De una forma discreta, América Latina se ha convertido en la región del mundo con más mujeres en política, sólo por detrás de los países nórdicos. El nombramiento de Susana Malcorra, de 61 años, hasta ahora jefa de Gabinete del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, como nueva ministra de Relaciones Exteriores de Argentina, sigue el ejemplo de sus colegas colombiana y venezolana, María Ángela Holguín y Delcy Rodríguez. Más que una novedad en un territorio antes reservado casi en exclusiva a los hombres, la decisión del futuro presidente argentino, Mauricio Macri, corrobora la paradoja de un continente plagado de enormes desigualdades sociales y de género en el que, por delante de Europa, si se exceptúa a la reina Isabel II, y Estados Unidos, una mujer llegó por primera vez a la presidencia por la fuerza de las circunstancias (Isabel Martínez de Perón, en 1974) y otra, por los votos, la nicaragüense Violeta Chamorro, en 1990.
En los últimos 25 años, seis mujeres llegaron a la jefatura de Estado, tres repitieron mandato (Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Michelle Bachelet en Chile y Dilma Rousseff en Brasil) y llegaron a ser seis en 2014, si se cuentan la primera ministra de Jamaica y la presidenta de Trinidad Tobago, las primeras de la historia. Estos avances de las últimas dos décadas, aupados por los cambios en la legislación electoral y la imposición de cuotas de género, han ido parejos al desarrollo socioeconómico del continente, aunque hay diferencias entre la vida pública y la privada, donde la discriminación es ley. Pero en el ámbito legislativo, las mujeres llevan la delantera: según datos de un informe de ONU-Mujeres de agosto pasado, representan el 25% de los escaños en los parlamentos, mientras la media europea es del 24,4%, si no se cuenta a los nórdicos (un 41%).
Según esos mismos datos, en el mundo hay una parlamentaria por cada cinco hombres, mientras que en América Latina esa proporción se reduce a una por cada cuatro. Cuba, Bolivia y Ecuador, según un informe de la Unión Interparlamentaria (UIP), son las grandes sorpresas en la representación femenina por rebasar incluso la cuota del 40%. Curiosamente, Brasil, gobernado por una mujer, tiene una de las representaciones más bajas.