¿Por dónde atacará Putin a Europa?

Por El Grand Continent con edición dat0s
0
107
Rusia ante europa

Zilupe. Quizás este nombre no le diga nada. Sin embargo, es por esta pequeña ciudad letona por donde los ejércitos de Putin tendrían más posibilidades de abrirse paso en la OTAN.

Para evitar caer en el optimismo o el alarmismo, siempre hay que partir de los hechos: Putin amenaza clara y directamente a Europa. Sesenta y cinco kilómetros. Esa es la distancia que separa la frontera de Bielorrusia de la del enclave ruso de Kaliningrado. Esta zona entre Polonia y Lituania, conocida como el corredor de Suwalki, garantiza la continuidad territorial del corazón de la Unión Europea, «desde Lisboa hasta Tallin», y constituye el único enlace continental de la Alianza Atlántica con las tres repúblicas bálticas.

Desde 2015, la región es objeto de toda la atención.

Ese año, un artículo de Paul McLeary comparaba el corredor de Suwalki con la «brecha de Fulda», que durante la Guerra Fría había concentrado gran parte de los temores de una invasión por parte de las fuerzas del Pacto de Varsovia. 1

Desde la instalación en 2016 de brigadas multinacionales de la Alianza en esta zona, 2 se imagina que las fuerzas rusas concentradas en Bielorrusia tendrían como plan, desde el inicio de una guerra contra la OTAN, cruzar este corredor. Al mismo tiempo, podrían aislar Kaliningrado y cortar los países bálticos del resto de la alianza, lo que facilitaría su posterior invasión. 3

Más recientemente, los proyectos de «muros» contra los drones en el flanco este de Europa prevén automatizar la detección y neutralización de las «fuerzas enemigas concentradas en el corredor de Suwalki». 4

Sin embargo, ¿nos harán los rusos el favor de atacar donde los esperamos?

¿O hay que buscar en otra parte el eslabón débil?

Y, por cierto, ¿el eslabón débil de qué?

El plan Suwalki: ¿una estrategia de la Guerra Fría?

Durante la Guerra Fría, cuando los temores se centraban en la vulnerabilidad de la brecha de Fulda, el escenario de referencia de un conflicto contra el Pacto de Varsovia era el de una invasión de Europa Occidental por parte del Ejército Rojo y sus aliados, precedida en mayor o menor medida por el uso de armas nucleares.

En aquella época, la URSS disponía de los medios y los efectivos necesarios para plantearse la conquista de Europa, asumiendo el riesgo de un apocalipsis; solo hay unos 300 kilómetros entre la frontera checa y el Rin.

Al mismo tiempo, se comprendía bien el riesgo de un «Hamburg Grab»: 5 La OTAN contemplaba la posibilidad de que los soviéticos intentaran una toma territorial limitada, que «pondría a prueba» la resolución de la Alianza y podría poner de manifiesto la falta de voluntad estadounidense de comprometerse por una «simple ciudad alemana».

Esta razón fue una de las que justificaron el mantenimiento de una defensa avanzada, potente pero muy expuesta, lo más cerca posible del telón de acero. La Alianza asumía una mayor vulnerabilidad inicial en caso de una guerra total —poco probable— a cambio de limitar el riesgo —más probable— de una toma de territorio.

Por analogía, puede resultar tentador pensar que el corredor de Suwalki constituiría nuestra nueva brecha de Fulda: su toma permitiría dividir la alianza en dos, supondría una prueba importante para nuestras fuerzas convencionales y permitiría a Rusia iniciar el conflicto en términos favorables.

Sin embargo, ¿entra realmente en la estrategia de Rusia iniciar una lucha de fuerte contra fuerte atacando donde se espera?

Un ataque masivo en esta región arrastraría inevitablemente a Polonia al conflicto. Supondría un gran shock para la OTAN y para Europa, ya que pondría en peligro todas las fuerzas de disuasión presentes en los países bálticos. Para cualquier administración estadounidense, representaría una amenaza tal que no podría ignorarse.

