La Haya y sus consecuencias en lo interno
Si algo cuenta como componente capaz de aglutinar sentimientos, posturas ideológicas, intereses y aspiraciones, es el tema del mar. Los bolivianos, al ser así, tenemos una visión clara respecto a lo sucedido y a la vigente “deuda histórica continental” con Bolivia y su desarrollo, de ahí que todo reclamo, acción y gestión que toque emprender en este campo, merecerá el apoyo ciudadano ante una causa común y unificadora. Recuerdo que en algún momento llegamos a pensar que la existencia de lazos sanguíneos entre un expresidente y su nieto chileno, pudieron abrir el camino de una negociación que responda a nuestras expectativas. No fue así y la tónica diplomática – sólo a nivel consular – mantuvo en todo momento una frialdad que aun con la agenda de los trece puntos, no pudo ser rebasada y pese a que existieron episodios en los cuales Chile habló de acceso soberano.
Bajo el Gobierno de Evo Morales este asunto adquirió ribetes a los que antes no se llegó, lo que obliga a destacar la gestión, habilidad y decisión del presidente de la República de presentar una demanda internacional contra Chile más allá de que la misma vaya, a mediano o largo plazo, alcanzar el éxito que todos deseamos. Se acudió al expediente del derecho internacional público que siempre estuvo ahí, y a las herramientas que te otorga en procura de obtener un fallo que de manera mandatoria ordene a Chile negociar un acceso soberano al Pacífico en los términos de propuestas que en el pasado pudieron haber sido exteriorizadas.
Lo concreto, en todo caso, es que el Gobierno actuó responsablemente, lo que permite avizorar un quiebre en nuestra tradicional postura en foros internacionales y en las relaciones con Chile, las mismas que, a partir de la demanda e independientemente del resultado que arroje, serán diferentes. Ahora bien, la gestión, que no busca -por el pacta sunt servanda- la revisión del Tratado de 1904, tiene connotaciones que van más allá del plano internacional. Y es que lo que acontece en La Haya, amén a las repercusiones de orden jurídico y diplomático, generarán un impacto en lo interno de tipo político y electoral, importante.
Me explico: el Gobierno de manera paralela y no casual, está catapultando para sí lo positivo de lo que se está haciendo con la demanda a Chile. Esta acción ha significado un repunte en la imagen del presidente porque tiene a todos los bolivianos apoyando cada paso que se da, habida cuenta que el objetivo central es acceder al mar con soberanía, así ese logro importe un rédito de dimensiones descomunales que de darse en esta gestión, no le quede duda, haría a Evo presidente una y otra vez. Por tanto, el primer gran ganador de esta cruzada es Evo por el acierto que tuvo en tomar la decisión de hacer algo más que la tradicional gestión diplomática bilateral en su momento, multilateral después.
El otro gran ganador es Carlos Mesa, se retorne o no al mar. Ha sido cuestionado en algunos escenarios por su actuación política, lealtad incluida; respetado en otros por su actuación como periodista y elegido por Evo para ser el vocero de la causa marítima. Mesa, más allá de cómo vaya a terminar el periplo judicial en La Haya, será un firme candidato a la Presidencia y no por el MAS. Ese es su gran objetivo, más allá del natural y básico deseo de lograr un triunfo rutilante en la causa judicial. Y es que el Gobierno está creando y fortaleciendo la imagen de quien será su futuro contendiente y quien tratará de alzarse como la alternativa más viable al actual modelo y a lo que representa (el MAS) en términos electorales y políticos quizá, sin pensarlo.
Esa la gran paradoja, por lo que más allá de ella, lo que anhelo es alzarnos con una victoria resonante en La Haya, porque de ser así, la historia habrá hecho historia. Sobre los ganadores políticos internos, los hechos están a la vista. El tiempo lo dirá.