Mariana Behoteguy Chávez

Su fuente de inspiración la danza la ha llevado a diferentes continentes por el mundo entero. Actualmente radica en Barcelona. Además de bailar después de 10 años en Bolivia sintió “el sabor de las frutas, sus colores, fue sanador e inspirador”. 

Marchó del país hace una década convencida de su vocación. Baila ballet clásico. Sus pasos de cisne descifran en ella un misterio: La danza política que en ella adquieren miles de formas. No hace ruido. Sus piernas se deslizan suaves, aunque disparan metralletas de rebeldía. “Si existen otras vidas, empecé a danzar en todas ellas. Mi amor por la danza es algo natural que me permite ser quien soy desde la expresión de todos los sentidos”, se define.

“Empecé a danzar en Bolivia con la entrañable Melva Zarate, ella siempre creyó en mí. también con Carmen Castro. Después estudié en el ballet oficial. Me gradué en la Escuela Cubana Boliviana, con el maestro Fernando ballesteros y Magali Rodríguez.

Tuve la suerte de conocer a la maestra cubana Lupe Calzadilla en Paraguay, quién me otorgó una beca en el Ballet Nacional de Cuba, donde estudié con Gladys Acosta. Después, fui a la compañía argentina de Liliana Belfiore y estudié en el Teatro Colón, en la escuela de Julio Boca con Raúl Candal”. Una intensidad desbocada en pasión la mantienen intacta.

Mariana sigue: “En Francia obtuve la beca Adami en el Centro Nacional de Danza estudié contemporáneo con Diana Madden / Trisha Brown; tango con la maestra Lia Nany y coreografía pedagógica y jazz con Lynn Simonson. También en Madrid estuve becada en Karen Taft (Madrid Dance Center), escuela Mayor de danza y con Carmina Ocaña.

Parecería que tienes muchas vidas

Viví un tiempo en el palacio de Gaviria Arenal Nueve, donde pude vivir el surrealismo. Ahí conocí a artistas como Carmen La Griega, una pintora que me influenció mucho en la búsqueda de la salud del cuerpo y la mente por medio del Chikung; el bailarín de claque y performista, Andrés Herrera; Mónica Cañete quien me hizo vestuarios mágicos. Esta fue una época preludio donde experimenté la comuna el arte con sueños de cambio.

En Madrid, inicié el camino del tango en puntas con Jacobo Espina bailarín del circo del Sol. Ingrese en la compañía Black Box Danza Teatro, con la dirección del danés El Sjogren. Cuando viajé a las Islas Canarias ingresé a la compañía de José Manuel Armas, un bailarín a quien admiro y agradezco haberme incursionado en la danza Neo Clásica. Ambas experiencias influenciaron muchísimo en mi forma de expresión y me impulsaron a proponer la Danza Política. Fue así que nació Matria Libre- Arte Sin Frontera, compañía que me permitió viajar a Grecia, Amsterdam y París.

Durante la pandemia me asenté en Barcelona, donde radico actualmente. Ahora trabajo con el bailarín Ada Saliou de Senegal, con el establecimos y proponemos las bases del Matria Libre-Arte Sin Frontera.

Considero que mi búsqueda artística se encuentra en la danza como un medio para tener el espíritu libre y la técnica es la herramienta. Por eso comencé a proponer obras de creación colectiva y propia, que me permitan realizar una danza política,

La danza artística que propongo es un medio de comunicación para la transformación. El objetivo es sensibilizar a las diferentes realidades. Por eso trabajo en una danza Internacionalista que defienda los Derechos Humanos y de la Naturaleza.

Cuando danzó siempre le pido permiso a la naturaleza para ser su voz en la búsqueda de justicia. En el campo social trabajé con la socióloga Susana Leyton; la activista Maribel Santana y la médica Nancy Oblitas en las Islas Canarias. Ahí fue donde inicié mi camino hacia la danza revolucionaria, desde donde aporto a la defensa del pueblo Palestino; Mapuche, la liberación de las mujeres Kurdas y la defensa de la hoja de coca. Estas mujeres apoyaron mi danza encaminándola hacia la creación mi lenguaje Internacionalista, ecofeminista, anticolonial, anticapitalista y pro animalista.

