La mitad de la población de Gaza se está muriendo de hambre y 9 de cada 10 personas no pueden comer todos los días, según advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Carl Skau, subdirector de esta agencia de la ONU, aseguró que sólo una fracción de los suministros necesarios ha podido entrar en la Franja, ya que las condiciones en Gaza han hecho que las entregas sean “casi imposibles”.
Esta falta de alimentos se suma a las condiciones de hacinamiento en la que se encuentran los cientos de miles de refugiados, que está favoreciendo la propagación de enfermedades, y al terrible estado en el que se encuentra el sistema sanitario de la Franja.
“El impacto del conflicto en la salud es catastrófico”, ha denunciado el jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien aseguró que “el sistema sanitario de Gaza está de rodillas y derrumándose”.
Israel afirma que debe continuar con los ataques aéreos contra Gaza para eliminar a Hamás y liberar a los rehenes, y que “cualquier muerte y sufrimiento de los civiles es doloroso, pero no tenemos otra alternativa”, ha dicho a la BBC el portavoz del ejército israelí, el teniente coronel Richard Hecht.
El ejército israelí ha endurecido su operación en la Franja. El jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, fue filmado diciéndoles a los soldados que el ejército tiene que “presionar más fuerte” porque “estamos viendo a terroristas rendirse… una señal de que su red se está derrumbando”.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han pedido a la población que abandone el centro de Jan Yunis hacia zonas seguras, pero los residentes aseguran que ya no existen zonas que se puedan considerar seguras.
El jefe de la UNRWA, Philippe Lazzarini, describió la situación en Gaza como “un infierno en la Tierra”, y reiteró su pedido de un alto el fuego en la Franja, ya que la “deshumanización de los palestinos ha llevado a la comunidad internacional a soportar los ataques israelíes continuados en Gaza”.
“Es la peor situación que he visto en mi vida”, dijo el funcionario.
Lazzarini advirtió que la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Palestinos Refugiados en Oriente Próximo, está al borde del colapso: “la gente viene a la ONU en busca de protección, pero ni siquiera la bandera azul está ya protegida. En cualquier caso, la situación ha alcanzado un carácter catastrófico”.
El movimiento dentro y fuera de Gaza ha estado fuertemente restringido desde el 7 de octubre, cuando los combatientes de Hamas rompieron la valla perimetral y lanzaron un ataque en el que murieron 1.200 personas, según Israel, y tomaron 245 rehenes.
En respuesta, Israel cerró sus fronteras con Gaza y comenzó un bombardeo aéreo del territorio, restringiendo las entregas de ayuda de las que dependían en gran medida los habitantes de Gaza.
Más de 17.700 personas han muerto en Gaza como consecuencia de la operación israelí, entre ellos más de 7.000 niños, según el ministerio de Sanidad de la Franja, administrado por Hamás.
Ayuda insuficiente
Sólo se ha abierto de forma muy restringida el paso de Rafah, en la frontera con Egipto, lo que permite que lleguen a Gaza cantidades limitadas de ayuda. Esta semana Israel acordó abrir también el paso de Kerem Shalom, en el sur de la frontera entre Isarel y Gaza, pero sólo para la inspección de los camiones de ayuda. Estos vehículos deberán luego dirigirse a Rafah para cruzar desde allí a Gaza.
La ayuda que se está permitiendo entrar es insuficiente, denuncian las agencias internacionales de asistencia humanitaria. Los minuciosos controles israelíes ralentizan, además, el paso de los productos y los constantes bombardeos hacen muy difícil que la ayuda llegue a los lugares desde donde se distribuye.
Carl Skau, aseguró que nada lo había preparado para el “miedo, el caos y la desesperación” que él y su equipo del PMA encontraron durante su viaje a Gaza esta semana.
Fueron testigos de “confusión en los almacenes, puntos de distribución con miles de personas desesperadas y hambrientas, supermercados con estantes vacíos y refugios superpoblados con baños abarrotados”, dijo.
La presión internacional y un alto al fuego temporal, de siete días el mes pasado, permitieron que parte de la muy necesitada ayuda ingresara a la Franja de Gaza, pero el PMA insiste en que ahora se necesita un segundo paso fronterizo para satisfacer la demanda.
Nueve de cada diez familias en algunas zonas pasan “un día y una noche enteros sin comer nada”, según Skau.
La población de Jan Yunis, donde se refugiaron cientos de miles de personas del norte de Gaza el mes pasado, asegura que la situación allí es terrible.
El doctor Ahmed Moghrabi, jefe de la unidad de cirugía plástica y quemados del único centro médico que está operando en la ciudad, el Hospital Nasser, tuvo que reprimir las lágrimas mientras hablaba con la BBC sobre la falta de alimentos.
