Más grande, fuerte e imprevisible

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Foto: EMMANUEL DUNAND (EFE)

El País

Al Qaeda tiene grandes posibilidades para aumentar su tamaño, su fuerza y ser más impredecible en los próximos cinco años, según el Servicio de Inteligencia canadiense (CSIS). En el más optimista de los escenarios para la seguridad de Occidente, la organización será capaz de realizar ataques de baja intensidad con cierta frecuencia, inspirar a lobos solitarios en EE UU y Europa -como los hermanos chechenos Tamerlán y Dzhokhar Tsarnaev en Boston y el francés Mohamed Merah en Marsella-, e incrementar sus alianzas en Oriente Próximo, África y Asia.

El informe El futuro de Al Qaeda, publicado recientemente, prevé tres escenarios: la desaparición del grupo terrorista, el crecimiento gradual y el crecimiento rápido. Y acaba decantándose por la segunda opción, aunque no descarta la tercera en ciertas zonas como en Siria. “El crecimiento gradual de Al Qaeda supone nuevos desafíos. El grupo se volverá menos predecible a medida que sus líderes sean más autónomos y más oportunistas. Al mismo tiempo será más fuerte al diversificar sus fuentes de financiación, hallar nuevos refugios y atraer a más combatientes”, dice el informe.

El debate sobre el futuro de la organización comenzó hace dos años, el día después del asesinato de Osama bin Laden en Pakistán a manos de fuerzas especiales estadounidenses. Se creyó entonces que sin Bin Laden el grupo prácticamente desaparecería. Sin embargo, su sucesor, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, “ha sido capaz en el último año no solo de mantener viva la organización, sino también de expandir la marca y de sellar nuevas alianzas, especialmente en África Occidental”.

“Al Qaeda ha perdido protagonismo como organización en sentido estricto pero no como fuente inspiradora, enaltecedora o timón ideológico para el terrorismo yihadista”, explica Daniel Sansó-Rupert, del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional-Universidad de Santiago de Compostela (CESEDEN-USC). En el futuro, “Al Qaeda aportará a las organizaciones terroristas que se adscriban bajo su fórmula y rótulo su experiencia en combate, inteligencia y contrainteligencia, formación y todo el conocimiento del que disponen sus veteranos; quizá ese sea el valor de Al Qaeda actualmente, además de la atención mediática que genera internacionalmente”, añade.

El informe admite que no hay una posición única dentro de la llamada comunidad de inteligencia sobre el futuro de Al Qaeda. Sin embargo, crece la opinión de que lo que se conoce como el “núcleo duro” del grupo -como lo definió Saed al Shihri, detenido en Guantánamo-, que se refugia entre Pakistán y Afganistán, perderá peso paulatinamente, mientras que los grupos aliados en África y Oriente Próximo se irán reforzando.

Pero de momento el grupo sobrevive en Pakistán y, pese a los ataques con drones de EE UU y las críticas contra la pasividad paquistaní, pocos expertos creen que habrá un revés inmediato para el grupo terrorista en esa zona. En el informe canadiense hay una anécdota que refleja perfectamente lo cómodos que se sentían Bin Laden y su gente en territorio paquistaní. En una comunicación fechada el 27 de agosto de 2010, Bin Laden manifiesta su preocupación por sus combatientes y seguidores en Pakistán: pero no por temor a que fueran detenidos, sino por las torrenciales lluvias e inundaciones que afectaron al país por esas fechas. “Hay escasa evidencia de que el grupo haya tenido alguna vez problemas serios de movilidad entre Pakistán y Afganistán”, dice el informe.

“Al Qaeda tiene el potencial para transformar áreas donde su presencia aún es precaria, como en Siria, tal vez la península del Sinaí y el norte y oeste de África, en bastiones complementarios a los ya existentes en Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia”, dicen los analistas canadienses. “Juntos, los grupos filiales y afines a lo que se considera el ‘núcleo duro’ que opera en la frontera afgano-paquistaní forman una superposición de fuerzas menos unida y predecible. El antiguo liderazgo unificado y con una visión de futuro a largo plazo ha sido reemplazado por uno más impetuoso y corto de miras”.

En cuanto al efecto de la primavera árabe, el espionaje canadiense alerta de que “no hay evidencia de que los jóvenes que suelen ser el blanco del discurso de Al Qaeda hayan sido seducidos por dicho proceso de apertura”. Es más, avisa de que el número de simpatizantes crecerá sustancialmente a medida que los jóvenes se sientan cada vez más frustrados por el lento o nulo avance de las reformas.