El anclaje de los brazos y la pureza del oro, pistas que han llevado al restaurador Juan Antonio Fernández Labaña a atribuir el Cristo del Perdón de San Antolín a Salzillo
El restaurador Juan Antonio Fernández Labaña ha demostrado científicamente que la imagen hasta ahora anónima del Cristo del Perdón de la que es propietaria la Parroquia de San Antolín de Murcia en realidad corresponde su autoría de un joven Francisco Salzillo, a sus 26 años.
Fernández Labaña ha dado a conocer esta semana en rueda de prensa su descubrimiento en la propia iglesia de San Antolín para lo que aportó como pruebas, entre otros, dos espigas de madera que servían de anclaje de un brazo, sistema que sólo empleó Salzillo como se aprecia en sus Cristos “de la Agonía” y el “de las Isabelas”.
El restaurador analizó elementos de unión al brazo de 32 obras desde el siglo XVI al XVIII que utilizaban algo parecido a estas espigas y descubrió que obras como el Francisco de Asís o la Inmaculada del Carmen, entre otras, tenían ese tipo de anclaje.
Los análisis químicos también apuntan a Salzillo por la pureza del oro empleado, de hasta un 97 por ciento, con 2 por ciento de plata y 1 por ciento de cobre, proporciones iguales a las que empleó en varias imágenes del escultor barroco como el “Cristo de la Santa Cena” o la Virgen del Rosario de Aledo.
Endoscopias del Centro de Restauración de Murcia muestran también una pletina metálica en el interior de las obras de Salzillo que curiosamente el restaurador José Rivero retiró en 1989 del “Cristo del Perdón” que hasta ahora se creía anónimo.
Recordó que el motivo de esta investigación se produjo de forma casual cuando se le encargó un artículo sobre las diferentes restauraciones que ha sufrido este “Cristo del Perdón”, una primera en 1896 de Francisco Sánchez Tapia, que costó 750 pesetas y de la que apenas había información, así como otra de 1989, en la que se hicieron 60 fotografías que fueron muy valiosas para demostrar la autoría de Salzillo.
Las restauraciones mostraron la aplicación de gruesas capas de yeso en la imagen y la eliminación de cabello y cejas, y el restaurador descubrió dos detalles que le llevaron hacia la pista de Nicolás de Bussy como eran un músculo en el brazo derecho coracobraquial y un pigmento anaranjado que eran sus firmas inconfundibles.
El 30 de enero pasado el restaurador realizó in situ un estudio radiográfico con la intención de descubrir en la caja interna de la cabeza un papel que confirmara la autoría de Bussy que no encontró, por lo que siguió investigando a partir del particular ensamblaje.
La hipótesis que maneja Juan Antonio Fernández Labaña a raíz de que la imagen estuviera inicialmente en una ermita ya desaparecida ubicada en el Jardín del Malecón es que la obra efectivamente fuese de Bussy pero que se hubiera destruido en un accidente en esa ermita, por lo que habrían encargado a un joven Salzillo la recreación de aquella imagen y que éste en su afán de admiración por un maestro incluyese el pigmento y el citado músculo del brazo derecho.
El párroco de la Iglesia de San Antolín de Murcia Rafael Ruiz Pacheco ha dicho en la rueda de prensa que encargarán un documento que acredite la autoría basado en los descubrimientos de Fernández Labaña para que en los catálogos se incluya esta imagen como de Francisco Salzillo.
El consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, ha dicho que quizás por dejadez la Semana Santa de Murcia ha dado lugar a estos grandes misterios, pero las carencias del análisis estilístico tradicional ha sido reemplazada por una labor “casi parecida al CSI” que invitó que al igual que en la Arqueología sea también extendida a la historia del Arte.
El presidente de la Real, Ilustre y Muy Noble Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón, Diego Avilés, recordó que fue en aquel número 28 de la revista “Magenta” encargado al restaurador en el que se publicó el descubrimiento, pero hoy han visto la luz las distintas pruebas halladas.
El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Murcia, Rafael Gómez, destacó la importante veneración que recibe esta imagen en el barrio en una parroquia que ha inspirado devoción, afecto y ofrendas.
Efe