Ante una Polonia que pronto contará con el primer ejército de tierra de Europa, 6 un ataque de este tipo implicaría para Rusia desplegar un cuerpo de combate en el extremo de Bielorrusia, con un abastecimiento muy dependiente del eje Hrodna-Minsk, expuesto a lo largo de la frontera lituana.

Justificaría todos los ataques posibles contra Kaliningrado; el centro del conflicto podría situarse aguas abajo del enclave, con las fuerzas rusas encontrando resistencia a mitad de camino.

Al afectar a Lituania, donde está estacionada la brigada bajo mando alemán, la invasión arrastraría a Berlín a la guerra, cuando Alemania, según las condiciones políticas imperantes, podría mantenerse al margen de una confrontación armada.

Por último, el terreno del corredor de Suwalki no es muy adecuado para lo que es hoy en día el ejército ruso: una fuerza que se apoya en sus drones y su infantería tendría que invadir una zona boscosa —menos propicia para los drones— y con suelos poco firmes en los que la infantería correría el riesgo de atascarse. 7

En otras palabras, atacar por el corredor de Suwalki supondría un enorme riesgo político y militar para Rusia.

Es cierto que, desde febrero de 2022, no se puede descartar un comportamiento aparentemente suicida por parte del poder ruso, cuya racionalidad y cultura estratégica difieren mucho de las nuestras. Sin embargo, incluso con una interpretación adecuada, parece que la probabilidad de un ataque contra el corredor es bastante baja en vista de los objetivos de Vladimir Putin.

Debilitar a la Unión en lugar de conquistar territorios

A corto plazo, el objetivo del actual poder ruso con respecto a Europa no es la conquista territorial, sino el debilitamiento de la propia Unión como institución.

Lo mismo ocurre con la OTAN: como organizaciones que reúnen a Estados más débiles que Rusia para crear una fuerza colectiva superior a ella, estas instituciones constituyen nuestro «centro de gravedad». Si estas dos instituciones se derrumban, Rusia se encontrará en una posición de fuerza frente a cada uno de los antiguos miembros, capaz de dictar su agenda de dominación imperial a naciones cuya solidaridad habrá sido puesta a prueba y derrotada.

El beneficio es doble: en su territorio, la Federación Rusa eliminaría cualquier alternativa deseable para los pueblos que la componen; en el extranjero, destruiría dos de los pilares de un orden internacional basado en el derecho: la legítima defensa colectiva y el respeto de las fronteras y la soberanía de las naciones, grandes o pequeñas. 8

¿Cómo se destruye una institución?

El método es sencillo: se trata de poner a prueba su solidez ante una crisis que se supone que sabe gestionar, maniobrando para que fracase.

Para ello, no es necesario infligir enormes destrucciones humanas o materiales: basta con un fracaso político.

En el caso de la Unión, al igual que en el de la OTAN, la solidaridad de los miembros es el fundamento de la institución, inscrito en los textos fundacionales como un acto de fe. Sin embargo, si bien esta solidaridad durante la Guerra Fría fue generalmente fuerte entre los europeos, el alineamiento de Estados Unidos siempre ha sido un motivo de preocupación en nuestra orilla del Atlántico.

En cada crisis, desde el bloqueo de Berlín hasta los euromisiles, la Alianza siempre ha presentado un frente relativamente unido: el liderazgo estadounidense era inequívoco a la hora de prometer un compromiso y represalias en caso de ataque contra Europa, aunque su forma e intensidad se inscribieran en una cierta ambigüedad estratégica.

Esta firmeza no desapareció con la Guerra Fría. En 2014, tras la invasión de Crimea y sin esperar una respuesta colectiva de la Alianza, Estados Unidos envió inmediatamente fuerzas y demostró su liderazgo para organizar la respuesta colectiva que basaba la disuasión en la reaseguración. 9 Esta reacción devolvió la credibilidad a la administración de Obama, que había sido puesta en duda debido a su orientación hacia Asia y el desarme nuclear.

En 2025, con Donald Trump en la Casa Blanca, la situación es radicalmente diferente.

