Dinamita, Iglesia y el conflicto potosino

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“Quiénes arrojan  dinamita, son ellos (por los potosinos que sitiaron la sede de Gobierno a punto de hacerla intransitable), o son ellos, por las organizaciones afines al Gobierno”. Es la opinión de la gente en las calles. Algún día sabremos quiénes son los de la dinamita. Análisis del conflicto.

 

 

CUANDO HACE POCO MÁS DE 10 años se negociaba el conflicto social por alguna demanda de los trabajadores, las autoridades del Ejecutivo alcanzaban acuerdos lo más rápido posible para evitar que la ola crezca y se llegue a situaciones extremas, por lo general el estado de sitio. El escenario era entonces el diálogo como herramienta de negociación que por lo general culminaba en algún tipo de acuerdo. ¿Cuánto duraba el conflicto? Dependiendo de las demandas, por lo general era el secretariado ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB) la que se ponía al frente y negociaba con las autoridades hasta arrancar la firma de un acuerdo.

Los conflictos sectoriales eran por lo general muy frecuentes y culminaban con el auspicio de negociadores que se dividían entre la dirigencia sindical encabezada por la COB, autoridades del Ejecutivo y un tercer actor considerado por entonces muy valioso e importante. Llegaba a las reuniones de pacificación convocado por las partes en conflicto con un mensaje de paz. Hoy los intereses están cruzados transversalmente porque la COB es parte del Gobierno y los sectores sociales son más que una parte del propio Gobierno.

 

Las cosas han cambiado

El Gobierno del presidente Morales es intangible al conflicto. Habla con los sindicatos en todos los sectores cara a cara sin necesidad de esperar estallidos de violencia como los que hace poco se vivió en La Paz y Potosí. La pregunta crucial en este caso es ¿quién es quién en la protesta y por qué estalló el conflicto? Nadie sabe a ciencia cierta si las organizaciones sociales que defienden al Gobierno se ponen al frente en las manifestaciones o son esas mismas organizaciones las que confrontan con el Gobierno desde una posición dual pero muy efectiva.

Antes, el papel de los mediadores era casi indispensable para alcanzar solucón al conflicto social. La Iglesia Católica se había posesionado de manera  firme a la espera de intervenir como mediador y permitir establecer acuerdos. Era la invitada de lujo y su voz era escuchada. Una de las primeras acciones del Gobierno del presidente Morales fue debilitar su papel mediador porque no la necesitaba.

Cuando el Movimiento al Socialismo (MAS) llegó al poder a través de elecciones en 2005 con una clara victoria por encima del 60% de los votos, Bolivia comenzó a escribir el relato de una nueva historia. Evo Morales lo percibió políticamente con el “proceso de cambio” y encontró en esa frase el secreto de su accionar de lo que sería su futuro en la presidencia.

Evo Morales es noticia en los diarios del mundo no por los conflictos que debe resolver su Gobierno, sino por la capacidad de sumar  en otros ámbitos. Es una tarea que demanda mucha paciencia pero que a la larga ya no requiere ni siquiera una mirada sistémica porque lo ha ido logrando todo. Un ejemplo puntual es su relación con la Iglesia Católica.

El conflicto potosino

En esa confusión se ha perdido la dimensión de la demanda. A diferencia del pasado la solución no requiere actores ajenos porque estos han desaparecido en la medida que el Estado Plurinacional converge en un todo de pequeñas unidades que incorporan nuevas  unidades y como en la física se van componiendo en tejidos. Un claro ejemplo es el temor que se generó en Potosí ante el anunció que organizaciones campesinas afiliadas a la Confederación Sindical Única  de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), -que en su último ampliado juró defender el “proceso de cambio” e impulsar la reelección de Evo a un nuevo periodo presidencial- cercarían Potosí decididas a ponerle fin al conflicto. Esa es la dimensión de la micro física política que es capaz de tejer el Gobierno en casi todos los frentes y que lo vuelve imbatible y poderoso.

En la táctica política de transgresión y convergencia que se cruzan en estrategias unificadas, la presencia del presidente para solucionar las demandas potosinas es lo que menos importa. El escenario para el jefe de Estado es distinto y lleno de desafíos a la hora de medir resultados que encerrarse en cuatro paredes a resolver de sus promesas electorales. Veamos dónde se encontraba el presidente durante los días más cruciales del conflicto. Merece mayor atención la cumbre sobre energía, un corto periplo por ciudades argentinas en lasque su Gobierno suma apoyo a la causa marítima, jugando fútbol y entregando obras. Este variado escenario, no el Potosí del conflicto es en el que se mueve el jefe de Estado con precisión milimétrica porque en ellos descansa la estabilidad de su Gobierno.

 

El gato y el ratón

En cuanto a la oposición y el comportamiento de alguna prensa vale redundar en dos hechos amalgamados y llenos de lo mismo. En ese orden será poco lo que la oposición pueda lograr. En uno de los momentos más duros de las manifestaciones algunos opositores sacaron a relucir el carácter personalista del presidente indicando que se marchó de La Paz el día de su efemérides departamental. Un argumento de indumentaria e inútil. En tanto, los medios se dieron a la tarea de dar micrófono a la protesta desde la calle con testimonios dramáticos y desgastados. “Yo vote por Ud. señor presidente, no lo volvería a hacer”. La cuestión central en esta suerte de argumentación fáctica es que un argumento por más válido que sea se vuelve un tono, un sonido semejante a un grito que transmite una metáfora de beligerancia.

Alguien decía en medio del conflicto que se vivió en La Paz durante el mes de julio que “si caemos en la tentación de criticarle todo al Gobierno, provocamos que un porcentaje importante de la población termine dándole la razón porque ve que todas las profecías que dicen los periodistas y en este caso los dirigentes de Comcipo no se cumplen.

 

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