El expresidente Donald Trump tomó la delantera en el segundo debate, sorteó incómodos temas y acabó sacado de sus casillas.
La vicepresidenta de los EEUU Kamala Harris candidata por los demócratas a la Casa Blanca llegó dispuesta a zanjar definitivamente su lugar en casi todas las encuestas en las que mantiene cierta ventaja, se encontró al frente con un arrogante Trump de buen semblante, coherente pero que en varios pasajes perdió los estribos sin que eso quiera decir que salió mal parado del debate.
Harris quiso mostrarse conciliadora hablando que los Estados Unidos deben volver a ser un gran país, en el que los principios y la fidelidad del sistema contribuyan a la libertad, la ambición y los sueños de los norteamericanos. Una posición muy al estilo de la mamá gallina que cuida debajo del calor a sus pollos. Citando repetidas veces el orgullo de la nación con esperanza para los jóvenes y los de la tercera edad.
Una noche demasiado maternalista para la candidata que atacó a Trump de no tener un plan sobre temas esenciales como el aborto y de defensa para la gente pobre. Pasó mirando a Trump mientras hablaba siempre con una mirada de escrutinio entre sorprendida, sonriente e irónica.
El expresidente en cambio, a juicio de los procesos que ha tenido que enfrentar, acusó a la Corte de Justicia de partidista, que actúa ordenes de la administración Biden. Trump volvió una y otra vez sobre la permisibilidad de la actual administración en las fronteras lo que ha aumentado la inseguridad en el país. Acusó al gobierno y a Harris en particular de haber manejado una política migratoria laxa y permisiva.
A pesar de los ataques de Harris que lo acusó por no tener un plan en el tema del derecho al aborto que la demócrata mostró como una de sus caras fuertes, el expresidente salió del paso indicando que su administración será “excelente para las mujeres y sus derechos reproductivos”. Sin embargo, el republicano es mucho más ambiguo cuando se trata de hablar del futuro de las interrupciones voluntarias del embarazo en el país.
La guerra en Ucrania fue un gran momento para el líder republicano, pese a que fue atacado por Harris de ser amigo de un dictador (Putin) se limitó a señalarla por su estruendoso fracaso como mediadora para evitar la guerra. El candidato republicano a la Casa Blanca afiló puntada afirmando que “tiene un plan muy preciso para resolver la guerra en 24 horas”.
El expresidente, no obstante, se negó a comentar los detalles de estos hipotéticos planes. “Pero no puedo darte esos planes, porque si te los doy, no voy a poder usarlos, serán muy infructuosos. Parte de ello es la sorpresa ¿de acuerdo?”, comentó.
Donald Trump se erigió como el defensor absoluto de Israel durante el estallido de la guerra con el movimiento islamista palestino Hamás. Pero desde entonces ha sido bastante vago sobre la incondicionalidad de este apoyo, diciendo que no está “exactamente seguro” de aprobar la forma en la que Israel lleva a cabo la ofensiva en Gaza.