Las Olimpiadas y el telón de fondo (la transexualidad)

La medalla de oro para la boxeadora argelina Khelif se tendrá que dilucidar en un juzgado de la capital francesa. La dama (que no se sabe si es de las demás) perdió la tan preciada conquista tras noquear a su contendiente en la batalla boxística en la categoría de los 66 kilos al comenzar la pelea. Luego sobrevino el torbellino de ataques al comité organizador de las Olimpiadas por permitir que el sexo (antes muy bien definido) ya no es tanto luego de la puesta en escena del artista francés Thomas Jolly, durante la inauguración olímpica. Una orgía que para algunos críticos ha servido para posesionar a una Europa venida a menos, por su cultura tan dispersa y universal. Y que encontró claro oscuros para mimetizar algunas variantes en las disciplinas olímpicas.

Pero más allá de las modalidades por donde se las vea, los códigos de ética escaparon por varios tubos de aire que para algunos iluminaron el cielo de Paris y ensombrecieron el avance para otros. Al ritmo que han tomado las cosas con la antorcha en las manos de Tom Cruise no sería nada raro que, en Los Angeles, se encienda la antorcha olímpica cerrando las protestas para evitar que los tribunales diluciden si “soy mujer o varón”, al deportista en el código genético de la transexualidad.