Las conversaciones nucleares con Irán destinadas a arribar a un acuerdo fracasaron, pero su plazo fue extendido sin vacilaciones. Lo que hace un año constituyó una crisis significativa llena de amenazas y ansiedad, fue manejada sin dramas ni dificultades. Esta nueva respuesta a otro fracaso para llegar a un acuerdo, constituye un cambio en la relación entre los Estados Unidos e Irán, un cambio que no puede ser entendido sin la consideración previa de los masivos cambios geopolíticos que tuvieron lugar en el Medio Oriente, en busca de redefinir la urgencia de un acuerdo nuclear y que tuvieron lugar en la emergencia del Estado Islámico.
Ideológicamente, hay poca diferencia entre el Estado Islámico y otros movimientos islámicos yijadistas radicales; sin embargo, en términos de presencia geográfica, el Estado Islámico se ha posicionado aparte del resto. Mientras que a Al Qaeda le tomó largo tiempo hacerse del control de una nación-estado de cierta importancia, básicamente permaneció disperso pese a constituir una extendida organización terrorista; no mantuvo permanentemente territorio alguno de importancia y se constituyó en un movimiento y no en un determinado lugar.
El Estado Islámico, como su nombre lo indica, es diferente y se ve asimismo como el núcleo desde dónde debe emerger el estado islámico internacional, habiéndose establecido en Siria y en Irak como una entidad geográfica. Controla una extensión territorial indefinida en dos países y posee algo así como un ejército convencional diseñado para defender y expandir su control. Hasta el momento, cualquier avance o retroceso del Estado Islámico, ha mantenido esa característica. En la medida en la que canaliza una buena porción de su poder en formaciones guerrilleras, retiene un significativo aparato terrorista regional y continúa siendo algo nuevo en la región: un movimiento islámico que actúa como un estado regional.
Lo que no queda claro, sin embargo, es si el Estado Islámico pueda sobrevivir; se encuentra bajo el ataque de la aviación norteamericana y los Estados Unidos están tratando de crear una fuerza coaligada para atacarla y vencerla. El Estado Islámico parece haber llegado a su propio límite en el Kurdistán: el ejército iraquí -malamente derrotado en la primera instancia de la emergencia del Estado Islámico- ha mostrado señales de estar en condiciones para lanzar contraofensivas.
Una nueva amenaza territorial
El Estado Islámico ha creado un creciente torbellino en la región entre los poderes globales, rediseñando su forma de comportarse; su presencia es novedosa e imposible de ignorar debido a su característica de entidad territorial. Las naciones se han visto forzadas a reajustar sus políticas y relaciones entre ellas. Hemos observado esto en el interior de Siria e Irak. Damasco y Bagdad, no son los únicos que requieren tratar con el Estado Islámico; otros poderes regionales como Turquía, Irán y Arabia Saudita, también necesitan recalcular sus posiciones.
Una organización terrorista puede infringir daño y causar agitación y desorden, pero sobrevive manteniéndose dispersa; el Estado Islámico posee un elemento terrorista, pero es también una fuerza concentrada que puede expandir potencialmente su territorio; el grupo se comporta geopolíticamente y en la medida en la que sobreviva, constituye un desafío geopolítico.
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