María Alejandra Balderrama Parada, la autora más vendida en la Feria Internacional del Libro de La Paz, habló de los ángeles y demonios que la inspiran.
Tiene motivos para sentirse feliz. Insiste que no es escritora, que el libro más vendido en la última Feria Internacional el Libro en La Paz Cuentos que no son cuentos, despoja el atuendo de la sofisticación en la forma de escribir. María Alejandra devora libros, lo que explica esa capacidad de cierta forma aborigen de hacerlo. Ha escrito en conjunción con la materia, la que puedes tocar, ver en los materiales que bordean al acecho un nombre, un fantasma, una voluntad. Alejandra tiene la necesidad entrañable de volver a ver a los seres que se han ido. Son ellos, no en todos los casos, los que trasplantan como un cráneo la metamorfosis de su estado; como las plantas que necesitan agua para no dejar de nacer.
Esta mañana llega unos minutos antes a la cita, quiere decir demasiadas cosas; las va reflejando de un modo u otro invirtiendo su propia narración a los extremos: Expresados en personas que no son cuento. El significado de los objetos son simples punteos de a dónde quiere llegar. Esas muchas partes en las que se siente, recordando al papá o al abuelo. Ambos, podrían aproximar su compromiso con la fortaleza que a veces se quiebra. El punto exacto de una memoria gigante que desborda las orbitas sedientas de contar como una liberación. Se posiciona en la claridad del recuerdo y habla.
La parte beniana es paterna, la cruceña materna. “Personalmente siempre me gustó leer, pero nunca me había imaginado escribir un libro para los demás, si escribí algo era para mí, poemas que recitaba en colegio; escribir un libro es el sueño de todos, pero de manera profesional como se dice, no.”
María Alejandra estudió Ciencias Políticas en la UMSA con mención en Relaciones Internacionales. Su vida profesional resulta expectante, pero ella prefiere no hablar de su paso por las oficinas públicas. Eso sí, no puede dejar de decir que trabajó como observadora internacional de la OEA y fue parte de apoyo de las oficinas del Centro Carter. Se siente orgullosa de haber trabajado- mientras avanzamos- en la Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria. Pero nada de eso ha servido en la historia corta de su incursión en la literatura. Su decepción en política obedece a la frustración de permanecer en las sombras de que otros se lleven la flor.
¿Esa decepción te lleva por el camino de la escritura?
Desde pequeña me gustaba leer a los autores clásicos y a autores nacionales -Antonio Paredes Candía, Homero Carvalho, Andrés Canedo, Antonio Diez Villamil, Jesús Lara- en esa mi biblioteca comienza un romance con lo nuestro, con Víctor Hugo Vizcarra, también. Cuando llega el momento de escribir pienso que voy a morir -taquicardias por una descomposición tiroidea-, que me hace pensar que antes de morir quisiera dejar plasmado a mis sobrinos los cuentos que me contaban mis abuelos por parte de papá y mamá, pero nunca con las ganas de hacerme conocer como escritora. Todo lo que escribía era para mi familia, pero no para el ámbito popular. Lo más fuerte de la enfermedad me pega de enero a mayo de 2023 y eso me impulso a escribir.
¿Cómo logras el ejercicio de poner los cuentos a punto de hacer el libro?
Los cuentos están basados todos en hechos reales, por eso del título, comprenden, lugar, tiempo y los personajes que han sufrido algunas alteraciones para evitar susceptibilidades de proximidad con mi familia. Son en total nueve cuentos de los que consta el libro de una selección de 20 que estuvo a cargo de la editorial.
¿Cómo te enteras que Cuentos que no son cuento está entre los más vendidos en la Feria?
Un día me llaman para pedirme que vaya a firmar ´porque tu libro está entre los tres más vendidos´, fue una sorpresa, me quedé impactada y al término de la feria no quedó ni un solo libro. Esta es la tercera edición en poco menos de tres meses.
Esto te impulsa a seguir escribiendo, ¿qué viene de aquí en adelante?
He terminado mi primera novela, no puedo adelantarte el título, por un concurso que hay en curso, pero tiene que ver con algo que me está pasando –vuelve a la enfermedad- con una mezcla del suicidio de mi mejor amiga en 2021. Es una novela basada en hechos reales, pero no la relación de mejor amiga que tuve con ella, era lesbiana. La novela está plasmada como un amor que nos teníamos y de ahí el suicidio.
Antes de cerrar María Alejandra se vuelve con los ojos difuminados: “Lo único que me calma, un poco -dice- es que antes de partir quiero dejar escritas todas estas historias que han pasado en la vida real”.
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