Cumbre de las Américas: Porqué no te callas

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Fue titular en varios medios de la región. El rugido del presidente Morales apuntando al imperio norteamericano por la crisis en la Venezuela de su amigo Nicolás Maduro. El mandatario salió para decir que pedirá en la Cumbre de las Américas que Barack Obama pida perdón por decir que Venezuela es un peligro para la seguridad interna de su país. Una vez más, Evo juega todas las cartas en un solo naipe. Hay rumores crecientes de que el idilio del Gobierno con los organismos de financiamiento internacional, léase BM que acaba de asignar una millonaria cuenta para Bolivia, no son recientes y que el apeló de hacer anuncios discordantes no pasan de una reacción lejos de ser cierta. O las lecciones que el ministro de Gobierno está dictando para destacar el exitoso programa boliviano de lucha contra las drogas, superior, según él, en casi todo al que impuso EEUU en Bolivia antes que Evo se haga cargo de la presidencia del Estado Plurinacional. En el Gobierno, se esfuerzan por hacer notar las diferencias: “una cosa es el desempeño de la macroeconomía como ejemplo de eficiencia para los financiadores externos y otra la injerencia norteamericana…”. Sea como fuera, la gestión del MAS se encuentra acabando de perfeccionar varias agendas, y sus compromisos internacionales figuran en la lista de prioridades. Pero como se ha vuelto costumbre el tajador primero le debe le sacar una buena punta al lápiz.

El interés de trabajar la imagen de Bolivia en el mundo viene a cuenta de las plataformas y audiencias que se han ganado nuestros gobernantes; algunas prestigiosas universidades donde las figuras y teóricos del Indigenismo son invitados para dar cátedra en buscan respaldo intelectual. Esa es una parte de la historia, muy importante sin lugar a dudas, pero lejos de ocupar los niveles de atención pública que en las últimas tres semanas generó la política regional a partir del deterioro de la situación en Venezuela.

Las provocaciones contra los aliados del presidente Morales si bien no llegan directamente al país vienen a cuenta de una serie de antecedentes que la administración Obama ha sacado a relucir para denunciar la amenaza que Venezuela representa a sus intereses. Los expedientes secretos del departamento de Estado apuntan a lo que queda del “eje del mal” sin Cuba, pero donde Argentina, Venezuela e Irán, este último extremo peligroso, juegan un papel especial en la crisis latinoamericana. Las agencias norteamericanas de inteligencia proliferaron informes con sendos casos de corrupción  para provocar indisposición en Caracas y Buenos Aires. En el caso argentino, las muy cercanas relaciones de la administración de la presidenta Cristina Fernández con Teherán por el encubrimiento para echar tierra definitiva a la investigación propiciada por el fiscal Alberto Nisman. Pero además, los millones de dólares sucios que entraron en juego para que los argentinos compartan con sus socios iraníes su larga experiencia en reactores nucleares de agua pesada, un sistema anticuado, caro y complejo, pero que permite obtener plutonio a partir del uranio natural.

 

Qué tiene que ver Bolivia en todo esto

Estas revelaciones molestaron al presidente Morales al extremo de haber señalado que en la Cumbre de las Américas, el presidente de EEUU Barack Obama se encontrará con la horma de sus zapatos y exigirá que se disculpe con América latina. Y aunque Maduro bajó el tono más conciliador, Evo no cesó los ataques. Las cartas que se barajan en este nuevo escenario dejan ver las cabezas expuestas de Maduro y Cristina y pone al mandatario boliviano en una posición por ahora relativamente tolerable. ¿Tiene sentido actuar de esta manera? Visto desde el punto de vista ideológico sí, pero en temas pragmáticos no parece tan sencillo. El presidente Morales debe cuidar la imagen de prestigio que su Gobierno se ha ganando en el mundo. Hay razones para que la comunidad internacional respete el modelo económico boliviano y en otros tantos planos como en el tema del mar por ejemplo. Pero como el presidente se ha ganado esa imagen en forma nada ortodoxa, debe continuar la ruta crítica. Diplomáticos con los que conversó dat0s afirman que de hecho la gestión de Evo Morales pasará a la historia en la medida que sepa marcar distancias con quienes son apuntados como responsables por las crisis en sus países, donde además se han generado inocultables casos de corrupción.

Entre los files desplegados por el departamento de Estado de los Estados Unidos salta el caso del empresario venezolano Wilson Antonini, detenido en 2007 tratando de ingresar a la Argentina -en vuelo privado fletado por la petrolera PDVSA- un maletín repleto de dólares para apoyar la campaña de Cristina Fernández. Ahora se sabe, que ese dinero habría sido entregado por Irán, entre otras cosas, para encubrir a los autores iraníes del atentado terrorista contra la AMIA. Por lo tanto, no habría motivos aparentemente razonables para que Evo defienda a rajatabla casos que han comenzado a generar tormentosas interpretaciones a partir de la muerte de Hugo Chávez, las debilidades de Nicolás Maduro, el insospechado acercamiento comercial entre los Estados Unidos y Cuba, el enorme deterioro del Gobierno argentino y la corrupción brasileña. Por citar algunos ejemplos. No se puede pasar de lado que en La Habana se celebra el diálogo entre las FARC y el Gobierno colombiano para alcanzar la paz auspiciado también por la administración norteamericana. Lo más curioso de este trascendental acontecimiento es que los Estados Unidos tienen representantes de sus agencias de inteligencia sentados en la misma mesa.

