Patéticos y peligrosos jueces de cada día
“Esta carne sirve de antemural a nuestra vida”, sentencia Shakespeare en el último pasaje citado de El Rey Ricardo. Nuestra vida verdadera no está aquí, sino allá. Aquí sólo tenemos una corta existencia que debe servirnos como preparación para la vida eterna. Es la convicción del Rey: “Necesitamos conquistar por nuestras existencias santas la corona de un nuevo mundo”. (EL REY RICARDO, Acto V, Escena 1ª)
“Un mundo cuya melodía angelical concierta con las voces de los querubines, de ojos eternamente jóvenes. Las almas inmortales tienen en ella una música así; pero hasta que cae esta envoltura de barro que las aprisiona groseramente entre sus muros, no podemos escucharla”. (EL MERCADER DE VENECIA, Acto V, Escena única).
“En ese mundo, Dios está por encima de todo; y hay almas que se salvarán y otras que no se salvarán”. (OTELO, Acto II, Escena 3ª)
Seremos responsables de nuestros actos y nuestros argumentos carecerán de valor. Sucederá lo que dice San Pablo que “toda boca se tapará y todo el mundo se sujetará a Dios”, porque: “Allí no valen subterfugios: allí la acción se muestra tal cual es, y nosotros mismos nos vemos obligados a reconocer sin rebozo nuestras culpas, precisamente cara a cara de ellas”. (HAMLET, Acto III, Escena 3ª)
Me dirijo a Usted con el respeto que su cargo se merece Señora Juez, Patricia Santos.
Cuando alguien destruye su vida y termina muerto deja el mundo y nadie más que Dios puede saber los pormenores de lo que sigue. El muerto ya no puede hacer daño a nadie. Los vivos somos los que sufrimos las consecuencias a cada paso de la negligencia, irresponsabilidad e insensibilidad de nuestros prójimos. Pasaron más de tres meses desde que un ciudadano proveniente de las tierras lejanas terminó su vida en un hotel céntrico de la ciudad de La Paz. Dejó una viuda, un hijo, hermanos y familiares. Me correspondía como la única autoridad representante del país del difunto hacer las gestiones necesarias para repatriar el cuerpo y tratar de ayudar en lo posible para que su familia no tenga que sufrir más ya que la noticia de la muerte de su ser querido fue suficiente.
Y entonces comenzó mi Gólgota. Quién diría que Usted, Patricia Santos sería el actor principal de ese Gólgota mío. Al ver que Usted se haría cargo del caso me sentí aliviada al principio. Pensé dentro de mí: es mujer, eso es bueno. Las mujeres tenemos más sensibilidad. Que equivocación la mía. Se atrinchero Usted Patricia en su mundo, colmada de papeles, burocracia y desconocimiento. Al rechazar los documentos provenientes de una de las Instituciones Internacionales más respetadas como lo es Interpol insistiendo en algo que según Usted deberían ser los “documentos originales” demostró total falta de conocimiento del manejo de este órgano. Me sorprende y preocupa este hecho. Además de desconocer la autoridad de tan alta instancia Internacional, Usted demostró total falta de sensibilidad ante un ser humano que metido dentro de un nicho provisional tuvo que esperar meses por una firma suya. Tan sencillo y tan complejo a la vez, todo esto me hizo recuerdo a los laberintos infinitos del oscurantismo mental y espiritual que miles y millones viven en diferentes lugares del mundo. Su forma de guardar silencio, ignorar las llamadas telefónicas, evitar cualquier respuesta ante la insistencia de las autoridades internacionales competentes en estos casos, me estremece y asusta.
¿Qué podemos esperar los vivos de esta tierra si a los muertos se los ignora de esta manera?
Justicia, ciega, sorda y muda en manos de alguien quien demuestra las cualidades idénticas, al menos muy parecidas. ¡¡¡Que ironía!!!!
Un hombre murió y quedó inmóvil esperando ser llevado a los brazos de sus seres queridos. Un padre murió esperando llegar a su hija. Relacionados los hombres por una historia de tristeza y sufrimiento. Cada uno murió en diferentes y lejanas tierras. Quedó una viuda, un hijo, una hija. Quedó un sabor amargo, corazones quebrados. Usted Patricia ¿Cómo esta? Se sirve sus alimentos, como lo dijo el otro día con extrema frialdad. ¿Y sus alimentos tienen sabor?
No puedo dejar pasar esta oportunidad para citar a mi querido Shakespeare que a través de Julio Cesar, uno de sus héroes más gloriosos dice: “Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez”. Y finalmente, nuevamente en Macbeth: “Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa”.
Estas citas del escritor ingles le regalo Patricia y le deseo buen apetito.