A pesar de su incapacidad para triunfar en Ucrania, los siloviki en el poder en Moscú podrían aprovechar el «momento trumpiano» para intentar hacer tambalear a la OTAN y a la Unión.

Para ello, deben encontrar un objetivo que cumpla varios criterios.

En primer lugar, el objetivo debe ser lo suficientemente importante como para resultar significativo para muchos europeos, pero también lo suficientemente poco crítico como para que la administración de Trump tenga todas las razones para rechazar un compromiso.

A continuación, lo ideal es que, a ojos de muchos europeos, no justifique que estos se arriesguen a una guerra contra Rusia.

Por último, el objetivo debe ser propicio para la aplicación de la doctrina rusa de «guerra de alto nivel», basada en eludir la lucha armada, que convierte la guerra en un fenómeno permanente, proteiforme e híbrido, en el que el combate es solo una fase más de la acción destinada a someter al adversario. 10

¿Dónde atacará Rusia? Las opciones que hay que descartar

A la luz de estos criterios, se puede plantear la hipótesis de que el corredor de Suwalki sería «demasiado grande».

Este corredor es a la vez demasiado consensuado para los europeos y demasiado difícil de ignorar para los estadounidenses.

Lituania no es un país propicio para las acciones de injerencia rusa, y mantener a Polonia y Alemania fuera del conflicto debería ser una prioridad para Rusia; además, el terreno no es favorable y las vías de comunicación quedarían expuestas.

Para Moscú, la apuesta es arriesgada, tanto política como militarmente.

La hipótesis estonia

Del mismo modo, la ciudad de Narva, en Estonia, citada regularmente junto con Suwalki como posible objeto de un intento de toma de territorio, también constituye un objetivo difícil, aunque se haya podido comparar con Danzig al preguntarse si había que «morir por Narva». 11

Es cierto que la ciudad se encuentra junto a la frontera, una posición propicia para un ataque sorpresa, y que alberga minorías lingüísticas rusoparlantes que pueden ser instrumentalizadas, lo que facilita las acciones de injerencia y manipulación política. Desde el punto de vista logístico, Rusia podría además utilizar sus líneas interiores y estaría menos expuesta a maniobras en sus flancos, al tiempo que se beneficiaría de sus burbujas de denegación de acceso nacionales.

Sin embargo, hay otras razones que pueden disuadir a Moscú de atacar por ese lado: Estonia alberga el grupo de combate de la OTAN dirigido por los británicos, en el que se encuentra la agrupación francesa. La perspectiva de enfrentarse, desde el primer día y desde la primera hora de los combates, a las tropas de las dos potencias nucleares europeas constituye un factor desfavorable, tanto por su calidad como por los riesgos de escalada.

Igualmente, desfavorable es la perspectiva de ver intervenir a Finlandia, país muy cercano a Estonia, que cuenta con un ejército considerable y autónomo, y que podría minar rápidamente las aguas frente a San Petersburgo, paralizando —por fin— la flota de petroleros rusos.

Por si fuera poco, la propia Estonia está realizando esfuerzos considerables para mejorar su defensa nacional: podría convertirse en una «abeja capaz de paralizar a un elefante», por citar las palabras de su ministro de Defensa en estas páginas.

Atacar por el norte

Los escenarios de ataque a veces evocan el Finnmark noruego. Sin embargo, sería una opción delicada para Rusia.

Es cierto que, en el pasado, se ha sospechado que Rusia fomentaba movimientos de espionaje en Finnmark. También ha intentado mantener su influencia allí a través de acciones pseudomemoriales. 12

Sin embargo, la sociedad noruega está muy unida y la cercana Finlandia estaría dispuesta a intervenir. Por lo demás, las acciones rusas deberían partir de la península de Kola, uno de los bastiones de la disuasión nuclear, en particular por la presencia de bases que albergan submarinos nucleares lanzadores de misiles.

Lo más importante es que no se ve qué argumento podría esgrimir Moscú para justificar una invasión de Finnmark, más allá de la retórica clásica de que la mera presencia de la OTAN cerca de su frontera constituye una amenaza.

