América avasalla en Brasil

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Siete de las diez primeras selecciones clasificadas son americanas. Y no es casual. Han llegado en mejor forma y con «más hambre» que las europeas

La Copa América 2014 ha tenido un detallazo: invitar a Holanda, Alemania y Francia a la edición de este año. Suena a sorna, pero la broma en boga de estos días en Brasil tiene mucho más de realidad que de ficción. A punto de terminar la primera fase, el descalabro europeo en el Mundial es de puerto de montaña de categoría especial: España, Italia e Inglaterra, tres de las grandes favoritas, ya están en casa. Como Croacia y casi seguro Portugal, con un pie y tres cuartos fuera de Brasil, dos de las «outsiders» más potentes del Viejo Continente. Solo las tres anteriormente citadas, más Grecia, Bélgica y Suiza representarán a Europa en los octavos de la Copa del Mundo. La crisis también ha llegado a las selecciones de fútbol: «Los latinoamericanos estamos muy fuertes. Hay que darle mucho mérito. Los europeos vinieron, fueron inferiores a los equipos americanos y a casa. No hay más», explica Maradona sobre el revés europeo en el Mundial de Brasil. «Quizás al futbolista europeo se siente menos seguro cuando cruza el charco», añade Diego Armando.

Nunca una selección europea ha logrado ganar un Mundial cuando éste se ha celebrado en tierras americanas. Es más, de hecho, nunca han logrado una Copa del Mundo fuera del Viejo Continente. La excelsa España de Vicente del Bosque, campeona hace cuatro años en Sudáfrica, es la excepción que confirma la regla. «Tengo la impresión de que los sudamericanos están jugando con muchas ganas, con más orgullo», asegura Tostao, uno de los grandes de la historia del fútbol, campeón con Brasil en México 1970. Su mensaje tiene mucho de similitud con el que lanzó Xabi Alonso tras el España-Chile: «Quizás nos ha faltado hambre. La cuota de éxito ya estaba cubierta».

Saciados

Uno y otro dan con la tecla. Muchos de los excepcionales futbolistas que juegan en las potencias europeas son coleccionistas de títulos a nivel de clubes y con el estómago lleno comer no es la prioridad. Por el contrario, países como Chile, Colombia, Costa Rica, Uruguay o México tienen un denominador común: la base de sus selecciones está formada por jugadores ávidos de hazañas y trofeos. A ello se une un sentimiento patrio bastante más acentuado que en Europa. Para las selecciones de Centroamérica y Suramérica e, incluso, para EE.UU. no hay club más grande que su propia selección. Esa cultura no está instalada en Europa, donde los hinchas suelen ser primero del Bayern, del United, del Madrid o de la Juventus y luego de su equipo nacional. Encima, si el Mundial se juega en su continente, el plus de motivación se eleva al cubo: «Los suramericanos quieren tener el poder en su tierra. Se prepararon para este torneo con una intensidad increíble», comenta Franz Beckenbauer, campeón de Europa y del Mundo con la selección germana en 1972 y 1974, respectivamente.

Europa llora

Otro de los factores que pone algo de luz a tanta persiana bajada en Europa es el calendario. Las grandes Ligas en Europa, las Copas de cada país, más la Champions y la Europa League, condenan a los futbolistas a cerca de 60 partidos en apenas diez meses. Una barbaridad. Si a eso le sumas el traicionero clima de Brasil, salen piernas rellenas de plomo: «Los equipos latinoamericanos están más explosivos que los europeos y eso es clave para el este clima caluroso y húmedo», señala el ya exseleccionador italiano Prandelli, una de las víctimas del Mundial.

Nunca antes hubo tantas selecciones americanas (puede que hasta nueve) y tan pocas europeas (como máximo seis) en octavos de un Mundial. Y lo peor puede que aún esté por llegar. Si en cuartos no hay tres selecciones del Viejo Continente, será el peor registro de su historia. Europa llora. América ríe.