La Convención Nacional Demócrata se reúne en Chicago desde ayer con caras conocidas como los Clinton, Obama y compañía, modelando el “cambio”, aunque que se resiste dejar el poder que ha sumido al mundo en dos guerras como toque de piedra angular que los medios afines (la mayoría) se olvidan de reflejar entre sus focos de apuestas (¡Kamala gana!, dicen) en un día en el que el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, se volvió a abrazar con el líder israelita Benjamín Netanyahu y, en una rueda de prensa al final, condicionó la paz en la Franja de Gaza (ya destruida con más de 40.000 muertos) a la rendición de Hamas; y, en medio del efectivo abastecimiento ilegítimo de un tercero (EEUU) de armas letales a Ucrania (misiles de largo alcance) en el frente de guerra europea.
Muchos estarán pensando en lo que podría haber sido está convención sin tanta violencia. Pese a todo (los fingidos pasos zombis de Biden) el expresidente fue la figura de la primera noche de tres de la CND, que cerrará el miércoles con la (orquestada) maniobra de elegir a una mujer (raza y género) debilidades de las democracias contemporáneas. (En 1968 el candidato demócrata perdió de Richard Nixon por las protestas hippies y una generación rebelde que no se tragó el espectáculo, en otra dimensión, la guerra de Vietnam (sexo, drogas y rock and roll) que frenaron por estrecha diferencia la elección del vicepresidente demócrata Hubert Humphrey.
Los organizadores de la convención podrían estar teniendo dificultades para generar entusiasmo por un candidato (Biden) del que muchos de sus propios delegados habían llegado a disentir ante la idea de decenas de miles de manifestantes gritando “Joe el genocida” le causarían al evento una apariencia adicional de desunión y rencor. Al retirar su candidatura y al mismo tiempo respaldar a Kamala Harris, Biden disipó estos escenarios alternativos. Los demócratas ahora están planeando una celebración de una nueva fórmula que según la media estadounidense ha mejorado drásticamente las perspectivas.
El camino premeditado
Algunos de los rituales habituales de la CND ya se han desarrollado fuera del escenario. Kamala Harris no es la “candidata presunta”, sino la candidata real, habiendo ganado casi por unanimidad una lista de candidatos diseñada para evitar preguntas sobre el acceso a las papeletas en al menos un estado. Y Harris se adelantó a otro gran momento que solía ser el principal tema de conversación en la convención, la revelación de su compañero de fórmula. Afortunadamente para los demócratas, el entusiasmo auténtico paso a ser un sustituto más que adecuado para el suspenso artificial.
El giro tardío de la naturaleza misma de esta convención significa que la información sobre el programa de discursos y otros detalles ha tardado mucho en aparecer. Newsweek resumió los informes y rumores sobre cuándo hablarán los presidentes actuales y anteriores y los nominados:
Fuentes de ABC News (uno de los medios que hacen de corifeos demócratas) han revelado que hoy martes se espera que Barack y Michelle Obama tengan papeles importantes en Chicago, y se dice que el ex presidente será el orador principal. Las misma cadena ha revelado que los Clinton serán parte central del espectáculo encargados de presentar al gobernador Tim Walz el miércoles.
Como es habitual, la CND culminará con el discurso de aceptación de Kamala Harris. Hay mucho ruido sobre la posibilidad de que aparezcan como invitadas celebridades como Beyoncé y Taylor Swift ambas serían un gran contraste con el despliegue de Hulk Hogan y Kid Rock por parte de Trump en su convención. En cualquier caso, los demócratas tienen mucho poder estelar al que recurrir dadas sus conexiones con Hollywood y la industria bélica. El grupo de Washington, al que Jeffrey Sachs (conocido nuestro por el 21060) lo ha denominado “el complejo militar industrial que quiere la guerra”.