En su más reciente investigación, la Fundación Milenio señaló que, para 2022, si bien el desempleo bajó a niveles similares al periodo prepandemia, la calidad del trabajo empeoró. Asimismo, se redujo el ritmo de creación de nuevos empleos formales, el sector informal crece más rápidamente y la brecha salarial de género se profundiza.
La subocupación (quienes trabajan menos de 40 horas semanales por causas involuntarias) creció de un 4,6 por ciento en enero de 2020 (antes de la pandemia) a 7,1 por ciento para diciembre de 2022. En el caso de las mujeres el porcentaje subió a 8,5.
La creación de nuevos empleos, que se mantenía en un promedio de 120 mil mensual antes de la pandemia, cayó a un promedio de 60.000 para fines de 2022.
Si bien el desempleo bajó para fines del año pasado a niveles similares a los de 2019 (4,3 por ciento) y cada vez más gente busca trabajo, se observa que esta alta oferta de mano de obra es atendida por el subempleo o los trabajos informales y precarios.
El director de Milenio, Herny Oporto, dijo que la “hipótesis es que hay un impacto de más largo plazo (que sólo el periodo de pandemia), que tiene que ver con la pérdida de capital humano y una crisis social que se prolonga por la debilidad de la economía y la reducción de la capacidad de crear empleos formales”.
“De este modo, algunos cambios que pudieron ser coyunturales, originados en el contexto de la crisis sanitaria de 2020, pueden estar haciéndose permanentes. Disminuye la tasa de desocupación, aumenta la oferta de mano de obra, pierde fuerza la creación de nuevos empleos, crece la subocupación y el autoempleo”, se advierte en el documento presentado a fines de agosto.
Las mujeres y los jóvenes son probablemente los más afectados. Las primeras realizan trabajos informales para llevar el sustento a su hogar, mientras que los segundos se ven casi forzados a dejar sus estudios para sumar ingresos a sus hogares, un comportamiento que a veces es irreversible.
La socióloga Fernanda Wanderley, quien destacó las dificultades para investigar la situación del empleo en Bolivia debido a la falta de información actualizada, dijo que los hallazgos de Milenio hacen pensar en problemas estructurales, antes que coyunturales.
“Aquí se ven principalmente desafíos estructurales. El 85 por ciento del empleo en Bolivia es informal y no se construye sobre capital humano cualificado”, apuntó la investigadora.
Añadió que se debe observar qué tipo de crecimiento impulsan las autoridades bolivianas, ya que un crecimiento sostenible y diversificado no puede depender sólo de materias primas, sino que también se debería incluir la permanente capacitación del capital humano.
Lamentablemente, “no se ve una discusión en la sociedad ni políticas para resolver estos problemas estructurales. Son problemas de manejo de recursos, más de que falta de recursos. En el mercado laboral no se valoriza ni remunera la educación ni el capital humano”.
Por su parte, el economista e investigador laboral Javier Gómez señaló que, en el periodo pospandemia, la oferta laboral subió considerablemente. Estudiantes, amas de casa, jubilados, etcétera, pasaron a engrosar las filas de personas que buscan un trabajo.
“Nos encontramos con una oferta laboral extrema. Toda la gente intenta salir a buscar empleo. La tasa de desempleo cae, pero lo hace con más precariedad. El promedio de ingresos laborales cae, gente que normalmente no estaría en el mercado laboral está allí. Ahí vemos más mujeres y estudiantes que quizás ni terminaron la secundaria”, manifestó.
El problema de esto, según Gómez, es que estos sectores engrosan sectores como la minería ilegal, el contrabando y otros similares. Y los estudiantes muy probablemente no retomen sus estudios.
Propuestas
Entre las propuestas lanzadas en la investigación de la Fundación Milenio están las siguientes: replantear el rol del Estado, que ha demostrado ser “muy costoso y poco eficiente”, manifestó Oporto.