IA el desarrollo tecnológico que se nos hace creer que es nuevo (I Parte)

La IA nació con los procesos de industrialización a fines de la Primera Guerra Mundial con los semiconductores y se fue transformando hasta llegar a ser lo que es.

El concepto de inteligencia artificial tal como la conocemos surgió a fines de la década de 1950 en los Estados Unidos. Un pequeño grupo de investigadores en informática y ciencias cognitivas se reunió en 1956 para un taller en Dartmouth College, la misma universidad donde actualmente enseña Marcelo Gleiser. Organizado por John McCarthy, entonces profesor de matemáticas de la institución, el proyecto no solo lanzó la expresión “inteligencia artificial”, sino que también inauguró este campo de investigación en la academia.

Casi setenta años después, las ideas debatidas en el evento se desarrollaron tan rápido que, en la última década, terminaron por borrar representaciones consagradas en el imaginario popular. En cine, A Space Odyssey (1968), A.I. — Artificial Intelligence (2001), el temperamental Spooner de I Robot (2004) e incluso la seductora Samantha de de Her (2013) ampliaron la galería de estereotipos futuristas y, en cierta medida, anticiparon los riesgos que los recursos de la inteligencia robótica traen consigo.

Pero, dejando de lado las exageraciones ficticias, casi ninguno de estos personajes se acerca a las aplicaciones que ya forman parte de la vida cotidiana. En lugar de máquinas parlantes que pilotean naves espaciales, la inteligencia artificial ya se ha usado de manera más sutil en automóviles autónomos, administración de atención médica, administración financiera, redes sociales y muchas otras actividades.

En líneas generales existen cuatro niveles básicos de inteligencia artificial, de los que les contaremos en nuestra edición de mañana (estímulos escritos de los usuarios como si fuesen una persona real).