La Sociedad de la Nieve del canibalismo en los Andes

Por Redacción datos
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la sociedad de la nieve, cine

El director J.A. Bayona extrae del caso lecciones de esperanza sobre el ser humano.

Tendría la edad púber colegial (13 de octubre de 1972) cuando leímos en la prensa el accidente de un avión militar uruguayo en la Cordillera de los Andes mientras cruzaba las montañas de Uruguay a Chile llevando a un equipo de rugby –jóvenes entre 18 y 24 años y algunos familiares- para un partido amistoso. El avión pierde control con el mundo y acaba impactando en los nevados eternos a más de 6000 msnm

El accidente se conoció con dos epítetos opuestos: algunos lo llaman la Tragedia de los Andes y otros prefieren verlo como el Milagro de los Andes. Ambos, a su manera, tienen razón. De las 45 personas a bordo, 29 sobrevivieron al accidente. En el lugar inhóspito, con temperaturas que alcanzan los 30 grados bajo cero, sin alimentos, el grupo sufrió otras pérdidas mientras esperaba ayuda o un milagro. Los rescatistas no localizaron a los pasajeros y fueron declarados muertos. Después de 72 días, llegó el shock: se encontraron dieciséis supervivientes. Desde entonces, no han faltado personas que intentan desentrañar cómo desafiaron lo imposible. Una tarea que el director J.A. Bayona cumple con sorprendente elegancia y magnetismo en la película The Snow Society (La Sociedad de la Nieve; España/Uruguay/Chile/Estados Unidos, 2023), que acaba de llegar a Netflix.

El cineasta español de 48 años se ganó el respeto con producciones inteligentes, en este relato, los supervivientes –hoy catorce hombres– ayudaron en el desarrollo del guión y la preparación de los actores. Vivir con ellos impresionó aún más al cineasta: “Son muy diferentes entre sí, con opiniones y vidas diferentes. Aun así, siguen unidos”. En tiempos de guerra y de gran angustia, el episodio ofrece una lección de esperanza para la humanidad. Este componente de altruismo fue decisivo el primer día de la tragedia. Mientras cuidaba a los heridos y lloraba a sus muertos (varios estaban acompañados por familiares, incluidas esposas y una madre), uno de los atletas sugirió que la ayuda sólo podría llegar durante el día; por lo tanto, deberían refugiarse al anochecer en el resto del día. Aunque estaban ansiosos por el rescate y con miedo de no ser vistos, todos aceptaron el plan, en un acuerdo que los salvó de una muerte inminente la primera noche. Al intentar comunicarse, sólo lograban sintonizar una radio que les traía noticias del mundo exterior. Así, se enteraron de que las búsquedas habían terminado y comprendieron que estaban solos.

Cualquier intento de alejarse del avión se vio frustrado por el entorno hostil: deshidratación, desnutrición, ceguera y mal de altura. Después de dos semanas, surgió la idea de consumir cadáveres. La conversación entre ellos para tomar esta decisión involucró preguntas que, allí, carecían de sentido: “¿Sería pecado? ¿Nos perdonará Dios? ¿Es ilegal? ¿Nos van a arrestar? Cuando parte del grupo se rindió, uno de ellos, entonces estudiante de medicina, separó los cadáveres de los demás, liberándolos del trauma. En La sociedad de la nieve, Bayona sigue la misma lógica: sólo se filman fragmentos del acto. Entre las hazañas del cineasta se encuentran escenas que contrastan el caos con la inmensidad de la naturaleza. Está la secuencia exquisita del accidente aéreo y un guión que hipnotiza imponiendo la pregunta: ¿y si fueras tú qué harías para sobrevivir? La prueba de resistencia en los Andes inquieta, pero deja motivos para el optimismo.

 

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