Que sí, que no: Líder del Congreso brasileño se desdice y habilita el impeachment

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Maranhão, un político segundón que el jueves pasado se encabalgó a la presidencia del Congreso brasileño para sustituir al depuesto Eduardo Cunha, acusado de corrupción, dio la campanada el lunes, al, amparado en su nuevo cargo, anular las sesiones parlamentarias de mediados de abril en las cuales el Congreso dio inicio alimpeachment y pasó la decisión al Senado, para su aprobación. Maranhão, del Partido Progresista (centro derecha), justificó su impactante medida en un recurso remitido por la Abogacía General del Estado, en el que se señalaban varias irregularidades en el proceso de votación. El paso de Maranhão repercutió como una bomba mediática por todo el país. La misma Dilma Rousseff se enteró por sorpresa en un acto oficial de que había posibilidades de que el juicio político quedase estancado y que volviese al Congreso.

A juicio de muchos, Wladir Maranhão había actuado influido por Flávio Dino, el Gobernador de su Estado, Maranhão, al norte del país. Dino, del Partido Comunista de Brasil, es contrario a la destitución de Rousseff y se reunió con el presidente interino varias veces el fin de semana.

La presión desde todos lados se hizo sentir contra Maranhão. Su partido amenazó con expulsarle, la prensa favorable alimpeachment comenzó a demonizarle y el presidente del Senado ignoró la decisión del presidente del Congreso, calificando su decisión de “tontería antidemocrática”. Por la tarde, el mismo Maranhão, muy nervioso y amedrentado, compareció ante la prensa para justificar su medida.

Horas después, remitía un comunicado minúsculo: “Revoco la decisión por mí instruida el 9 de mayo por medio de la cual anulaba las sesiones parlamentarias de la Cámara de Diputados de los días 15, 16 y 17”.

La prensa brasileña achaca su renuncia al temor de ser expulsado de su partido. De cualquier modo, el comportamiento de Maranhão, sumado al impredecible rumbo de este proceso de impeachment, sometido a bandadas constantes, da cuenta de la fragilidad de la clase política brasileña.