Fue por primera vez que una teocracia islámica tomaba el control de un país.
En el legado ideológico de Jomeini es fundamental el concepto de Velayat-e Faqih (Tutela del jurista islámico), que postula que un clérigo de alto rango debe supervisar la gobernanza del Estado para garantizar que las leyes y las políticas se ajusten a los principios islámicos. Esta teoría se consagró en la Constitución iraní y sigue siendo una piedra angular de su sistema político. Ha influido en otros movimientos islamistas y ha sido un punto de debate y contención dentro del islam chiíta.
El éxito de Jomeini inspiró a numerosos movimientos islamistas de todo el mundo musulmán. Su modelo de gobierno y su defensa de la resistencia contra la opresión resonaron entre los grupos que pretendían establecer Estados islámicos. Su énfasis en el antiimperialismo y la oposición a la influencia occidental se convirtieron en puntos de encuentro para diversos movimientos islamistas y revolucionarios de todo el mundo.
El establecimiento por parte del Ayatolá de un sistema político teocrático alteró drásticamente la gobernanza de Irán. El líder supremo, un cargo que Jomeini ocupó por primera vez, ejerce un poder significativo, eclipsando a órganos electos como el presidente y el parlamento. Esta estructura dual de gobierno sigue configurando la política iraní.
La revolución también provocó importantes cambios sociales y culturales, como la imposición de estrictos códigos de vestimenta islámicos, la segregación de sexos en muchos espacios públicos y un aumento general del papel de la religión en la vida cotidiana. La educación y los medios de comunicación se vieron fuertemente influidos por los principios islámicos, con el objetivo de fomentar una generación alineada con los ideales de la revolución.
La era de Jomeini supuso un cambio hacia políticas económicas que hacían hincapié en la autosuficiencia y la resistencia a la influencia económica occidental. Esto incluyó la nacionalización de industrias clave y la promoción de políticas destinadas a reducir la dependencia de entidades extranjeras. Sin embargo, estas políticas tuvieron resultados dispares, contribuyendo tanto a la independencia económica como a los continuos desafíos económicos.
La visión de Jomeini se extendió más allá de las fronteras de Irán. Trató de exportar la Revolución Islámica, apoyando a los movimientos chiíes en países como Irak, Líbano y Bahréin. La creación y el apoyo de Hezbolá en Líbano es un resultado directo de la política de Jomeini, que afectó significativamente a la geopolítica regional. También dirigió el país durante la guerra Irán-Irak, cuando la joven república tuvo que defenderse de la invasión de Sadam Husein, lo que provocó un conflicto de ocho años y la muerte de cientos de miles de iraníes.
Jomeini: “Los Estados Unidos son el ´Gran Satán´”
Con Jomeini, Irán adoptó una postura firmemente antioccidental, en particular contra Estados Unidos, al que apodaba el “Gran Satán”. Esta retórica y los acontecimientos posteriores, como la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense, dieron lugar a décadas de tensas relaciones con los países occidentales. Esta postura adversaria sigue influyendo en la política exterior de Irán.
El 4 de noviembre, un grupo de estudiantes universitarios iraníes autodenominados Estudiantes Musulmanes Seguidores de la Línea del Imán tomaron el control de la embajada estadounidense en Teherán, reteniendo como rehenes a 52 miembros del personal de la embajada durante 444 días.
En Irán, la crisis de los rehenes fue inmensamente popular y recibió el respaldo de Jomeini bajo el lema “Estados Unidos no puede hacer nada contra nosotros”.
Jomeini: “Israel es el ´Pequeño Satán´”
De forma similar, la relación de Jomeini con Israel, al que apodaba el “Pequeño Satán”, era de intensa animosidad y oposición, arraigada en creencias ideológicas, políticas y religiosas. La postura de Jomeini respecto a Israel determinó en gran medida la política exterior de Irán hacia este Estado y su papel en el conflicto general de Medio Oriente.
Tras varios años de salud deteriorada, Jomeini murió el 3 de junio de 1989 tras sufrir cinco infartos en cuestión de días a la edad de 89 años. Alí Jamenei le sucedió como líder supremo, que sigue en el poder en la actualidad.
El legado moderno de Jomeini
Sus partidarios lo consideran un héroe revolucionario que se enfrentó a la tiranía y al imperialismo, creando un gobierno basado en los valores islámicos. Los críticos, sostienen que sus políticas condujeron a la represión política, las penurias económicas y la pérdida de libertades personales. La situación de los derechos humanos en Irán, especialmente en lo que respecta a la libertad de expresión, los derechos de la mujer y la disidencia política, han sido un importante punto de controversia.
Treinta y cinco años después de su muerte, el legado del Ayatolá Ruholá Jomeini sigue siendo una fuerza poderosa en Irán y en el mundo árabe. El establecimiento de la República Islámica y los cambios ideológicos, sociales y políticos que promulgó siguen determinando la dinámica de la región. Su influencia en el islam político y su papel en la definición del lugar de Irán en el mundo lo convierten en una de las figuras más significativas de la historia contemporánea de Medio Oriente.
Tanto si se le considera un paladín del antiimperialismo y la gobernanza islámica como un símbolo de la represión y la rigidez ideológica, el impacto de Jomeini en la historia es innegable.