La OEA dice que en Venezuela no peligra la democracia
El organismo debate el jueves su respuesta ante la crisis venezolana.
José Miguel Insulza reconoce que las herramientas para intervenir son pocas
La Organización de Estados Americanos (OEA) debatirá este jueves su respuesta ante la crisis que se vive en Venezuela, un país cuyo presidente, Nicolás Maduro, ha manifestado este mismo miércoles su absoluto rechazo y desprecio hacia la organización. Su secretario general, José Miguel Insulza, personificaba esta mañana la división en torno al papel que la entidad debe jugar en el conflicto venezolano, al tomar partido por dos de las posibilidades que se barajarán mañana -el envío de una misión mediadora y una declaración de apoyo al diálogo- y rechazar de plano otra -la convocatoria de una reunión de consulta de los cancilleres-. El jefe de la OEA se ha mostrado convencido de que la democracia no está amenazada en el país sudamericano.
La posibilidad de que la OEA pueda inmiscuirse en la crisis que se vive en Venezuela ha indignado tanto a Maduro que, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Hugo Chávez, ha anunciado la ruptura de relaciones con Panamá, en represalia por haber solicitado la reunión extraordinaria para tratar el conflicto de su país, una maniobra que pondrá sordina a la reunión del jueves de la organización. “Nosotros no queremos entrometernos en los asuntos internos de Venezuela pero sí estamos seriamente preocupados por la situación de violencia y violación de los derechos humanos y consideramos que nuestra responsabilidad como miembros de una organización que está llamada a luchar por la paz en el continente es convocar al Consejo”, explica elembajador de Panamá ante la OEA, Arturo Vallarino, a EL PAÍS. “Ahora, el Gobierno de Venezuela es libre de adoptar las medidas que crea conveniente”, reconoce sobre la decisión del presidente venezolano.
“No creo que haya una distorsión masiva de la democracia en Venezuela”, ha señalado Insulza durante una intervención en el Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS). El secretario general no cree que en ese país no se dan las condiciones para aplicar la Carta de la OEA, pero sí se mostró a favor del envío de una misión de observación de la organización al país sudamericano para comprobar el estado de la situación sobre el terreno y en la necesidad de que los Estados miembros aprueben una resolución que llamara al diálogo a las partes y a investigar lo sucedido.
Insulza tomaba así partido entre las principales posiciones que se debatirán este jueves en el Consejo Extraordinario de la OEA convocado por Panamá para tratar exclusivamente la situación en Venezuela, una convocatoria que está envuelta en la polémica y que evidencia la fricción que el chavismo suscita en el seno de una organización, ya de por sí muy dividida, y que ha determinado que, de momento, que aún no haya sido capaz, no solo de ofrecer una respuesta ante la crisis venezolana, sino de ni siquiera llegar a reunirse para debatir sobre el asunto. “La tradición en la OEA ha sido prestarle atención a la crisis en el continente, pero aquí nos hemos encontrado con una resistencia radical que parte de Venezuela y otros países que lo acompañan en el ALBA para que podamos determinar y buscar soluciones de acuerdo al papel que está llamado a cumplir la OEA”, sostiene el embajador de Panamá.
Las opciones de la OEA
La primera controversia gira en torno al carácter privado de la reunión, una decisión que tomó de manera desprevenida República Dominicana, que es el país al que le corresponde la presidencia temporal del Consejo Permanente. “Dominicana argumenta que se trata de un tema muy delicado, que Venezuela es un país muy importante, que hay mucha posición encontrada en el seno de la OEA de carácter ideológico que podrían ocasionar un debate que no sería conveniente que sea dado a conocer al público”, explica Vallarino sobre las razones alegadas para realizar la reunión a puerta cerrada. “Al final vamos, a lograr que esta reunión sea pública en virtud del derecho que tiene la comunidad internacional a ser informada sobre lo que piensa la OEA en relación con la situación de Venezuela”, sostiene. El propio Insulza también ha tomado partido en esta controversia señalando, esta mañana, que el encuentro debería celebrarse de forma pública.
Tanto si se conoce el contenido de los argumentos de los Estados miembros como si no, sobre la mesa del Consejo el primer punto a tratar será la solicitud de Panamá de que se convoque a los cancilleres para que debatan sobre la crisis venezolana, una propuesta que no le gusta a Venezuela que parece contar con los votos suficientes para que no prospere, según fuentes diplomáticas. Insulza tampoco está conforme con esta posibilidad.
“Si nuestra solicitud no cuenta con una mayoría necesaria, estamos en condiciones de considerar otras opciones como el envío de una misión observadora o una resolución enérgica de parte del Consejo, dirigida a encontrar una solución práctica en el problema de Venezuela en lo que al diálogo y al respeto de los derechos humanos se refiere”, señala Vallarino. La misión observadora es una propuesta que probablemente presentará Panamá y que el secretario general ha sondeado con el embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, quien ya le ha confirmado que es una alternativa que desagrada a Caracas.
Así pues, la opción que parece que cuenta con más consenso es la de una resolución, sin embargo, de nuevo, parece poco probable que los Estados miembros coincidan en la redacción del texto. En las horas previas a la reunión un grupo de países moderados, entre los que se encuentra Perú, Colombia o Chile, trabajaban en una propuesta en la línea de las declaraciones emitidas por Unasur y la CELAC pocos días después de que estallaran los enfrentamientos en las calles. El bloque del ALBA, por su parte, también debatía su propia proposición.
El tono del documento será determinante a la hora de encontrar un consenso improbable. “Nosotros no somos amigos de una declaración de carácter retórico, si vamos a votar por un documento ese tiene que ser muy enérgico. En este sentido, la OEA no debería quedarse atrás”, advierte el embajador panameño.