En caso de crisis ya iniciada, una acción en esta zona tendría, como mucho, un importante potencial de distracción, al neutralizar gran parte de la capacidad noruega de proyectarse en otros lugares; la toma del puerto de Kirkenes sería una agresión que dificultaría sin duda la intervención de la OTAN desde el punto de vista militar, pero que sería relativamente consensuada desde el punto de vista político, al menos entre los aliados europeos.

Ucrania como amortiguador de Moldavia

Por último, la cuestión de Moldavia se plantea con bastante frecuencia: una vez más, la situación no parece prestarse a una acción militar.

La situación moldava depende objetivamente del destino de Ucrania y de su capacidad para conservar la región fronteriza de Odessa.

Por el momento, las fuerzas rusas en Transnistria son demasiado débiles para intentar un golpe de fuerza contra Moldavia, demasiado débiles para resistir una intervención ucraniana e imposibles de reforzar de manera significativa mientras dure el conflicto en Ucrania.

En otras palabras: a Moscú le interesa mantener el statu quo militar en Moldavia mientras Ucrania resista.

La desestabilización de Moldavia que busca Rusia olo puede provenir, por el momento, de acciones de injerencia por debajo del umbral de la lucha armada.

Por último, al no ser miembro de la Unión Europea ni de la OTAN, el ataque a Moldavia tendría, una vez más, un valor principalmente de prueba.

Letonia y Svalbard: ¿los eslabones débiles?

En muchos aspectos, una incursión en la frontera letona podría, en cambio, constituir una opción tentadora para Moscú.

En el marco de una operación de este tipo, no se trataría de llevar a cabo una gran «campaña de invasión», sino de adentrarse unos kilómetros, mediante una operación de bandera falsa, para tomar uno o dos pueblos en una zona con minorías rusoparlantes.

El mapa de las minorías rusoparlantes proporciona, en este sentido, un «plan de marcha» bastante conveniente.

La hipótesis de Zilupe: un punto débil de la Alianza en Letonia

Los alrededores de Zilupe, en el este del país, muy alejados de la capital, Riga, y del cuartel general de las tropas de la OTAN que se encuentran allí, combinan un terreno relativamente más abierto que Suwalki, la presencia de minorías rusoparlantes y una vía férrea y una importante carretera desde Rusia.

Letonia alberga la minoría rusoparlante más importante de los países bálticos. Una buena parte de estos rusoparlantes se instaló en la época soviética: según las autoridades letonas, representan el 23,7 % de la población. 13

Una campaña de influencia en el país encontraría fácilmente algunos intermediarios dispuestos a apoyar la versión de Moscú, quizá a cambio de dinero.

En una campaña de influencia, la veracidad importa menos que la verosimilitud.

Y esas campañas ya comenzaron: el gobierno letón se esfuerza por responder a ellas lo mejor posible, en cooperación con el Strategic Communications Center of Excellence de la OTAN ubicado en el país. 14

Rusia también podría aprovechar la falta de preparación de las fuerzas armadas adversarias.

En Letonia está estacionada la brigada multinacional de la OTAN comandada por Canadá, una unidad compuesta por un gran número de miembros (14). Pero parte de sus fuerzas proceden de países cuyos ejércitos no se encuentran entre los mejor preparados para el combate combinado moderno. 15

En noviembre de 2025, durante el ejercicio «Resolute Warrior» de esta brigada, no se difundió ninguna imagen que mostrara el uso de drones, jaulas de combate o tácticas como las que se están utilizando en Ucrania: por el contrario, los tanques sin protección, las piezas de artillería estáticas sin camuflar y colocadas a la vista o los helicópteros que se acercaban a la zona de maniobras a plena luz del día dejan dudas sobre la calidad del entrenamiento de esta unidad. 16

Todos estos factores hacen que sea posible que Rusia siga un guion conocido: fomentar actos de falsa bandera contra las minorías rusoparlantes, contrabandear armas —a través del puerto de Riga—, agitar a las milicias, clamar contra la opresión e intervenir con sus fuerzas sin reconocimiento oficial para apoderarse de algunos pueblos fronterizos y atrincherarse bajo la protección de drones y misiles antiaéreos.

