Refugiados.

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Con las distancias de ambos casos. Los asilos de Roger Pinto y Julian Assange

La decisión del senador Roger Pinto de pedir asilo en la Embajada de Brasil y la posterior determinación de sus colegas asambleístas de hacer una huelga de hambre en dependencias de las Naciones Unidas bajo el argumento de que en Bolivia se están vulnerando las garantías constitucionales, denota un hecho incontrastable: la carencia de iniciativas políticas de la oposición. No debe parecer extraño que recurra como último argumento al asilo para denunciar que en Bolivia existen “detenidos políticos”. Una de las preguntas en el caso del asilo del senador Pinto es de dónde procede la documentación que el mismo asambleísta le habría hecho llegar al Presidente en la que supuestamente identifica a funcionarios de su Gobierno con el narcotráfico. En una charla off the record que DATOS sostuvo con el Embajador de Bolivia en Brasil, reveló que la decisión de conceder asilo a Pinto obedecería a la molestia del despacho de Energía -cuando la actual presidenta de Brasil ocupaba esa cartera de Estado- durante el proceso de nacionalización de los hidrocarburos decretada por el Gobierno del MAS. La indisposición de la entonces ministra Dilma Rousseff ante la afectación de los intereses de la compañía petrolera -por la que guarda una inocultable simpatía- habría generado cierto grado de animadversión con Bolivia. En la misma conversación, el Embajador González, sumó un segundo elemento de análisis: la condescendiente de Brasil en admitir el asilo incluso a perseguidos por la justicia.

El justificativo parece en apariencia agudizar el malestar que se ha generado entre ambos países tras la decisión de aceptar el asilo de Pinto; el deterioro de las relaciones entre Bolivia y Brasil, elemento al que se suman los desaciertos en la concesión de un salvoconducto para que el senador boliviano abandone el país.

Empero, más allá de las consideraciones diplomáticas, dos elementos se suman en el plano interno a la campaña que persigue la oposición. El nuevo método internacionalizado que adopta para debilitar al Gobierno y sus consecuencias que delimita la línea conservadora de acción diametralmente opuesta a la que se conocía en la década de los años 80 cuando se peleaba contra las dictaduras por reconquistar espacios de apertura democrática.

El asilo de Assange

Siguiendo la línea, Julian Assange, fundador de Wikileaks, agencia que se torno celebre por revelar documentos confidenciales del Gobierno norteamericano, solicitó asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. Assange debería enfrentarse a cargos en la justicia de Suecia por delitos sexuales y que según el afectado sería apenas un pretexto para conducirlo a EEUU.

En diciembre de 2010, Assange fue detenido en Londres a petición de las autoridades suecas, lo que derivó en un largo proceso judicial de unos 18 meses que finalizó en mayo pasado, cuando la Corte Suprema británica rechazó los argumentos en contra de la extradición. Después de agotar todas las vías legales, el periodista australiano se opone a su cesión a la nación nórdica y defiende su inocencia, mientras acusa al gobierno de los Estados Unidos de estar detrás del proceso legal, como parte de una venganza política. El editor de 40 años teme que su extradición a Suecia finalice en su virtual traspaso a los Estados Unidos, donde podría afrontar incluso la pena de muerte.

 

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