El paciente cubano

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Analistas presagian tiempos de violencia en el país de la revolución bolivariana. “El rumor es la precaución que toman los hechos antes de convertirse en verdad”, cita de Tomás Eloy  Martínez en su libro “Santa Evita”. Hay rumores de que la transición venezolana está en manos de la inteligencia cubana.

 

Cuando el juez Baltazar Garzón inmovilizó en Londres al general Augusto Pinochet salió a  colación la película “El paciente inglés”. Ahora se habla del paciente cubano: el venezolano Hugo Chávez. La situación del presidente de Venezuela, reelecto en octubre pasado, es un misterio. Desde su cuarta y última operación del cáncer el 11 de diciembre pasado, se ha difundido una imagen del bolivariano junto a sus hijas. Se dice que un día después, Chávez fue trasladado a Caracas, pero nadie a ciencia cierta puede estar seguro de su retorno al país.

Lo cierto es que Chávez no ha podido jurar el 10 de enero su mandato presidencial, y todo indica que este paciente al que los medios lo han sentenciado como un “enfermo terminal”, todavía tiene el aliento que le suministran desde Cuba sus socios revolucionarios. Por tanto, ya no hay en perspectiva una transición como se especulaba hasta antes de su retorno, aunque lo que sí parece confirmarse plenamente, es que transición o no, el paquete está en manos de la inteligencia cubana. Antes de su presumible retorno para juramentar en la presidencia, en Caracas se creía que el comandante venezolano habría muerto y que Cuba lo anunciaría  cuando haya consolidado la continuidad del régimen.

Lo que se tiene ahora es un cuadro bastante parecido, pero con la muerte como un rumor y su retorno a Caracas como otro rumor. Frente a las escasas precisiones médicas de las  declaraciones oficiales, los rumores han abundado en detalles que solo pueden probar los médicos que tratan al comandante presidente. Y el secreto de Estado no ha sido perforado en esta oportunidad.

Cuba y Venezuela

La historia cuenta que cuando Rómulo Betancourt asumió el mando en Venezuela en febrero de 1959, un mes después de la victoria revolucionaria en Cuba, Castro le propuso que lo apoye con el petróleo venezolano. El recién elegido presidente venezolano le habría contestado al barbado líder de la revolución cubana que no podía disponer del petróleo porque era del pueblo venezolano. “El petróleo no es mío”, fue la respuesta de un líder democrático que distinguía con claridad los bienes públicos de la hacienda privada; a diferencia precisamente de Chávez que actúa con absoluta discrecionalidad sobre los bienes públicos. Cuando Betancourt le negó apoyo a Castro, este comenzó a promover las guerrillas en Venezuela. Pasado el tiempo, lo que Castro no logró con Betancourt lo consiguió con Chávez, 40 años más tarde. Se estima que el subsidio venezolano a Cuba es de 100.000 barriles de petróleo al día, casi 4 mil millones de dólares anuales. Fue el salvavidas, luego de que los soviéticos le cortaran apoyo.

Se ha establecido por medio de rigurosos estudios que de 1961 a 1985, Cuba recibió de Rusia subsidios de 5.000 millones de dólares al año. Una suma probablemente superior al Plan  Marshall (que fue de 13.000 millones de dólares nominales). Por lo tanto, la pregunta es qué pasará con Cuba en caso de que el chavismo no logre continuar. La respuesta parecería sencilla como les gusta abordar a los hermanos Castro. Ellos juegan a dos tableros: uno en Venezuela y el otro en La Habana. Es fascinante ver cómo están tejiendo el armado entre ambos tableros.

Las claves del chavismo

Por ahora, el frágil esquema bolivariano con Chávez todavía ausente del poder se basa en el juego de fuerzas al interior del Gobierno que él controla hasta el mínimo detalle; en la política venezolana en general, donde demostró ser un candidato todavía invencible, a pesar de los marcados avances de la oposición a la que solo él, paradójicamente, mantenía unida; y en el ámbito internacional donde su red de alianzas y antagonismos había provocado numerosas consecuencias, comenzando por sus estrechos aliados del ALBA, pasando por Irán y los dictadores árabes jaqueados por la “primavera”, y terminando con EEUU, Rusia y China, sin olvidar a Colombia para quien juega un papel clave.

La Constitución y la transición

La ausencia de Chávez al frente de su Gobierno, planteaba diversos problemas. El primero de ellos es que al no haber asumido su cargo ante la AN, debería hacerlo ante el Tribunal  Supremo de Justicia (TSJ). Y para no hacerlo en Cuba ha dispuesto volver a Caracas.

Resultaba, por demás extraño, que juramentara al cargo aun cuando fuera en la embajada de su país. Como se sabe este hecho no sucedió.

La segunda opción era declarar la falta absoluta del presidente, lo cual suponía la creación de una junta médica designada por el TSJ y la aprobación de la AN. Como se sabe esa línea de acción tampoco sucedió. La estrategia de volver a casa se basa en otra presunción: evitar nuevas elecciones en un plazo perentorio de acuerdo a la constitución venezolana, aunque ésta tampoco dice a partir de qué momento debe computarse ese plazo. En tal caso, se abría la posibilidad de que Diosdado Cabello asumiría como presidente provisional hasta que sea elegido un nuevo presidente. Cómo se sabe este caso tampoco se cumplió o si se cumplió fue hasta cierta parte.

Se ha especulado, asimismo, que Cuba quería evitarse problemas por la “falta temporal” en caso de que ocurriera lo peor. Pues, como se sabe, esa “falta temporal” no prevista en la constitución venezolana fue la que se impuso dejando abierta la posibilidad del juramento de Chávez cuando se recupere, si se recupera de su crítico estado de salud.