De acuerdo con su doctrina, los rusos aportarían una potencia de fuego superior, pero que permanecería en gran parte en su territorio, obligando a los europeos a asumir el costo político de un ataque contra Rusia.

Además, los drones tienen la ventaja de poder aumentar el alcance de la «negación plausible» al pretender inicialmente que no son «rusos».

Esta táctica permitiría evitar el compromiso directo desde el primer día de las tropas británicas y francesas estacionadas en Estonia, así como de las tropas alemanas y polacas posicionadas en el corredor de Suwalki.

Además, no daría realmente ningún pretexto para un ataque contra Kaliningrado.

Ante una incursión limitada bajo bandera falsa, negada por Moscú, la reacción de la Alianza se vería sometida a una dura prueba.

Es cierto que los planes de fortificación de la frontera por parte de los países bálticos son ambiciosos. Sin embargo, ¿se llevarán a cabo antes de que termine la presidencia de Trump II? Por ejemplo, la defensa letona no prevé completar las obras principales antes de 2029, 17 es decir, al final del mandato del actual presidente estadounidense.

Para Rusia, atacar Letonia es atacar tanto a la OTAN como a la Unión al mismo tiempo, lo que supone un doble golpe y, si una de las dos instituciones vacila, un golpe ganador.

El archipiélago de Svalbard

Mucho más al norte, el archipiélago de Svalbard podría ser otra presa codiciada por Putin.

Aunque se encuentra bajo soberanía noruega, el estatus del archipiélago está establecido por un tratado que data de 1925 y prohíbe su militarización.

Este tratado especifica además que todos sus signatarios, entre los que se encuentra Rusia, disfrutan de «igual acceso» a sus recursos naturales. 18

Más cerca de nosotros, el gobierno noruego intenta reafirmar su soberanía sobre el archipiélago mediante disposiciones legales que Rusia no reconoce como válidas, en virtud de su interpretación del tratado de 1925.

La defensa del archipiélago sería difícil para Noruega: su flota de alta mar solo cuenta con cuatro fragatas y no se prevé que se incorpore ningún buque adicional al servicio antes de 2030, en el mejor de los casos. 19

Además, desde 2022, Rusia ha decidido reforzar la presencia de sus ciudadanos en el archipiélago. 20

Situado al norte del paralelo 76, el archipiélago de Svalbard constituye una presa ártica muy alejada del corazón del continente europeo y, sin duda, de las preocupaciones de la mayoría de sus poblaciones.

Su entorno polar, muy difícil, hace que solo las fuerzas de un puñado de países —entre ellos, en Europa, Francia y el Reino Unido— sean capaces de intervenir allí junto a Noruega.

Además, Svalbard alberga una mina de carbón rusa, con una importante plantilla.

Las armas de fuego son numerosas y «obligatorias» en las islas, debido a la presencia de osos polares.

Rusia cuenta con fuerzas árticas que, aunque han sido puestas a prueba por la guerra en Ucrania, conservan una experiencia innegable en este entorno. 21

Se beneficiarían de la proximidad de la península de Kola, pero sin exponerla directamente a los ataques.

Miembro fundador de la OTAN, Noruega no es miembro de la Unión, pero sigue siendo su principal proveedor de gas natural y mantiene estrechos vínculos de hermandad con el resto del espacio europeo.

La solidaridad de principio será sin duda fuerte, aunque el comportamiento de Noruega para reafirmar su soberanía sobre el archipiélago la expone a ataques de desinformación rusos que proporcionarían a los países poco dispuestos a apoyar a Oslo más allá de las palabras argumentos para no intervenir.

Es de suponer que, en caso de una acción rusa contra Svalbard —por ejemplo, para «defender» los «intereses económicos»—, la reunión del Consejo del Atlántico Norte se vería complicada por los recientes objetivos estadounidenses en Groenlandia y sería difícil alcanzar un consenso.

