La deuda sigue subiendo y las RIN bajando: la bonanza se va
La bonanza económica de Bolivia pierde fuerza y se avizoran épocas de ajustes. Varios indicadores se presentan como señales de esta situación, tales como el incremento de la deuda externa, la reducción de las Reservas Internacionales Netas (RIN), el déficit comercial y el descenso de remesas internacionales.
La deuda externa en 2015 subió un 10,5 por ciento con relación a 2014, de 5.736,2 millones de dólares a 6.340,8 millones. El porcentaje sube a 11,8 por ciento si se consideran los datos hasta marzo de este año, en los que la deuda llegó a 6.416 millones de dólares (último informe del Banco Central de Bolivia, BCB).
Esta situación es confirmada por analistas económicos que coinciden en que Bolivia debe asumir medidas urgentes para afrontar la desaceleración económica. “Hay una especie de enfermedad que vive Bolivia y hay que hacer ajustes (…), como disminuir las importaciones que no aportan al sector productivo”, indica el analista económico Pablo Cuba.
En tanto, la especialista en Financiamiento para el Desarrollo de la Fundación Jubileo, Patricia Miranda, explica que los datos de la deuda externa reflejan la “situación sintomática” de la realidad del país.
En un análisis publicado por la Fundación Milenio se advierte sobre las dificultades que la economía nacional atraviesa con el modelo económico vigente basado en el financiamiento de proyectos con una deuda externa creciente.
La estructura de la deuda externa de mediano y largo plazo, al 31 de diciembre de 2015, muestra una alta participación de organismos multilaterales con el 73,4 por ciento. Los acreedores bilaterales tienen una participación porcentual del 10,9 por ciento del total de la deuda. Se destaca la República Popular China, a la que Bolivia debe el 8,4 por ciento de su deuda bilateral. “Está creciendo la deuda externa y peor aún Bolivia empieza a acudir a la deuda bilateral porque antes acudíamos a la deuda multilateral, señala Cuba.
En tanto, Miranda dice que, al proyectarse menores ingresos y mayores egresos, queda una brecha que debe cubrirse con la deuda externa.
RIN
Por otra parte, las RIN continúan cayendo. Si en diciembre de 2014, se tenían 15.123 millones de dólares, la cifra baja a 13.056 millones a fines de 2015, y a 12.337 millones al 15 de abril de este año.
Según Milenio, desde 2012, las reservas registran menor crecimiento llegando incluso a decrecer en 1.607 millones de dólares en 2015. “En un escenario de caída de las exportaciones, si las importaciones no caen o caen menos que las exportaciones, el saldo de la balanza comercial (que en la pasada gestión 2015 registró déficit, luego de 11 años de superávit) se mantendría en terreno negativo”, indica el documento.
Por su parte, Cuba explica que las RIN disminuyen porque no hay inversiones en el país. “Bolivia debe estar recibiendo cerca de 1.000 millones de dólares de inversiones, pero es muy poco para reactivar el aparato productivo. Por eso se hace uno de las reservas monetarias internacionales”, afirma.
Remesas
Otra señal de alerta es la caída de remesas. En 2015, Bolivia recibió 1.178 millones de dólares, frente a los 1.163 millones reportados en 2014. Y si bien es un alza de 1,28 por ciento, es una cifra que aún no alcanza los 1.181 millones, registrados en 2013.
Además, si se comparan los 94,2 millones recibidos en febrero de este año, con similar periodo de 2015, se tiene un descenso de 3,5 por ciento (89,3 millones contra 94,2 del año pasado).
Algo más esperanzador es el envío registrado el primer bimestre, período en que Bolivia recibió 183,4 millones de dólares, monto mayor en 2,6 por ciento respecto a similar periodo de 2015.
En cuanto a países de origen, España sigue en la punta con 44,9 por ciento, Estados Unidos 13,4 por ciento y Argentina 12,1 por ciento.
DATOS DEL PIB
El 4,85 por ciento de crecimiento real (a precios constantes) del PIB en 2015 supone un retorno a casi el mismo nivel de hace 10 años, cuando en 2006 el crecimiento económico cerró con 4,80 por ciento, de acuerdo a datos oficiales procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). Según datos del INE, en los últimos 10 años, el PIB nominal de Bolivia pasó de casi 92 mil millones de bolivianos en 2006 a 228 mil millones en 2015.
