Por qué está de moda la opción ultraconservadora en el electorado
Un fenómeno está sucediendo en el mundo. El electorado se inclina con nostalgia por los líderes de la derecha conservadora. Una tendencia que esta comenzando a ganar adeptos en el mundo entero.
Un análisis publicado por el diario español El País asegura que el 17% del electorado europeo eligió una opción ultraconservadora en las últimas elecciones de cualquiera de los países de la UE. El análisis comienza diciendo que “la galaxia de partidos de ultraderecha europeos tiene más apoyo que nunca en cuatro décadas” y concluye con un dato que ya no debe sorprender tanto. “En las presidenciales francesas, Marine Le Pen perdió por dos a uno el voto de las clases medias altas, pero ganó entre las rentas bajas (56% a 44% contra el centrista Emmanuel Macron)”. A la líder de ultraderecha la votaron solo el 23% de los ejecutivos, pero más del 64% de los parados (por desocupados) y los obreros.
La evolución es visible desde los años 80´ con el 4%, entre 2007 y 2010 el 8% y siguieron en alza por la crisis migratoria de 2015, y en 2022 ha vuelto a dar un salto adelante. En Italia el 26% de los votos fueron depositados a favor de Hermanos de Italia de la líder Giorgia Meloni y sí sumamos a sus aliados de la Liga el total de votos para la derecha radical italiana oscila el 36%. Los demócratas suecos lograron un sorpasso con el 20%. Le Pen 41% en la segunda vuelta francesa. Viktor Orbán ganó por cuarta vez consecutiva en Hungría, país de la órbita soviética, lo que explica el fenómeno quizá con un cierto grado de mayor entendimiento.
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Gran parte de la clase media tiene un profundo desprecio al stablisment político, financiero y cultural y ve las propuestas de la ultraderecha como una solución, de acuerdo al diario español. “Es innegable que hay una brecha entre las grandes ciudades mundializadas, con sus ciudadanos con alto nivel de formación, recursos, capacidad de moverse en el mercado del trabajo, incluso internacional, y periferias menos conectadas con estas redes internacionales. Esto se refleja en el voto”, dice un analista entrevistado por el diario español.
En España, el patrón de Vox es también relevante. El partido logró casi los mismos votos entre personas de rentas bajas, medias y altas, al contrario que su competidor en la derecha, el Partido Popular, con más apoyo entre los más acomodados. El nacionalismo se asienta en cuestiones culturales, religiosas, tradicionales y étnicos. Mezcla identidad – nacionalismo – nostalgia. Qué colectivos lo apoyan: las clases laborales obreras, personas con menos instrucción y rentas medias-bajas.
La contestación no solo se canaliza en el voto a la ultraderecha. Es una contestación multiforme. Puede ser extrema derecha o Brexit en el Reino Unido, pero también chalecos amarillos en Francia o Movimiento Cinco Estrellas en Italia. La gente utiliza lo que hay en el mercado para expresar su cólera.
En Francia, conviene recordarlo, no solo Marine Le Pen tuvo extraordinarios resultados en las recientes elecciones legislativas y presidenciales: también el izquierdista con aroma nacionalpopulista Jean-Luc Mélenchón los tuvo, un candidato que prometía sobreponerse a los tratados europeos en caso de que se interpusieran en sus planes. Le Pen, Mélenchon y el ultra Éric Zemmour sumaron un 52% en la primera ronda de las presidenciales. Ahí también, síntomas de rechazo frontal.
En otros casos, se asiste a un fenómeno de radicalización de partidos conservadores antaño moderados que acaban recogiendo esa misma ira, como el caso de los Republicanos de Estados Unidos en la era Trump, o los conservadores británicos en la era Brexit. La pulsión nostálgica, por ejemplo, también ha sido para ellos un activo. En 2016, la añoranza del pasado era una de las brechas entre quienes votaron republicano o demócrata: el 80% de los votantes de Trump pensaban que hace 50 años las “personas como ellos” estaban mejor que ahora, pero muy pocos votantes de Clinton decían lo mismo.