México (y AL) pueden ser peor para las mujeres que Medio Oriente

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Tengo una arruga particularmente marcada entre las cejas que atribuyo al ceño que hacía cuando vivía en México, cuando tenía unos 20 años, tratando de repeler los silbidos y los piropos en la calle.

Hubo un día en el que dejé el cejo fruncido y elegí otra táctica. Una tarde abrasadora de verano entré a una tienda a comprar agua.

Mientras esperaba cruzar la calle, dos hombres en una camioneta empezaron a gritar comentarios sobre mi cuerpo. Traté de ignorarlos pero entonces algo dentro de mi estalló.

Quité la tapa de mi botella de agua y arrojé todo su contenido helado en sus caras. Los comentarios ciertamente cesaron y yo me sentí mucho mejor.

El mundo de los hombres en Medio Oriente

Pocos años después me mudé a Medio Oriente. Al principio parecía ser el polo opuesto a América Latina.

Una región donde hombres y mujeres no siempre interactúan y donde la estereotípica imagen de una mujer cubierta con un velo negro de pies a cabeza no puede estar más alejada de la realidad que las imágenes igualmente estereotípicas de los bikinis en las playas brasileñas y la cultura de las fiestas en ese país.

Pero si miramos más allá de lo obvio, las dos regiones tienen mucho en común en lo que se refiere al papel de una mujer.

Proteger el honor de una mujer es una parte fundamental de la cultura de Medio Oriente y puede ser utilizada como una excusa para evitar que las mujeres tengan iguales derechos que los hombres.

En Arabia Saudita necesitas a un hombre que te lleve en auto a donde deseas ir. Y para viajar necesitas permiso de un guardián masculino.

Una tras otra, las regulaciones limitan la forma como las mujeres pueden vivir libremente.

Machismo en Medio Oriente

A menudo pienso cómo se compara esto con la cultura machista tan prevalente en América Latina: un concepto que pone énfasis en la masculinidad.

Mi profesor de portugués una vez trató de explicarme la diferencia entre sexismo y machismo. “El sexismo es malo” dijo, “pero el machismo no lo es, es una forma de proteger a las mujeres”.

Para ser honesta sigo tratando de encontrar las diferencias positivas.

Ya se trate de honor o del llamado machismo, el resultado final es el mismo. Las mujeres se han convertido en ciudadanas de segunda clase.

Pero como dice la feminista colombiana Catalina Ruiz Navarro, esta puede ser un hueso duro de roer. Los hombres en América Latina a menudo están orgullosos de ser machos y a muchas mujeres les gustan los hombres “protectores”.

“Es una creencia muy latina” dice. “Si él no se pone celoso y no es posesivo entonces no quiere estar contigo y no te ama. A los hombres se les enseña a ser así y las mujeres aprender a querer eso”.

¿Qué es libertad?

Desde que regresé a América Latina, he perdido la cuenta de las veces que me han preguntado cómo fue, como mujer, vivir en Medio Oriente.

“Tuvo que haber sido MUY difícil”, dicen. Para ser honesta, vivir en ciudades como la de México a menudo fue más difícil.

Mientras muchas de mis amigas sonríen sabiendo mi respuesta, otras la rechazan rotundamente.

“Las mujeres aquí son libres”, dice una. “¿Qué tiene de malo que te hagan un cumplido en la calle? Están apreciando nuestra belleza”, dice otra.

Si tu “libertad” en el trayecto a tu trabajo en América Latina se ve limitada por comentarios sexuales amenazantes, y te hacen sentir como un objeto y no como ser humano, ¿es eso una verdadera libertad?.

Recientemente estuve algunos días en la capital de Cuba, La Habana, donde constantemente me silbaban y en lo primero que pienso es la palabra “atrapada”, más que “libre”.

Sexismo y estadísticas

Dondequiera que mires, las estadísticas son deprimentes.

En Egipto la mutilación genital femenina (MGF) ha estado prohibida desde 2008, pero las cifras del gobierno muestran que más de 90% de las mujeres menores de 50 años la han experimentado.

Un estudio de la ONU en 2013 encontró que 99,3% de las mujeres egipcias han experimentado algún tipo de acoso sexual.

Pero si analizamos más profundamente, las estadísticas en América Latina también son bastante desalentadoras.

Un sondeo reciente de YouGov (una empresa internacional de investigación de mercado) para la Fundación Thompson Reuters encontró que los tres sistemas de transporte público más peligrosos para las mujeres en el mundo están en Amércia Latina: Bogotá, Ciudad de México y Lima.

En la Ciudad de México han tratado de reducir el acoso introduciendo vagones sólo para mujeres en el metro, aunque esto sólo ha tenido éxito variado. A menudo veo a hombres entrando a dichas áreas, lo cual es ignorado por las autoridades.

Peligros de ser mujer

América Latina ha dado pasos enormes: tiene líderes mujeres en varios países, incluidos Argentina, Chile y Brasil.

Y países de la región firmaron la Convención de Belem do Para en 1994 la cual las compromete a mejorar los derechos de las mujeres y a introducir varias leyes sobre violencia contra las mujeres.

Pero la legislación es una cosa y la realidad es otra.

En ninguna región las leyes protegen adecuadamente a las mujeres contra la violencia sexual.

En los Emiratos Árabes Unidos ha habido casos de mujeres que han informado de violación y terminaron en prisión acusadas de tener relaciones sexuales extramaritales.

Pero países como Brasil y México son algunos de los más peligrosos para las mujeres.

Según la ONU, una mujer es atacada cada 15 segundos en la ciudad más grande de Brasil, Sao Paulo. Y en México, se calcula que más de 120.000 mujeres son violadas cada año, o sea una cada cuatro minutos.

El mes pasado, una alerta de género fue emitida en 11 municipios en el estado de México entre la creciente evidencia de los peligros que las mujeres enfrentan allí.

Y según el Observatorio de Feminicidio de México, entre 2011 y 2012 se informó de la desaparición de 1.258 niñas y mujeres sólo en el estado de México.

Entre 2011 y 2103, 840 mujeres fueron asesinadas, de estos crímenes, 145 fueron investigados como feminicidios.

Europa aún tiene trabajo qué hacer

Este no es un ensayo que limita el asunto de sexismo a América Latina y Medio Oriente. Al contrario. Es un artículo sobre mi experiencia trabajando tanto en América Latina como en Medio Oriente, los paralelos, las peculiaridades y las paradojas.

Estoy muy consciente de que éste es un asunto global -uno que tiene muchas realidades en distintas sociedades- de ricos y pobres, conservadores y liberales.

De hecho, muchos de mis amigos en Medio Oriente y América Latina miran a Europa como un lugar del que se puede aprender.

Pero no hace mucho tiempo un colega británico de unos 30 años se sorprendió cuando le dije que mi pareja se iba a trasladar de país debido a mi trabajo. “Pero seguramente cuando tengan bebés, ¿tú empezarás a seguirlo?”, respondió.

Tuvo suerte de que yo no tenía una botella de agua para arrojarle en la cara.