Actualmente, en Barcelona, estudió con David Campos. “Estoy trabajando en la dirección del vídeo Carmen antitaurina un vídeo de arte feminista que propone un diálogo con nuevas masculinidades y proyecto de creación colectiva.

Mariana dice: “Volver a Bolivia ha sido sentir la esencia de la tierra, la naturaleza, el misticismo, la magia que evapora el territorio andino y sus paisajes. Fue como volver a reconocer mis raíces y reconocerme en ellas”.

“Sentir a mi papá mirando desde el Achachila Illimani. El sabor de las frutas y el brillo de sus colores, siento que fue algo sanador e inspirador. Pude pasar por la población de Pulacayo y repasar la importancia de la lucha minera expresada en la tesis de Pulacayo, planteada por los mineros en 1946. Además, tuve la experiencia profunda de danzar en el Salar de Tunupa, volcán femenino, que sigue latiendo.

que se encuentra en la población de Uyuni, en compañía de mi hermana Gabriela, quién me contó historias vivas antiguas que están latiendo y siguen construyendo historia. También sentir el sabor de las frutas, sus colores, fue sanador e inspirador.

Fue una experiencia profunda que no siempre valoramos, y cuando valoramos esto, debemos también agradecer a las personas del campo que cultivan y nos alimentan sin que reciben el reconocimiento justo por lo que nos brindan”.

¿Qué has sentido bailando después de tantos años en Bolivia?

Fue muy emocionante bailar para mí mamá, mi hermanita, mí nana, mi familia, bailar para gente tan pura del alma; sentí que estoy por buen camino creando una danza que transmite lucha y justicia que cuestiona las diferencias de clase y nos humaniza. Mucha gente lloró de emoción, siempre terminamos hablando con el público fue hermosa la respuesta. Siento que retorné inspirada, con ganas de construir puentes interculturales entre Europa, África y nuestra Abya Ayala.

¿Cómo encuentras al país?

Encontré un país más lindo con murales, crecimiento en diferentes sentidos, sentí

esa dicotomía entre lo ancestral y la necesidad del desarrollo.  Me encantaría que Bolivia apueste por la energía renovable, por un turismo sostenible y ecológico, que al tener tantos recursos sepa investigar y construir su propia industria desde una base eco sostenible, con justicia social y cuestionando el capitalismo y su base colonial.

Sentí la esencia de mi hermano René –sindicalista- gracias a él soy humilde, sentí a Manco Cápac y Mama Ocllo.

¿Te gustó el escenario y el ambiente en tus presentaciones?

El Bunker es un teatro con personalidad, se transforma tiene una apertura para crear, me hubiera gustado una tarima flotante pero más allá de ello se siente la búsqueda de un arte sincero autogestionado. La iluminación fue increíble. Creo que es importante apoyar espacios así para que crezcan y generen cultura abierta a todas las personas. la escenografía la hizo el arquitecto Eugen Fuchs, un artista boliviano.

¿Cuáles son tus siguientes pasos?

Junto Ada Saliou conformamos la compañía Matria Libre- Arte Sin Frontera. Viajamos con nuestras obras ´Sabia tierra´ y ´Abolición de la guerra´. Estamos creando una pedagogía libertaria. Nuestro objetivo es producir diálogos desde África, Abya Yala y una Europa abierta a nutrirse de la diversidad propia. Vemos al arte como un medio de generar un lenguaje libertario. Entendemos la danza política como una danza con sentido abierto y crítico con una fuerte base técnica tradicional africana, afro contemporáneo, ballet neoclásico. Buscamos investigar las danzas de Bolivia y el Abya Yala como un lenguaje de comunicación y lucha descolonizadora. Pensamos en la investigación como base para crear lenguajes corporales desde la función y diálogo entre cultura, investigar crear y fusionar la danza a través de la cooperación de culturas. También pensamos la danza como resistencia antitaurina, acabamos de terminar el vídeo Danza Carmen Antitaurina y Feminismo Sta, una mirada de nuevas masculinidades un diálogo con el hombre, víctima del sistema patriarcal, proyecto que habla desde el respeto a la vida.

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