Lampedusa, el lugar del Papa
Francisco, conociendo la triste realidad de esa isla, hizo a Lampedusa su primer viaje como pontífice en julio. Entonces se encontró con inmigrantes y tiró una corona de flores al mar, en memoria de los que allí desaparecen cada año.
No sólo los habitantes de Lampedusa se sienten acongojados por la hilera de muertos en la playa sacados de la barcaza hundida, sino que el triste espectáculo conmovió hasta las lágrimas a varios de los que ayudaban a los sobrevivientes, a los periodistas que transmitían la noticia, a los políticos y por supuesto al papa Francisco que, conociendo la triste realidad de esa isla, hizo a Lampedusa su primer viaje como pontífice en julio. Entonces se encontró con algunos migrantes y tiró una corona de flores al mar en memoria, precisamente, de los que allí desaparecen cada año.
“Observando la realidad actual, me pregunto si hemos entendido la lección de la Pacem in Terris. Me pregunto si las palabras justicia y solidaridad están sólo en el diccionario o todos nos esforzamos para que sean una realidad”, dijo el papa Francisco al recibir en audiencia ayer a los participantes en el encuentro que conmemoraba el 50º aniversario de la encíclica del próximo santo Juan XXIII. Al concluir el encuentro, el Papa se refirió directamente a la tragedia de ayer. “Y hablando de paz, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto hacia el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio hoy en el mar de Lampedusa. Me viene a la mente la palabra vergüenza. ¡Es una vergüenza! Recemos juntos a Dios por los que han perdido la vida: hombres, mujeres, niños, por las familias y por todos los refugiados. ¡Unamos nuestras fuerzas para que no se repitan tragedias de este tipo! Sólo una colaboración decidida por parte de todos puede ayudar a prevenirlas.”
Francisco ha estado reunido en el Vaticano desde el 1º de octubre y hasta ayer con el G8, el grupo de los ocho cardenales de los cinco continentes que lo asesoran en los cambios por hacer dentro de la Iglesia. Los cardenales y el Papa han trabajado principalmente sobre la reforma de la Curia, explicó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, a los periodistas. “Y la intención no es la de hacer una actualización de la Constitución Apostólica Pastor Bonus, con retoques o modificaciones marginales, sino una nueva constitución con novedades de relieve”, explicó Lombardi. La Constitución Pastor Bonus, que le dio la estructura que tiene hoy la Curia Romana, fue promulgada por Juan Pablo II en 1988. En esta constitución se define cómo estará organizado el Vaticano, sus “ministerios” o congregaciones, sus autoridades, etcétera. Y sobre estos puntos también conversaron los ocho cardenales con el Papa, en particular sobre el rol del secretario de Estado, una especie de primer ministro vaticano que adquirió mucho poder y es criticado por eso, ocupado hasta ahora por el cardenal Tarcisio Bertone.
La Secretaría de Estado “debe ser la Secretaría del Papa. La palabra Estado no debe dar lugar a equívocos. Ese organismo está al servicio del Papa en su gobierno de la Iglesia universal. La reunión del Consejo de Cardenales es muy útil en este momento, en vista de las orientaciones que el Santo Padre dará al nuevo secretario de Estado que tomará posesión de su cargo dentro de muy poco, el 15 de octubre”, aclaró Lombardi, refiriéndose al ex nuncio en Venezuela, monseñor Pietro Parolín. La próxima reunión entre el Papa y el G8 se espera para principios del año próximo, pero tanto los cardenales entre sí como con el papa Francisco siguen en contacto, intercambiando documentos y opiniones, según dijo Lombardi.
Hoy, el papa Francisco visitará Asís, el día que se conmemora San Francisco de Asís, patrono de Italia y santo en cuyo honor eligió su nombre de pontífice.
Mientras tanto, los políticos se han declarado impresionados por los hechos de Lampedusa. Pero sólo algunos piden una revisión de las leyes vigentes con respecto a las migraciones, un fenómeno que no se detendrá fácilmente porque es también consecuencia de la globalización. Sectores de la Iglesia piden que la Unión Europea tome en sus manos el tema definitivamente y organice una conferencia internacional para encontrar soluciones.
Poco antes de que se descubriera esta tragedia, otra barcaza con 463 personas había llegado a la isla Lampedusa. El lunes pasado, cerca de las costas de Ragusa, en Sicilia, habían muerto ahogados otros trece migrantes, echados al mar a latigazos por los traficantes de seres humanos que los transportaban.