Por primera vez en la historia la corona del certamen Miss Universo queda en poder de una nicaragüense. El resultado genera una enorme confusión en los Ortega.
Nadie por supuesto espera un resultado tan especial en un torneo que ha sido apuntado como discriminador contra varias formas de belleza, aunque las presiones dejaron entreabierta la puerta para todo. El último concurso celebrado en San Salvador, al que asistieron las bellas representantes de más de 100 países, fue muy especial. La nicaragüense Sheynnis Palacios se hizo con la corona lo que de inmediato provocó reacciones de euforia en su país natal.
Ella había sido parte de las protestas celebradas en 2018 contra el gobierno de los esposos Ortega, que provocó la violenta reacción que derivó en el endurecimiento de su línea autoritaria expulsando del país a una treintena de opositores en un avión alquilado que salió de Managua. La noche del certamen, al haber Palacios vencido todos los pasos previos y quedar como semifinalista al frente de la tailandesa Anntonia Porsild, ambas se estrecharon las manos para escuchar el veredicto hasta que salió la voz anunciando Nicaraguaaaa”.
Los nicas que han vivido el último decenio sin poder hacer una sola critica o mención contra la pareja que los gobierna, aprovecharon las escenas que se reproducían en la televisión oficial y se lanzaron a festejar a las calles munidos de petardos que los hicieron explotar en señal de alegría y de protesta –también- contra el autoritarismo secante del gobierno de los Ortega. Los esposos han prohibido las explosiones de petardos en su país porque –dicen- algunos pueden sonar contra ellos como en la noche de misses.