Fraude en sí

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Venezuela, marcha de simpatizantes de Maduro
Foto: Fausto Torrealba | Reuters

Como bien dice Jaime Duran Barba, experto en varias hipérboles, pero sobre todo en el de marketing electoral, que los votos no aparecen de la noche a la mañana si no existiría una estructura. En ese contexto lapidario todos, absolutamente, son funcionarios del Chavismo, es decir, la estructura institucional que armó el comandante de la revolución bolivariana, heredada por Maduro que le permite hacer lo que quiera, dónde quiera y con quien quiera.

El sábado por la noche varios amigos iniciaron la cadena universal en la que se han transformado las elecciones de Venezuela para conocer si las arengas del dictador a un grupo de militares de que salgan a matar y otras cosas peores, no llevarían irremediablemente a un baño de sangre. Todos dan por hecho que las declaraciones son verdaderas. Primero, dudo de la veracidad de esos videos, la voz no parece la voz de Maduro y en caso de que decidiera sermonear en público estas consignas, sería verdaderamente ocioso seguir escribiendo del fatal desenlace.

Maduro quiere muertos, el mismo lo ha declarado, es la conclusión que sacan las personas que consultan en las redes las últimas declaraciones del dictador. En las redes corren las más estrafalarias versiones sobre lo que ocurrirá en Venezuela. Será imprevisible desde el campo militar, ya en el electoral como dijimos al comenzar esta nota, los números están deformados y no habrá nadie parecido a Goliat que haga cambiar el resultado.

Lo que valen son las voluntades de quienes son merecedores de los favores del régimen. El gabinete de Maduro está conformado por 12 militares, nueve en servicio activo. Es la fuerza que sostiene el esquema desde mucho antes de la muerte de Chávez. Su hija que no vive en Venezuela declaró sin que nadie se lo pida que tiene en sus cuentas 4.1 millones de dólares y según Forbes son 3.6.

A pesar de todas las imágenes que nos llegan de una Venezuela paupérrima, desde que la petrolera norteamericana Chevron volvió a hacer negocios en el país, hay barrios ricos en los que un televisor puede costar 115.000 dólares, comercio de lujo, concesionarias de Ferrari y otros lujos. Los dólares los puso el petróleo. Lo dijimos en nuestro resumen del pasado viernes.

Las cuentas que pone el petróleo no se miden en votos, se miden en dólares con los que la élite accede a estas tiendas VIP para seguir comprado su consigna “revolucionaria”.