Bolivia de las mentiras al TikTok

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Foto: Kiichiro Sato/AP

Si la desinformación es considerada la nueva normalidad en el mundo después de que Elon Musk dejó en poder de sus clientes de X (ex Twitter) la patraña de que “la prensa ahora son ustedes” y el intolerante aliado del electo presidente de los Estados Unidos Steve Bannon (jefe de estrategia de la Casa Blanca en 2018 durante el primer mandato de Donald Trump) pontificó que la “verdadera oposición son los medios y la forma de lidiar con ellos es inundar el terreno de mierda”; el gobierno del presidente Arce le sigue los pasos de quien presumiblemente es su principal enemigo ideológico.

No por el respeto que se merece (la prensa) que ya no lo tiene desde que el MAS se hizo cargo de la conducción del aparato estatal en 2006, sino por la forma como la mentira se ha normalizado.

El Gobierno no ha hecho sino hundirse en esa normalidad que evita a toda costa, lo que significa a cualquier precio, decir la verdad. Ayer, uno de los personajes clave de la actual administración, el presidente del Banco Central de Bolivia (BCB) que atraviesa constantes ataques de pánico escénico, salió por lo que vulgarmente conocemos “la tangente” al anunciar una fake sobre la estabilidad de la cotización de la divisa norteamericana en el mercado negro.

Como todos bien saben, el gobierno tuvo que recurrir a la libre importación del diésel para abastecer la cadena productiva nacional, una pesadilla de proporciones épicas. Pero, las declaraciones del principal encargado del manejo monetario, sonó a una lata de mentiras.

Dijo sin desparpajo que los importadores de diésel no deberán recurrir al mercado negro del dólar porque la divisa norteamericana la pueden adquirir en el mismísimo BCB. A estas fake se suma la cadena de disparates de influencers y tiktokeros que cada mañana se levantan con el celular en la mano y se ponen a confabular contra la estabilidad haciendo cábalas patéticas sobre precios, cotizaciones, atendiendo una especie de narrativa lírica que no hace sino causar un efecto contrario, celebrado por las huestes de la medianía opositora que se ocupa de difundir esas y otras porquerías de igual manera que el gobierno las mentiras de sus funcionarios.