Vinto: la gran casa de los mineros

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La minería ha cambiado como todo ha cambiado en los últimos 10 años. El presidente Morales habla con soltura de números y recibe un aplauso cerrado de los cerca a 200 trabajadores de la Empresa Metalúrgica Vinto que se encuentra en Oruro congregados en un galpón momentos previos a la inauguración del Horno TSL Ausmelt que aumentará la capacidad de fundición de Vinto en 100%. El mandatario dice que desde que la planta fue revertida al Estado en febrero de 2007 produce el doble y ha recuperado la dignidad de la minería nacional, tan venida a menos desde la crisis que afecto grandemente al sector en la década de los 80´y arrojó a la calle a unos 25.000 mineros.

La minería ha cambiado de rostro. Los dirigentes que anteceden al jefe de Estado en el uso de la palabra emplean los mimos términos que hace décadas. El combativo sector de la minería es otro de los grandes aliados al proceso de cambio. La vocación de los trabajadores del subsuelo adquiere más propiedad que en cualquier otro sector en términos ideológicos: “la tierra es de quien la trabaja”, reza el diccionario de la enciclopedia socialista.  Un discurso que en términos ortodoxos recapitula penosas experiencias del pasado. Los trofeos entonces sonaban con bombos y platillos. Aunque ya pasada, la historia de la Patiño Mines, de las minas de Sánchez de Lozada son el embrión nacionalizador del Gobierno de Evo Morales que reclama incluso en peleas en las que ya no puede pelear.

Evo Morales proclama en su discurso la redención del sector. “Más inversiones nos permitirán producir más”. Esa es la meta soñada por el primer mandatario que a la vuelta del discurso emancipador sustrae de las partículas de la tierra el mineral que se funde en barras de 25 kilos. Parte de la historia de Vinto se junta con el espíritu liberador del yugo que en gran medida tuvo en la minería a uno de sus aliados favoritos. El distintivo cambió de dueños y la historia de la minería esbozó siempre el mismo discurso: “recuperar nuestros recursos para el país”. Fue la narrativa de una parte importante de la historia que no encontraba eco hasta que Morales alcanzó el poder y el discurso hizo carne; pasó de las palabras a la acción.

Muchas minas de consorcios poderosos han pasado a manos de los trabajadores del Estado. Ese lenguaje entre incendiario, anecdótico y productivo es parte de esta escena histórica que se repite en otras áreas de la actividad nacional.

El presidente los guía, y los aplausos suceden espontáneos. La historia tiene en este caso un nombre especial. En el atril instalado en Vinto se suceden calurosos discursos de desagravio contra el explotador y de aprobación por el nuevo curso que han tomado los proyectos de una minería estatal poderosa y multiplicadora en metas, capacidades e importantes ingresos para el Estado Plurinacional. Una concurrida presencia de periodistas se ha dado cita a este evento. Llegados de La Paz preocupados en los pormenores del acto, caminan de un lugar a otro captando las imágenes imperdibles del presidente ora challando, ora paseando, ora prometiendo y exigiendo más producción. Junto al presidente Morales, el vicepresidente García Linera se mueve ágil en las escaleras de la construcción de la nueva planta  hasta el escalón tres donde una computadora con  tecnología de punta articula los comandos del Horno TSL Ausmelt.

Inversión y otras metas

El costo de la infraestructura y el equipo asciende a $us 39.4  millones que fue financiado entre 2008 – 2015 mediante tres fideicomisos del Tesoro. El financiamiento comprende la fabricación y el montaje del proyecto. En febrero de 2008 el entonces gerente de Empresa Nacional de Fundición (ENAF), Francisco Infantes, firmó el contrato de adquisición de licencia y uso de tecnología, servicios y diseño  de ingeniería básica.

La  renovación tecnológica  de la antigua planta de Vinto es un impertativo dijo el presidente Morales. La vieja planta data de 1970 y fue construida por la alemana Klockner en el Gobierno del general, Alfredo Ovando Candia. En ese entonces fuerzas antinacionales aseveraban que debido a la altura nunca podría operar en Bolivia una planta de fundición de minerales. Por esos años los minerales del país se fundían en Inglaterra y Estados Unidos agudizando la dependencia de nuestros recursos.

De la inversión ejecutada hasta la fecha han sido amortizados US $28 millones según explicó el gerente, Ramiro Villavicencio, quién visiblemente emocionado, convocó a los trabajadores  a aunar esfuerzos para  elevar la producción actual de  11.900 TMF/ año a 18.691 TMF con la operación del nuevo horno. No por algo la planta es la quinta más moderna a nivel mundial.

La vieja planta con 44 años a cuestas sigue procesando mineral pero su capacidad está al límite pues no puede procesar más de 12.000 TMF de estaño metálico al año en condiciones óptimas de funcionamiento.

Vinto desarrolló la metalurgia no ferrosa y produce estaño metálico en lingotes de una pureza de 99.97 por  ciento, dijo en una entrevista con dat0s, Andrés Ramos gerente administrativo de ENAF. El ingenio de Huanuni, proveerá a Vinto 3.000 toneladas/ día de concentrados de estaño,  además de Colquiri y  otras cooperativas que extraen mineral de los alrededores. Después de décadas de estancamiento, Vinto,   Huanuni y Karachipampa se perfilan como las obras estrella del Gobierno que busca apuntalar la revolución productiva con la reactivación de la minería boliviana.

 

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