ANALISTAS PREVIENEN SOBRE LAS CONDICIONES EN LOS CRÉDITOS ADQUIRIDOS CON OTROS PAÍSES
Sigue creciendo la deuda bilateral y advierten consecuencias negativas
La deuda bilateral en los últimos nueve años creció considerablemente. En 2015 la cifra de este rubro reportada por el Banco Central de Bolivia (BCB) fue de 689,2 millones de dólares frente a los 413,6 millones de la gestión 2006.
Los acreedores bilaterales tienen una participación porcentual del 10,9 por ciento del total de la deuda. En este acápite se destaca la República Popular China con el 8,4 por ciento.
La deuda con este país hasta diciembre de 2015 alcanza los 530 millones de dólares frente a los 38,6 millones que se habían reportado en 2006.
Según la analista de Financiamiento para el Desarrollo de la Fundación Jubileo, Patricia Miranda, la deuda bilateral está condicionada.
“Ponen la condición de que se deben contratar bienes y servicios de empresas del mismo país para el proyecto financiado por ese crédito”, afirma.
La analista advierte que ese tipo de condicionantes da a Bolivia menos opciones para decidir qué empresa ejecutará el proyecto financiado, estrecho margen de costos y calidad de obra.
La mayor parte de los créditos otorgados como deuda bilateral es promovido por los bancos de desarrollo de los países acreedores que tienen la misión de promover la exportación de bienes y servicios, según explica Miranda.
Por su parte, el economista Pablo Cuba indica que la deuda bilateral es un factor negativo. “Estamos endeudándonos con China, una deuda bilateral con las más altas tasas de interés. Hay mayor compromiso del país para pagar a corto plazo y con mayores tasas de interés, eso es un gran problema”, afirmó.
Según la Fundación Milenio, la posibilidad de atraer inversión extranjera parece muy poco factible para el país, por lo que el Gobierno se ve obligado a recurrir a préstamos.
Para Miranda, es importante mantener los niveles de sostenibilidad de la deuda logrados tras las condonaciones.
“La deuda no es mala en sí misma. Depende de las condiciones en las que se las contrate, el destino y la calidad de uso que se le dé”, explica.
La economista advierte que Bolivia no puede acercarse “peligrosamente a los límites de deuda” como parte de su responsabilidad económica.
ANÁLISIS
Alberto Bonadona, economista
El Gobierno busca contrarrestar la crisis con créditos
Yo veo que el fin de la bonanza comienza ya en 2014 con el descenso de los precios de las materias primas, particularmente del petróleo.
Las noticias de que sube la deuda externa y disminuyen las reservas internacionales (RIN) no son nada alentadoras para lo que se viene a largo plazo. El problema es que Bolivia no ha generado la capacidad para suplir la caída de exportaciones de materias primas con otro tipo de exportaciones.
Indudablemente el impacto va a ser grande, pero en lugar de contrarrestar esto con producción, la política del Gobierno parece ser contrarrestar con créditos. Vamos a tener gran cantidad de créditos este año y al otro, y probablemente estemos en una situación muy particular porque el destino de estos créditos no serán proyectos que sean claramente productivos, y que puedan generar aporte económico fortalecido en la comunidad boliviana.
Estos créditos están más destinados a disimular bien el problema profundo de Bolivia, que es la ausencia de un aparato productivo, que pueda responder de forma activa aumentando el desarrollo nacional.
Vamos a sobrevivir en estas condiciones varios años, y para el ciudadano de a pie esto se va a traducir en desempleo. El panorama es complicado para el Gobierno, porque no puede devaluar la moneda. Si lo hace, se generará inflación, se rompería la bolivianización, la gente volvería otra vez al dólar… la alternativas, debería empezar buscando soluciones a corto plazo para incrementar la producción en algunos sectores; hay que pensar en proyectos productivos en la industria; ver la manera de cambiar algunos rubros que aún no se ven con futuro, como el litio; repensar si vale la pena, en este momento, tener una planta de acero en El Mutún, que no genera productos competititivos.
Alternativas se ven pocas. Lo que sí veo es que las consecuencias que se sientan no van a ser tan duras, si no se tuvieran las reservas internacionales y no habría capacidad para obtener los créditos para sobrevivir a lo que se avecina.