de 800 millones de dólares anunciado la semana pasada, adelantó una fuente militar a Reuters.

La inteligencia militar británica afirma que las fuerzas rusas se encuentran ansiosas por demostrar algún éxito significativo antes del 9 de mayo, el aniversario de la victoria aliada en Europa en la Segunda Guerra Mundial.

El Gobierno de Alemania, hasta ahora reticente a la ayuda militar, también se mostró en las últimas horas dispuesto a hacerlo. “No hay tabúes para nosotros con respecto a los vehículos blindados y otras armas que necesita Ucrania”, afirmó la ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, tras recibir críticas al respecto.

El Kremlin ha cambiado a un enfoque que le genera los primeros resultados notorios, pero Kiev no se rinde y sus aliados occidentales prometen alimentar su capacidad armada.

Una victoria rápida para cualquiera de las dos partes parece poco probable.

Con Reuters, AP y medios locales