El Gobierno boliviano vuelve una y otra vez sobre llovido para caminar finalmente en terreno fértil. Qué ejemplo más pertinente a esa afirmación que las respuestas conceptuales que ha encontrado para demostrar -que además de los logros económicos que nadie desmerece, la inclusión social que es otro tópico de la misma agenda-; la lucha contra las drogas es un modelo ejemplar que merece el mismo respeto que se han ganado las finanzas, la estabilidad y el crecimiento social. Esa habilidad le permite además ver desde un plano más amplio el contexto internacional donde se han comenzado a mover importantes piezas de recambio.

No aceptamos tus informes unilaterales

Un ejemplo puntual del presente análisis es que la administración del presidente Morales no admite el resultado del último informe del departamento de Estado que coloca a Bolivia entre las 22 naciones del mundo que no han contribuido efectivamente en la guerra contra las drogas. Y no lo admite por dos razones fundamentales: la primera tiene que ver con el exitoso programa antinarcóticos que dice ejecutar y en segundo lugar porque las acusaciones no contribuyen a generar el clima favorable que se requiere para restablecer las relaciones diplomáticas en la que ambos gobiernos trabajan en estricta reserva.

El Gobierno del MAS cree que los Estados Unidos actúan con “hipocresía” al no reconocer los logros bolivianos en materia antidrogas. El ministro de Gobierno Hugo Moldiz ha señalado que los “Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales países de producción de droga, de lavado de dólares, de tráfico de armas y de trata de personas”. Lo que se quiere, habla una fuente del Ejecutivo boliviano, es que se reconozcan nuestros esfuerzos. “La interdicción ha fracasado en el mundo entero, fíjese el grave problema que tiene los Estados Unidos al lado de su extensa frontera con México donde los carteles de la droga controlan extensiones territoriales y han generado una descomunal violencia. Lo que Bolivia incorpora en la lucha contra el narcotráfico, sigue la misma fuente, es el diálogo en las zonas productoras de hoja de coca ya que la estrategia basada en la guerra y la intervención ha fracasado rotundamente. Es momento de analizar alternativas”. Y posteriormente enumera los logros: “de 2006 a 2014 se incautaron 10.119 toneladas de coca ilegal, se aprehendió a 35.710 sospechosos de narcotráfico, se incautó  209 toneladas de cocaína, se destruyó 44.842 narcofábricas y 260 laboratorios. Las cifras son superiores a las reportadas entre 1998 y 2005”. 

En el mismo informe se dice que el consumo de drogas en Bolivia se ha coinvertido en materia de “salud pública”. Sin embargo. el ministro de Gobierno aclara: “el consumo en los Estados Unidos es más que un tema de ´salud pública´ debido a que es uno de los mayores en el mundo. 22. 5  millones de niños de 12 años consumen droga”. Las revelaciones invitan a los Estados Unidos a permanecer con la boca cerrada buscando y encontrando consejos y por qué no, copiando el exitoso modelo criollo de lucha contra el narcotráfico. O concertando acciones, estableciendo modelos eficientes en base a la realidad de cada país, complementa la fuente del Ejecutivo boliviano.

Pero las relaciones no solo atañen a la lucha contra las drogas. En otro caso, el ministro de Gobierno mostró pruebas de programas que el Gobierno de los Estados Unidos ejecuta en Bolivia con afanes desestabilizadores. Dice Moldiz que “no puede haber relaciones de respeto mutuo que se basen en la mentira, el engaño y las falacias. Tres institutos estadounidenses, vinculados a los partidos republicano y demócrata, actúan abiertamente en Bolivia a través de terceros con empresas fachadas supuestamente vinculados a formas de subversión”.

La nueva agenda

 

Sin Chávez, sin Cristina y la apertura cubana con EEUU el cuadro de las relaciones bilaterales es otro. Está claro que Evo no es Chávez así como Juan Carlos de Borbón no es Obama. Entre el “porque no te callas” del monarca español y la amenaza de que Venezuela representa un peligro para la seguridad interna de los Estados Unidos, la administración del presidente Morales debe buscar su propio relato articulador alejado del contagioso fanatismo argentino y los extremos que caracterizaron al chavistas. El ecuatoriano Rafael Correa podría haber ejecutado las voces en el mismo coro pero decidió jugar otras cartas; mientras que Brasil se aproxima peligrosamente al último escalón de su propia receta: la corrupción de alta gama que destiñe los emblemas del Partido de los Trabajadores (PT). Una dramática descendente debilita la senda de la revolución latinoamericana. Esquemas políticos y sus personajes comienzan a sufrir sus derrotas personales.

Tarde o temprano todos deberían rendir cuentas. Maduro claro es el hilo más débil en esta viral asimetría.

 

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