En resumen, intervenir en Svalbard permitiría a Rusia «plantar su bandera» en territorio europeo, al tiempo que ofrecería a Estados Unidos argumentos sólidos para no aceptar la activación del artículo 5.

¿Cuántos países europeos se comprometerían entonces en una coalición sin el apoyo estadounidense, en el gran norte, para disputarse unos cuantos acres de tundra?

El daño político a la solidaridad europea sería considerable.

Además, esta opción se suma a una crisis en Letonia, en la que las fuerzas rusas implicadas podrían ser muy diferentes.

La Rusia de Putin conoce nuestros puntos débiles y los explotará

En los dos casos estudiados, se pueden tomar medidas militares rápidamente para contrarrestar el riesgo de que Rusia tome medidas coercitivas, por ejemplo, distribuyendo mejor a las «grandes naciones» en los países bálticos, para garantizar que sea imposible atacar a uno de ellos sin luchar contra franceses, británicos o alemanes.

En el plano diplomático, hay que realizar un esfuerzo considerable para que Polonia también acepte participar en estos grupos de reaseguro y no se contente con formar un ejército considerable pero aterrorizado ante la idea de cruzar su propia frontera para ayudar a un aliado.

En el gran norte, debe reforzarse la preparación operativa de las naciones europeas —sin ayuda estadounidense— con vistas a defender los derechos europeos en el Ártico: ya se trate de Groenlandia, de la libertad de navegación, de Svalbard o de la isla de los Osos, los europeos deben disponer de medios creíbles y entrenados para defender y, si es necesario, recuperar por la fuerza cualquier toma de control rusa.

Es cierto que los reveses de la Royal Navy, especialmente en el ámbito submarino, debilitan aún más las posiciones europeas. 22

Quizá corresponda a naciones tradicionalmente ausentes de estas aguas, como Portugal, venir a entrenarse aquí.

En alta mar, como ya hemos señalado, hay que prever un importante esfuerzo de adaptación y protección de nuestros flujos marítimos, aunque la amenaza quizá tarde aún algunos años en materializarse, al menos bajo el mar.

Por último, de manera transversal, es importante convencer a los países europeos que aún se niegan a invertir en capacidades de mando y control (C2), inteligencia, vigilancia y reconocimiento que no sean estadounidenses.

Además de las capacidades de la OTAN, esto nos permitiría librar un conflicto «con Estados Unidos si podemos, sin ellos si debemos».

Pero los ajustes militares, de capacidad y técnicos no son lo más importante.

La Kalashnikov del siglo XXI: el eslabón más débil está ahí, en sus pantallas

Es muy probable que estén leyendo este artículo en una pantalla.

Ahí es donde comienza el eslabón más débil de Europa.

El principal modo de acción ruso ya en marcha —como se ha repetido a menudo— es la guerra informativa, para debilitar la cohesión de nuestras sociedades democráticas. Rusia dedica a ello medios considerables, lo sitúa al mismo nivel que la lucha armada y ahora invierte en inteligencia artificial para redoblar sus esfuerzos. 23

Las maniobras de influencia, injerencia y difusión de noticias falsas son las «Kalashnikov del siglo XXI»: baratas, fáciles de producir y utilizar, presentes en todas partes y aptas para múltiples usos, permiten a Moscú librar su guerra contra Europa directamente desde nuestros teléfonos.

El punto común entre todos los escenarios contemplados en este artículo es que serían pruebas de cohesión política para los europeos, con o sin Estados Unidos, o incluso contra ellos.

Pero para que esta cohesión de las instituciones se manifieste, también debe basarse en una cohesión social.

Esta cuestión se ha plasmado admirablemente en la película Darkest Hour, cuando un vacilante Churchill, atrapado en la tormenta de mayo-junio de 1940, «pone a prueba» la cohesión de los británicos en el metro de Londres y sale sorprendido por su solidez.

En la era de las redes sociales, esta resiliencia social es más frágil que nunca y, en Berlín, Londres o París, las próximas elecciones podrían llevar al poder a partidos más cercanos a las ideas de Donald Trump que al legado democrático europeo.

