América Latina es una de las regiones del mundo mejor posicionadas para convertirse en escenario de una “fiebre del esquisto”, o shale gas. Y Estados Unidos está interesado en echarle leña al fuego.
En 2010, el Departamento de Estado lanzó una Iniciativa Global de Gas de Esquisto (GSGI, por sus siglas en inglés, ahora conocido como Programa de Compromiso Técnico de Gas no Convencional, Ugtep) enfocada en una de las técnicas más prometedoras y controversiales de los últimos tiempos: la fracturación hidráulica o fracking.
Se trata de una apuesta a través de la cual Washington invita a varios países del mundo -entre ellos algunos de la región como Brasil, Chile, México y Colombia- a discutir los beneficios y los riesgos de esta técnica que, según sus proponentes, está cambiando el mercado energético y, según sus detractores, está dejando una estela de daños ambientales.
La fracturación hidráulica ha sido prohibida en el propio suelo estadounidense, en el estado de Nueva York, y es objeto de debate dentro y fuera de la nación norteamericana.
En diálogo con BBC Mundo, fuentes del gobierno estadounidense aseguraron que el objetivo es compartir, con países donde hay un alto potencial de exploración, la información que ha permitido a Estados Unidos convertirse en el país líder en el uso de esta técnica.
Pero otras voces afirman que Washington tiene un interés nacional claro al promover el fracking en la región, por ejemplo para reducir la dependencia energética que algunos países latinoamericanos tienen con Venezuela.
BBC Mundo visitó el Departamento de Estado, en Washington, para indagar sobre el programa y los objetivos que persigue.
“Gran cambio en EE.UU.”
Robert F. Cekuta tiene profundo conocimiento sobre la iniciativa que busca vincular a Estados Unidos con América Latina en el marco del nuevo panorama energético creado por el fracking.
En su oficina en Washington, Cekuta, subsecretario adjunto de la Oficina de Recursos Energéticos del Departamento de Estado, insistió en que el proyecto no busca promover la tecnología sino fomentar una conversación global sobre esta. Para él, dijo, esa es una diferencia fundamental.
Según el funcionario, la idea fue establecer un sistema para que un país interesado en recurrir al gas no convencional encuentre una plataforma en la que Estados Unidos comparte su información y su experiencia. A su vez, Washington busca entender cómo se está desarrollando el tema en otros lugares.
En repetidas ocasiones y por diferentes medios, BBC Mundo le inquirió al Departamento de Estado qué países latinoamericanos han participado en la iniciativa global y cuáles han sido los resultados concretos, pero no obtuvo más que una respuesta general.
También le preguntó cómo se justifica la promoción de información de una técnica que es tan polémica, vetada en países como Francia.
Cekuta argumentó que, en últimas, cada país toma sus propias decisiones y Estados Unidos tiene que respetarlas. En su opinión, lo clave es tener una discusión educada sobre lo que involucra el fracking: desde los riesgos ambientales hasta las condiciones geológicas propias de cada país, pasando por el papel del sector privado o la atención a los grupos civiles locales.
“A través de la aplicación sensata de esta tecnología hemos visto un gran cambio en Estados Unidos, hemos visto un gran incremento en nuestra disponibilidad energética”, concluyó.
“Es algo que hemos visto que puede ser desarrollado y usado de manera segura”.
“Reduce la dependencia de Venezuela”
Antes de la llegada de Robert Cekuta, la persona que estaba encargada del proyecto GSGI, como se llamaba entonces, era David Goldwyn, quien fue coordinador para asuntos energéticos internacionales del Departamento de Estado.
En ese puesto no sólo estuvo a cargo de la creación de la iniciativa sobre el gas de esquisto, sino que llevó a cabo diálogos energéticos estratégicos con países como México y Brasil.
A diferencia de Robert Cekuta, Goldwyn está convencido de que no se trata únicamente de fomentar las conversaciones.
“Cuando uno está en el gobierno de Estados Unidos, en el Departamento de Estado, si algo no sirve a los intereses de Estados Unidos, entonces no debería estarse haciendo”, le dijo a BBC Mundo.
“Nosotros veíamos el desarrollo de la producción de gas local en esos países, y hasta cierto punto de petróleo de esquisto, como algo que servía mucho a nuestros intereses”.
¿Cuáles eran esos intereses particulares en América Latina?
En esto Goldwyn no se fue por las ramas. “Reduce la dependencia potencial de algunos de esos países hacia Venezuela, que tiene las reservas más amplias de gas aunque no pueda realmente desarrollarlas”, dijo.
“Venezuela tiene enormes reservas pero no tiene capacidad de exportación de gas licuado natural, LNG. Fue muy exigente en cuanto a tener su propia tecnología y ahuyentó a Shell y a otros. Provee crudo subsidiado a sus vecinos (Petrosur y Petrocaribe) por razones políticas”, agregó.
Otro elemento de peso para Washington, según Goldwyn, es que la variedad de suministros en América Latina incrementa la prosperidad económica en el hemisferio y puede mejorar la seguridad energética.
Estrategia a largo plazo
Sin embargo, otros analistas creen que hay más razones detrás del interés estadounidense en “facilitar información” sobre el fracking a América Latina.
Rodolfo Guzmán, experto en asuntos energéticos de la firma consultora Arthur D Little, dijo a BBC Mundo que a Estados Unidos quiere diversificar la oferta energética en el mundo, que actualmente está concentrada en el Medio Oriente, una región inestable.
Con su vasta experiencia en fracturación hidráulica, las empresas estadounidenses tienen un liderazgo en esta tecnología.
“Aparte de que las empresas estadounidenses se van a beneficiar, que es cierto, también hay un interés estratégico de largo plazo de ayudar a que se desarrollen nuevas regiones exportadoras de energía”, opinó Guzmán.
Estos argumentos no los desarrolló Cekuta cuando BBC Mundo le preguntó qué ganaba Estados Unidos con este proyecto.
Más allá de si se trata de fomentar un diálogo, como aseguró este funcionario, o si la iniciativa también responde a otros intereses de Washington, como sugirió Goldwyn, una cosa resulta incuestionable: Estados Unidos, el país que más ha desarrollado el fracking en el mundo, tiene sus ojos puestos en América Latina.
Este trabajo forma parte de la serie “clicFracking: mito y realidad”, de BBC Mundo
Estados Unidos y el gas de esquisto
- Según pronósticos de la Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos, la producción de gas natural del país se incrementará en 44% entre 2011 y 2040.
- Casi todo ese incremento se debe al crecimiento proyectado de la producción de gas de esquisto, que se duplicará entre 2011 y 2040.
- Aunque estos datos son prometedores, la EIA dice que hay incertidumbres considerables por el tamaño y la productividad a largo plazo de este recurso.
- También asegura que hay potenciales preocupaciones ambientales por la cantidad de agua que se necesita para el fracking, por la posible contaminación de las áreas de producción y por las aguas residuales.
Fuente: Administración de Información Energética de EE.UU.