Evo y Lucho ya nada es igual

Por Redacción dat0s
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luis arce y Evo
Foto: Reuters

El censo podría ser apenas un mero pretexto de confrontación por el control del poder político.

La división del Movimiento Al Socialismo (MAS) que desde 2006 gobernó implacable orienta la ruta crítica que transita el país. La polarización en todos los ámbitos en los que ejerció control. La más grave de todas es la que se ha desatado al interior de la propia bancada del MAS en la Asamblea Constituyente.

El expresidente Morales ha decidido ya no seguir ejerciendo una oposición constructiva. La que hacía desde El Chapare a través de la radio Kawsachun Coca, recomendando al presidente Arce quienes lo deben acompañar y quienes no, quienes son los traidores del proceso de cambio y los que se han vuelto funcionales al imperialismo. Los giros de timón que sugería el jefe del MAS parecen haber superado el límite. Las recomendaciones de Evo no van más porque los “renovadores” del partido de Gobierno han hecho saltar las teclas de la armonía en torno a él. “Evo no va más”, afirman una y mil veces.

El líder intocable –Evo Morales- es ahora para estos grupos disidentes que operan y se articulan en el embrión del mismo Gobierno un “cobarde”. Hay en el grupo mujeres asambleístas que le han recordado, sin que les tiemble el timbre de voz, que es un “traidor” por haber escapado del país dejándolos abandonados en la boca de un lobo hambriento que felizmente se destruyó a sí mismo. Los defensores del jefe del partido dicen que los “renovadores” son una facción de imberbes que están jugando con fuego.

La lucha confrontacional que propone el evismo parece dispuesta a todo para hacerle la vida imposible al “hermano Lucho” como lo llamaba hasta hace poco el “hermano Evo”. La hermandad esta fracturada.

La división del MAS –un esquema particular pero hegemónico- ha echado raíz en algunas instituciones. Los mandos militares y policiales están divididos. Ni que decir de las organizaciones sociales, pilar corporativo que se había mostrado como la cara unificada del MAS denota sus primeras grietas; muchas gobernaciones y alcaldías están en una hilvanada descomposición. Los campesinos están partidos sometidos a los extremos de un grupo denominado “intercultural” que no tienen nada de eso. Los trabajadores aglutinados en la COB están en desbande de ideas y pensamiento. Acusan una severa crisis de identidad.

La pregunta crucial que hay que hacerse es si esta pugna partidaria inédita acabará en estampida antes de las elecciones de 2025.