“Bolitas” en la crisis “gaucha”

Por Marco Basualdo
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migrantes bolivianos Argentina. Marco Basualdo
Foto: Marco Basualdo

Periodismo es descender a las profundidades de la sociedad para escuchar a la gente. En Buenos Aires recogimos el testimonio de bolivianos que luchan para sobrevivir apremiados por la crisis.

Desde fines del siglo XIX, Argentina fue la tierra prometida para todos los que buscaban mejor vida desde indistintos lugares del planeta. Era, en términos económicos, el país más poderoso del mundo, por encima de Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, entre otras potencias. Para el año 1895, la nación del ganado vacuno tenía un PIB per cápita de 5.786 dólares, seguido por Estados Unidos y Bélgica. Y desde mediados del siglo XX, fue el destino obligado de miles de bolivianos que viajaban hacia allí en busca del “sueño argentino”.

Pero ¿qué pasó en las últimas décadas? ¿Cómo fue que la economía argentina cruzó de ser la más rica a la segunda más miserable del mundo en la actualidad (según datos de Bloomberg), por detrás de Venezuela? Existen diversas versiones de la debacle, desde la Gran Depresión norteamericana que afectó su caudal, debido a que sus principales socios comerciales perdieron capacidad de pago, los factores domésticos impulsados por el presidente Juan Domingo Perón, que fueron dañando la competencia empresarial de la nación, y el enorme gasto público y políticas populistas implantadas por el gobierno de Carlos Menem en los ’90, la cual fue recrudeciendo con los gobiernos de Fernando de la Rúa hasta el presente de Alberto Fernández. Pero pese a estos síntomas poco seductores, la tierra del tango, el asado y fútbol, aún continuó siendo el portal de los bolivianos con ansias de progreso.

Buscando mejores días

Valentín Choquehuanca es uno de ellos. Nacido en la zona de Vino Tinto en La Paz, llegó a Buenos Aires en 1993 y tuvo que labrar un camino muy pedregoso para ganarse la vida. Hizo de todo, desde albañilería hasta textilería, hasta que, en el 2002, después de notar que la colectividad boliviana no contaba con lugares para comer, decidió abrir tímidamente un negocio de salteñas bautizado como Conejo. “Junto a mi mujer y los empleados nos dimos formas para aprender a hacerlas. Aproveché unos cursos del gobierno de Buenos Aires para administrar empresas, y de esa manera me animé a abrir la salteñería”. La aceptación hizo que el emprendimiento posibilitara la apertura de otros locales en barrios como Liniers, Mataderos, Villa Celina y El Abasto, sumando un total de seis sucursales. Lo suyo era un gran éxito.

Hubo un tiempo incluso, entre 2015 y 2019, en el que vendía hasta 5.000 salteñas por día. Pero con el advenimiento del Covid19, tras lo cual se anunciaron medidas de restricción sanitaria, empezó su debacle. Para colmo, la pandemia vino pegada a la crisis económica que en la actualidad amenaza con un 100% anual de inflación, lo que obligó a Valentín a cerrar un par de sucursales y reducir parte de su personal en los años recientes. “Actualmente, la Argentina no está muy bien. Muchos paisanos se volvieron porque ya no les da para enviar dinero, que era el motivo por el cual venían a trabajar. Nosotros seguimos luchando pese a las amenazas del dólar que no tiene un precio fijo; hemos añadido las empanadas Jawitas para tener más ofertas”, explica el “Conejo”.

migrantes "bolitas" en crisis gaucha

Foto: Marco Basualdo

Leydi Ramírez es también una inmigrante paceña, que arribó a Buenos Aires con apenas 22 años de vida. Estudió en La Paz hasta lograr el título de Bachiller, pero sus condiciones de vida la obligaron a buscar un mejor destino. Fue así que decidió, junto a su pareja, viajar hacia la gran capital argentina en 2007, donde ya residía su hermana dueña de una carnicería. “Extrañé mucho Bolivia en el primer año, no me acostumbraba, aquí todo es muy distinto, desde la comida”, explica esta joven morena. Desde un inicio se dio cuenta que los sueldos durante aquel Gobierno de Cristina Kirchner no eran tan jugosos como le habían comentado, “estaban casi igual que en Bolivia, pero yo ya me encontraba aquí, así que ni modo”.

