En el incendio hay una responsabilidad importante del Estado

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El urbanista Iván Poduje analiza las causas del desastre que ha quemado parte de la única ciudad chilena declarada Patrimonio de la Humanidad

Iván Poduje es arquitecto, profesor de la Universidad Católica y especialista en desarrollo urbano. Y se declara “indignado” por la propagación del incontrolable incendio de la ciudad portuaria de Valparaíso que ha dejado al menos a 11 personas muertas y a cientos de familias sin hogar. El académico señala que hace años se conoce el peligro en los sectores altos, poblados sobre todo por chilenos pobres, y que las autoridades no han hecho nada. “Me molesta mucho que ahora se diga que esto es un evento de la naturaleza. Hay parte de eso. Pero la propagación, el daño y la vulnerabilidad de la gente se conocen hace décadas. Se podría haber prevenido y mitigado, que es lo más importante”.

El académico relata que la ciudad fue hasta comienzos del siglo XX la capital económica y de la innovación en Chile. En los años en que Santiago estaba habitada por la oligarquía terrateniente, en Valparaíso se instalaron los inmigrantes ingleses y alemanes. Era una localidad bullente en lo económico y el principal puerto del país, pero el terremoto de 1906 la destruyó. Desde entonces, ha tenido un inmenso valor patrimonial, cuenta Poduje, “y es la única ciudad en Chile que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO”. “Es una pena”, señala el arquitecto.

 

Pregunta. Valparaíso es una ciudad peculiar desde el punto de vista de su planificación. Está compuesta por 42 cerros, donde viven cerca de 250.000 personas.

Respuesta. Nunca fue fundada ni planificada, como el resto de las ciudades de Chile. Salvo en algunas zonas como el puerto y el barrio de la Bolsa, donde hubo intervenciones del Estado cuando la ciudad era la capital económica, Valparaíso fue construyéndose por partes y ha ido avanzando en la medida de la capacidad de los propios habitantes para hacerla crecer.

 

P. ¿Puede describirla?

R. Valparaíso tiene tres terrazas. Primero está el plan, donde se ubican los servicios y el comercio. Después una zona que va hasta la cota 100, que está mejor estructurada y conectada. Pero desde la cota 100 a la 300 sobre el nivel del mar, es decir, un territorio muy grande, el crecimiento prácticamente no ha tenido planificación. La gente ha ido construyendo la mayoría de los proyectos que han conformado la ciudad. Y en los últimos años, en la medida que se acababa el terreno, llegando al límite, se instalaron poblados marginales, que son los que se han visto afectados por este incendio.

 

P. ¿Qué responsabilidad tiene el Estado?

R. En el incendio de Valparaíso hay una responsabilidad importante del Estado. Hay una responsabilidad en permitir la instalación de familias en zonas de riesgos y también, lo que es más grave, en regularizarlo. Porque una vez que la gente se instala, la municipalidad les pone luz, agua potable y un caminito, por lo que parecen incorporados a la vida urbana, aunque realmente están en riesgo de inundación, derrumbes e incendios. Es lo más grave. Lo tercero: el Estado no ha hecho ninguna inversión relevante para mitigar el riesgo que un incendio puede generar en materia de propagación.

 

P. Usted ha hablado de la basura de las calles. ¿Esta situación ayudó a que se propagara el fuego?

R. En Valparaíso, además de la ausencia de cortafuegos y de las viviendas instaladas en las zonas de riesgo, vemos quebradas con basura. Las quebradas separan los cerros de Valparaíso y en estas áreas se acelera el viento. El fuego avanza por las quebradas y luego sube hasta la cumbre, que es lo que en esta ocasión ha ocurrido. Por lo tanto, estas quebradas en ningún caso deben estar convertidas en basurales, porque eso ayuda a la propagación.

 

P. Y esta situación ¿es responsabilidad de la gente? ¿del municipio?

R. El municipio tiene que retirar la basura e instalar dispensadores para que las familias puedan dejar sus desechos. Puede que la población bote su basura en la calle, pero es porque no tiene otra opción.

 

P. No es el único incendio de los últimos años.

R. Dos han sido los incendios más recientes: en 2008 y 2013. El primero de ellos partió justamente en la zona afectada este fin de semana, en el cerro La Cruz. Murieron cuatro personas, entre ellos un bombero, y resultaron 100 casas destruidas. Fue traumático y lo catalogaron como el peor desastre de Valparaíso en los últimos veinte años. En 2013 se produjo un nuevo incendio en el sector de Rodelillo, que ahora también se está quemando. En esa ocasión visité el cerro La Cruz y, pese a que habían pasado cinco años, no se había hecho nada: las quebradas seguían con basura y había viviendas en las zonas de riesgo. No se relocalizaron y no se construyeron accesos. No se hizo nada…

 

P. ¿Ha existido indolencia?

R. Hay varios expertos que lo han advertido y la indolencia de las autoridades ha sido total. Me molesta mucho que ahora se diga que esto es un evento de la naturaleza. Hay parte de eso. Pero la propagación, el daño y la vulnerabilidad de la gente se conocen hace décadas. Se podría haber prevenido y mitigado, que es lo más importante. Y, en muchos casos, sobre todo en las zonas altas del cerro La Cruz, estas viviendas no deberían estar ahí, sino haber sido relocalizadas. Hace veinte años toda la zona alta de Valparaíso tiene poblados marginales, donde existe mucha pobreza, y son justamente ellos los más expuestos.

 

P. ¿A qué Gobierno se refiere?

R. Esta situación se viene acumulando desde los años 90 y la proliferación de los poblados marginales es incluso anterior. Cuesta entender que los últimos cuatro Gobiernos hayan hecho promesas para evitar esos campamentos y nos demos cuenta, si recorremos la parte alta de la ciudad, que sigue existiendo una pobreza dura. Eso me parece bastante cuestionable. Hubo profesores como Uriel Padilla que, a propósito de los incendios de 2008 y 2013, hicieron un mapa de los once focos de incendio. El académico Miguel Castillo también alertó y dijo que esto podía volver a ocurrir…¡Y volvió a ocurrir!

 

P. Usted ha hecho algunos cálculos sobre las personas damnificadas.

R. Nosotros calculamos, hasta ahora, una superficie afectada de 240 hectáreas, lo que equivale a 20.000 personas y unas 5.000 viviendas. Eso sin contar los nuevos focos del incendio de Ramaditas y Rodelillos, que son cerros importantes. Resulta indignante, porque son los mismos que se prendieron en 2013.

 

P. ¿Qué medidas debería tomar el Gobierno actual de Michelle Bachelet?

R. Lo primero es definir los riesgos de incendio y de derrumbe con precisión y prohibir los asentamientos humanos. Eso implica que las zonas que se quemaron y están en las áreas de riesgo deben ser relocalizadas, aunque sea complejo. Pero hay que hacerlo. Lo peor que puede pasar es que se vuelvan a ubicar las familias en los mismos lugares. Lo segundo es ejecutar las obras de infraestructura que se requieren para evitar la propagación rápida del fuego. Eso implica casas de materiales sólidas, cortafuegos y accesos distintos. Y por último: hay que hacer un trabajo de limpieza y mantención de quebradas, porque es un problema sanitario y de dignidad. Las personas realmente viven en medio de la basura.