“Tengo una hija de tres años, siempre me pide dulces, alguna manzana, alguna fruta. No puedo proporcionárselas. Me siento impotente”, lamentó.
“No hay suficiente comida, sólo arroz, ¿puedes creerlo? Comemos sólo una vez al día”, agregó el doctor.
Sistema sanitario colapsado
Tedros Adhanom Ghebreyesus ha denunciado que la operación israelí ha obligado a los palestinos a vivir en un área cada vez más pequeña, creando las “condiciones ideales para que se propaguen las enfermedades”.
Según el jefe de la OMS, sólo hay una ducha por cada 750 personas y un sanitario por cada 150. Además, “sólo 14 hospitales de los 36 originales (en la Franja de Gaza) funcionan de forma parcial”, dos en el norte y 12 en el sur.
Las condiciones para los trabajadores sanitarios, que ya eran muy difíciles en 2018, son “imposibles y se encuentran directamente en la línea de fuego”, afirmó Ghebreyesus.
Desde el inicio del conflicto el pasado 7 de octubre, la OMS ha registrado 449 ataques a centros o equipos sanitarios en Gaza y Cisjordania, y 60 en Israel.
Jan Yunis ha sido el foco de intensos ataques aéreos en los últimos días. La situación ha llegado a tal punto que el jefe del hospital Nasser ha asegurado que su equipo había “perdido el control” sobre el número de muertos y heridos que llegaban a las instalaciones.
Israel dice que los líderes de Hamas se esconden en Jan Yunis, posiblemente en una red subterránea de túneles, y que están luchando casa por casa y “agujero por agujero” para destruir las capacidades militares del grupo.
Pero el avance de las tropas israelíes y los bombardeos están empujando a la población cada vez más al sur de la Franja, donde se agolpan en condiciones desesperadas, lo que ha llevado al jefe de la UNRWA a acusar a Israel de sentar las bases para la expulsión masiva de los habitantes de Gaza a Egipto, escribió Lazzarini en un artículo de opinión publicado por el diario Los Angeles Times.
“La primera etapa de tal escenario”, afirmó el responsable de la ONU, fue la destrucción generalizada en el norte de Gaza y los desplazamientos resultantes, mientras que obligar a los civiles a abandonar la ciudad sureña de Jan Yunis, más cerca de la frontera con Egipto, fue la siguiente.
“Si este camino continúa, conduciendo a lo que muchos ya llaman una segunda Nakba, Gaza ya no será una tierra para los palestinos”, aseguró Lazzarini, en referencia a desplazamiento forzado de más de 700.000 palestinos de sus hogares durante la guerra que coincidió con la proclamación del Estado de Israel.
Israel niega que esta sea su intención. “No hay, nunca hubo y nunca habrá un plan israelí para trasladar a los residentes de Gaza a Egipto. Esto simplemente no es cierto”, dijo un portavoz de la oficina del ministerio de Defensa israelí responsable de los asuntos civiles palestinos a AFP.
Resolución vetada
El sábado, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, acusó a Estados Unidos de ser cómplice de crímenes de guerra, después de que vetara una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un alto el fuego inmediato en Gaza.
De los 15 miembros del Consejo de Seguridad, 13 países votaron a favor de la resolución que pedía un alto el fuego. Reino Unido se abstuvo en la votación y Estados Unidos fue el único país que votó en contra de la resolución.
La administración de Joe Biden ha utilizado, además, una ley de emergencia para autorizar la venta de unas 14.000 municiones para tanques por un valor de más de US$106 millones de dólares a Israel.
Abbas, líder de la Autoridad Palestina, ha responsabilizado a Washington por “el derramamiento de sangre de niños, mujeres y ancianos palestinos en Gaza a manos de las fuerzas de ocupación [israelíes]”.
El embajador de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, defendió el veto y afirmó que la resolución pedía un “alto el fuego insostenible” que “dejaría a Hamás capaz de repetir lo que hizo el 7 de octubre”.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, dijo el sábado que agradecía la “postura correcta” que Estados Unidos había adoptado en el Consejo de Seguridad.
Un alto al fuego temporal de siete días terminó hace poco más de una semana. Durante la tregua, Hamás liberó a 78 rehenes a cambio de 180 prisioneros palestinos retenidos en cárceles israelíes.
Todavía hay más de 100 rehenes retenidos por Hamás en Gaza.
El sábado se confirmó que uno de ellos, el israelí Sahar Baruch, de 25 años, había muerto, según dijeron en un comunicado su kibutz y un grupo de apoyo a los rehenes.
Se supo después de que el brazo armado de Hamás publicara un vídeo el viernes que, según dijo, mostraba las sangrientas consecuencias de una operación fallida de las FDI para liberar a un rehén israelí.