No nos equivoquemos: nuestras sociedades europeas están en crisis y el declive nos amenaza.

Pero a su alrededor, la depredación de los imperios no se andará con miramientos.

El reto más importante para nuestras sociedades no es militar. Es político. Sabremos reforzar nuestros eslabones militares débiles si comprendemos que nuestra cohesión no es asunto de todos, sino que nos concierne a cada uno de nosotros individualmente.

 

Notas al pie

1.   P. McLeary, «Meet the New Fulda Gap», Foreign Policy, 2015.

2.   En el marco del «plan de acción de respuesta rápida» (NATO Enhanced Forward Presence).

3.   L. Elak & Z. Sliwa, The Suwalki Gap – NATO’s fragile hot spot, Varsovia, 2016.

4.   S. Rosenberg, «Europe´s New Lines of Defense Are Not Maginot 2.0», War on the Rocks, 2025.

5.   Citado así en el informeDefending NATO-Europe, Forward Defense and Nuclear Strategy, Defense Nuclear Agency, Washington, 1977.

6.   Léo Péria-Peigné y Amélie Zima, Pologne, premiere armée d´Europe en 2035?, Études de l’Ifri, París, 2025.

7.   R. Parafianowicz, The Military-Geographical Significance of the Suwalki Gap, Varsovia, 2017.

8.   En este sentido, los intereses de Washington y Moscú convergen hoy en día para socavar estas instituciones, destruir la Unión de manera deliberada y, en el caso estadounidense, convertir a la OTAN en una organización de vasallos y no de aliados, con una geometría variable en función de los tributos pagados al protector.

9.   G. Wright, Deterrence through reassurance: Russia in Eastern Europe, Army War College Review, Vol. 3. No. 1, 2017.

10.               D. Minic, Pensée et culture stratégiques russes, du contournement de la lutte armée à la guerre en Ukraine, FMSH, París, 2023.

11.               Institut Montaigne, «L’OTAN à l’épreuve de la menace russe : l’hypothèse balte», noviembre de 2025.

12.               A. O. Holm y B. A. Molid Martinussen, «Norwegian-Russian Battle of Wreaths During the Commemoration of Finnmark´s Liberation», High North News, 29 de octubre de 2023.

13.               R. Krumm, K Sukevics, Toms Zarins, Under pressure: an analysis of the Russian speaking minority in Latvia, Friedrich Ebert Stiftung, Riga, 2023.

14.               E. Vroblevska & B. Idri, What’s the best way to deal with Russian information manipulation? Latvia has answers, Atlantic Council, Riga, 2025.

15.               En noviembre de 2025, según el gobierno canadiense, la brigada estaba compuesta, además de por canadienses, por soldados de Albania, Dinamarca, España, Islandia, Italia, Letonia, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, Eslovaquia, República Checa, Eslovenia y Suecia.

16.               Ver la cuenta X de la brigada: @NATOMNBLatvia.

17.               A. Kuczynska-Zonik (dir.), Baltic Defense Line, Institute of Central Europe, Lublin, 2025.

18.               Este acceso permitió a la URSS explotar una inmensa mina de carbón durante la Guerra Fría.

19.               «Norway selects British Type 26 frigates», Naval News, 31 de agosto de 2025.

20.               A. Ahonen et. al., Russia’s Information Influence Operations in the Nordic – Baltic Region, NATO STRATCOM COE, Riga, 2024.

21.               T. Bouffard et al., Russia Arctic land forces and defense trends redefined by NATO and Ukraine, US Army War College, Washington, 2025.

22.               G. Allison, «Former Sea Lord warns UK subs in worst shape for decades», UK Defense Journal, 10 de diciembre de 2025.

23.               C. Wallner, S. Copeland y A. Giustozzi, Russia, AI and the Future of Disinformation Warfare, RUSI, Londres, 2025.


"La realidad no ha desaparecido, se ha convertido en un reflejo"

Jianwei Xun
Si quieres apoyar nuestro periodismo aporta aquí
Qr dat0s