Pese a contar con fuente laboral, sus aprietos también comenzaron con la pandemia de 2019. Se quedó sin trabajo, sufrió las restricciones para sus salidas “y tuve que rebuscármelas”. Tras mucho averiguar, encontró un puesto en un supermercado de inmigrantes chinos, uno de los pocos negocios autorizados para la atención pública. “Mi pareja y yo alquilamos cuartos en Morón (provincia de Buenos Aires) y fue una época difícil, ya que primero teníamos que cumplir con esas obligaciones”, relata Leydi. Y desde que el dólar se encuentra en una corrida imparable, su situación y la de los suyos es también insegura. “Ahora trabajo en un negocio de ropa y las ventas han bajado mucho; la gente cuida el dinero, aunque nunca se sabe con esto que se devalúa a diario. Ya nada es como antes, no gastamos en comidas ni en salidas. Y tampoco podemos ahorrar, llegamos con lo justo a fin de mes”, dice Leydi, quien gana 80.000 pesos argentinos por mes, casi 200 dólares.

Johny Flores es otro boliviano que llegó a la capital de Argentina hace 20 años. Hoy tiene 40 y también terminó cautivado por una ciudad a la que llegó sólo por curiosidad. “En el 2003 en Bolivia había muchos conflictos, no se podía trabajar así que dije ¿qué voy a hacer? Tenía familia aquí, que siempre me invitaba, así que me vine a conocer; me gustó mucho y al final terminé quedándome”. Como la paga era buena, se animó a integrarse a un taller de costura donde aprendió el oficio que le permitía ahorrar para el futuro retorno. Buenos Aires lo había recibido con los brazos abiertos, aunque siempre le molestó el tema de la discriminación que aún se vive, según dice. “Pero como me la pasaba trabajando, todo aquello quedaba en segundo plano”.

migración Bolivia hacia Argentina

Foto: Marco Basualdo

Hace ocho años, Johny cambió su vida y sus proyectos. Después del cierre del local textil donde trabajaba, como consecuencia de la tragedia del 2015 en el Barrio de Flores, donde murieron dos niños en un taller con candados, y se empezó a poner el ojo en aquella actividad en la que se contrataba a gente en condiciones anómalas, Johny decidió abrir un restaurante. “Primero empecé a trabajar en el negocio de un pariente donde aprendí cómo funciona el negocio; a los pocos meses invertí mis ahorros en My Bolivia con una gran variedad de comidas de nuestro país”, explica Johny. Pero la crisis también lo golpeó. Y muy bajo. “Ya con la pandemia tuve que cerrar el negocio por un tiempo y puse el delivery”. Pese a la lucha contra aquella adversidad, la inestabilidad económica de los últimos años también lo obligó a tomar decisiones difíciles, como despedir a algunos de sus empleados para ponerse trabajar él mismo. “Acá hay que pagar beneficios y yo no podía más, así que tuve que tomar esas decisiones. Las utilidades no son las mismas, no se gana como antes, pero tenemos que seguir, con la esperanza de que esto mejorará”, dice este emprendedor que actualmente da trabajo a 15 personas.

boliviano migrante, crisis argentina

Foto: Marco Basualdo

Ramiro Arnéz es uno de los bolivianos que decidió el retorno. Como casi la mayoría de los connacionales en suelo argento, empezó a trabajar en la industria textil a fines del 2022. Le habían prometido trabajo estable, con techo y comida asegurada, lo cual le permitiría un ahorro casi total del sueldo ganado. Sin embargo, la cosa no fue tan así para este ciudadano alteño de Villa Adela. “Apenas llegué a Buenos Aires empecé a trabajar en el taller y dormía ahí mismo. Trabajaba de lunes a viernes horario completo y sábados a mediodía; salíamos con algunos compañeros a pasear y tampoco teníamos mucho tiempo para gastar”, recuerda arriba del bus que lo devolvería a Bolivia.

Pero con la subida del dólar, su situación lo hizo meditar. “Yo ganaba 150 dólares al mes, y con mucho sacrifico, a lo mucho llegaba a ahorrar 70 y no me conviene. Son muchas horas de trabajo, de explotación, para ganar lo mismo que puedo ganar en Bolivia. Además, que la Argentina es muy peligrosa, a uno lo ven extranjero y ya nomás le quieren robar. A mí, nunca me pasó nada, pero a algunos compañeros les han sacado todo lo que tenían”, dice este joven de 21 años, que asegura que apenas pase la crisis, volverá a viajar por su “sueño argentino”.

Residentes

Las organizaciones de los residentes bolivianos estiman 2.000.000 de residentes en la Argentina, de los cuales 1.500.000 estarían asentados en la capital, Buenos Aires (Fidebol). Para el consulado boliviano la cifra es de 1.200.000 residentes.

Inflación

Para los próximos doce meses (abril de 2023 a igual mes de 2024), los especialistas consultados por el BCRA anticipan una inflación total del 146,5%. Para el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de abril, los consultores esperan un aumento del 7,5%.

 

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