
Inversiones chinas en la Argentina superan los USD 23.000 millones.
Beijing no solo financió, sino que ejecutó y compró activos en los sectores que hoy son el motor de la recuperación argentina, desde Vaca Muerta hasta el litio en el norte.
El giro diplomático hacia Washington de la gestión de Javier Milei es la oportunidad que tiene el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de comenzar a reducir la influencia de China en América Latina. Así lo expresó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, como parte del contexto en el que activó la asistencia financiera: “Milei tiene el compromiso de sacar a China de la Argentina”. La inversión asiática en el país es de un stock de USD 23.345 millones, es más estratégica que cuantiosa y está repartida en sectores que al país norteamericano le interesa estar.
Beijing no solo financió, sino que ejecutó y compró activos en los sectores que hoy son el motor de la recuperación argentina, desde Vaca Muerta hasta el litio en el norte. Nadie cree que el gobierno de Donald Trump pedirá desinvertir, pero sí “evitar que China haga nuevas inversiones en áreas puedan ser sensibles para los intereses geopolíticos de Estados Unidos”, planteó el experto en economía internacional, Marcelo Elizondo.
El principal obstáculo para la “des-chinización” es que el gigante asiático opera más como un banquero de última instancia que como un inversor tradicional. De ese stock total, unos USD 10.600 millones corresponden a financiamiento de infraestructura crítica, como las represas hidroeléctricas en el sur, según se desprende de un documento de la Cámara Argentino – China.
Recursos estratégicos
Donde la ecuación se vuelve más compleja es en la propiedad de los recursos estratégicos. China destinó más de USD 8.100 millones a la compra directa de empresas (M&A), asegurándose participaciones claves en petroleras como Bridas (vía CNOOC) o en yacimientos de oro y litio. Mientras Estados Unidos llega tarde a la carrera por los minerales críticos, empresas como Ganfeng Lithium ya tienen sus plantas operativas y exportando.
Yuanes en la tierra
De los USD 23.345 millones totales, unos USD 4.643,5 millones corresponden a proyectos greenfield genuinos. Lejos del mito de la primarización absoluta, el podio de estas inversiones nuevas lo encabezan las plantas industriales (USD 1.466 millones) y la energía eólica (ySD 942 millones), relegando al litio a un tercer lugar en cuanto a desembolsos para construcción, aunque con una altísima efectividad: la planta de Ganfeng Lithium en Salta, una inversión de USD 600 millones, ya es una realidad operativa que exporta, mientras que Estados Unidos todavía discute cómo entrar en el negocio.
Sin embargo, la radiografía del estado de estos 21 proyectos revela que si bien 10 de ellos están en pleno funcionamiento —incluyendo los USD 500 millones de los parques eólicos Loma Blanca—, la lista también incluye ‘elefantes blancos’. El megaproyecto de una planta de agroquímicos y puerto por USD 1.370 millones permanece en un limbo administrativo, la represa Portezuelo del Viento (USD 712 millones) no pasa de la firma de acuerdos, y casos como el de Ambassador Fueguina terminaron en quiebra.
Del paquete de proyectos nuevos, unos USD 2.730 millones (casi el 60%) son Inversión Extranjera Directa (IED) genuina, donde el capital chino asume el riesgo comercial y la propiedad, como sucede en el litio o las plantas fabriles. El resto, unos USD 1.914 millones, corresponde a contratos ‘llave en mano’, un modelo donde China pone la tecnología, construye la infraestructura —fundamentalmente parques eólicos y represas— y entrega la llave, asegurándose así la venta de sus equipos sin necesariamente atarse al riesgo operativo argentino a largo plazo.”
La billetera del financiamiento chino
De los USD 10.616 millones prestados por bancos chinos, casi el 95% se concentra en apenas dos rubros que definen la matriz logística y energética nacional: las represas hidroeléctricas en Santa Cruz y la reactivación de los trenes de carga. Unos USD 8.000 millones están asignados a las centrales Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, obras que hoy figuran ‘en construcción’ y que están en suspenso desde el inicio de la administración libertaria. Su suspensión significaría no solo un default técnico de los contratos, sino dejar dos moles de hormigón a medio hacer en la Patagonia.
Mientras proyectos menores como la ampliación del Puerto Gran Rosario (USD 27 millones) ya figuran como ‘finalizados’, las grandes apuestas siguen abiertas. El caso del Belgrano Cargas, una inyección de USD 2.099 millones que hoy está plenamente operativa (‘En funcionamiento’), demuestra que el sistema ferroviario del norte argentino ya corre sobre rieles financiados por Beijing. Desactivar este esquema sería un desafío de ingeniería financiera.












