Cuando Google se despertó como la empresa que nunca quiso ser

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«Google no es una empresa convencional. No tenemos la intención de convertirnos en una». Hace once años Sergey BrinLarry Page pulsaron al futuro la necesidad de ser una empresa viva y dinámica; capaz de revolucionar la sociedad, como se consiguió con su motor de búsqueda (para muchos la idea de internet) y con Android, el sistema operativo móvil más importante del momento. Pese a sus miedos y esfuerzos se ha convertido en lo que nunca llegaron a desear sus fundadores cuando cuadraban números en aquel garaje de Menlo Park.

Y de aquello han pasado diecisiete largos años. Que se dice pronto. La evolución lógica empresarial impera en la economía sobre todas las cosas. Los sueños infantiles y, tal vez, ingenuos e inocentes de la empresa que comenzaba entonces a rodar, se perdieron al crecer exponencialmente como el gigante que es en la actualidad. Los expertos consultados por ABC creen que el cambio de nombre para pasar a denominarse Alphabet responde a la necesidad de dar la impresión que Google es capaz de volver a revolucionar el sector con sus propuestas tecnológicas.

La idea, quizá, es perder de vista el fantasma de Microsoft, empresa que recogió hace dos décadas el testigo de una IBM que, acertadamente, abandonó el mundo del consumo para enfocarse en el entorno laboral. Y, hoy en día, esta empresa americana sigue aportando la mayor colección de patentes anuales. Pero Google, como el dueño de Windows, corre el riesgo de perder el control de la innovación, que ahora lideran otras firmas de la talla de Facebook, dueño de los datos personales de 1.550 millones de almas.

Alphabet es el nombre escogido para la reestructuración. ParaAlejandro Suárez, experto en nuevas tecnologías y autor del libro «Desnudando a Google», es una noticia intrascendente para el consumidor, máxime a que a priori las marcas de los productos y servicios que utiliza de forma casi diaria se mantendrá y no apreciará cambio alguno. «Lo triste es que Google, que es una empresa que su primera etapa de vida era noticia por sacar productos innovadores, ahora comunica cosas absurdas como esta», lamenta.

Hacia la senda de la innovación

Entre las razones que esgrime este experto se encuentra la optimización de recursos, eliminación de burocracia para poner en marcha productos y, en conjunto, recuperar la esencia de una «startup», concepto de empresa incipiente e innovadora. «El principal problema que tiene Google es que era una fábrica de talentos, que ahora se han ido a otras empresas. Por esa fuga de talentos y la estructura empresarial está obligada a valorarlo todo antes de desarrollar proyectos, por lo que se ha perdido ese dinamismo», subraya.

Hubo proyecto, no obstante, que llamaron la atención, como fue el caso de Glass, las gafas de realidad aumentada que generó impacto y gran interés como una tecnología revolucionaria. Tras meses de espectáculo y suposiciones, el proyecto se cerró el pasado año por la falta de garantías de una versión comercial del producto. Ahora, se ha puesto en foco el entorno laboral y empresarial, donde podría tener mayor recorrido. «Google sigue sin presentar una sola propuesta al margen de generar expectativas», señala Suárez, al tiempo que insiste en que el reto es demostrar que están en el candelero y que pueden hacer muchas cosas. «Al final Google está siguiendo una estrategia de presencia en medios que muchas veces no va acompañada a expectativas reales […] Google ha perdido ese halo de innovación y las cosas que transmiten son cosas intrascendentes de corporación,algo de lo que siempre estuvieron en contra».

Espíritu juvenil perdido

«Por supervivencia». Así se expresa Borja Adsuara, consejero de estrategia digital, que en declaraciones a ABC insiste que el objetivo de Google con el cambio de denominación es evitar que le pase lo que le sucedió a Microsoft y dejar de ser esa «empresa simpática» que se dio a conocer. La transformación en Alphabet permitirá organizar a unas siete u ocho filiales que operan de forma independiente. «Será una estructura celular en donde cada una de las células tiene sus propias funciones pero de alguna manera están coordinadas con todas las demás. Por separado tienen una cierta autonomía, pero forman parte de un todo. Así no tienen que pedir permiso para cada cosa», detalla.

«Necesitan inversiones y productos para sacarlos al mercado rápidamente», reconoce. ¿Cambiará algo en el futuro? ¿Podrá Google mantener la curva de innovación para volver a revolucionar la industria? «Van a poder sobrevivir como lo hizo IBM o Microsoft. Lo que no pueden es volver a un garaje, porque no caben. Lo que necesitan es recuperar el espíritu juvenil para sobrevivir y no estancarse, porque quien se estanca en innovación se muere».

En la misma línea apunta Pablo F. Iglesias, analista de nuevas tecnologías, quien considera que el camino de Google bajo la nueva marca es trabajar mejor con sus ingenios. «Cuando empiezas a crecer pierdes esa mentalidad de ‘startup’, de ser flexible, y mantenerla con esos miles de personas que están utilizando tus servicios es difícil. Al trabajar ahora como compañías externas pueden focalizarse en sus porductos, pocos, pero que sean más específicos», relata al diario ABC.

Imagen corporativa reforzada

Desde el punto de vista comunicativo, para otros expertos como Millán Berzosa, experto en transformación digital y director de comunicación de la plataforma Ideas4All, es «muy interesante» porque lo que se transmite es una imagen de Google como parte de un todo y no un Google copando todo. Y, a la vez -describe- hacerlo con una propuesta de producto más fácil de entender reforzando las marcas individuales. «El mensaje de amplitud abre además las puertas a dar más alas a las diferentes áreas, que mirarán de tú a tú a Google en cuanto letra G. Y de Youtube, G de Google, A de Android o C Chrome… todos, al mismo nivel». comenta.