Río 2016: ¿un público de mierda o simple pasión latinoamericana?

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Foto: AFP

 

 

El atleta francés Renaud Lavillenie estalló de rabia antes de dejar el estadio olímpico de Río de Janeiro en la noche del lunes: “Es jodido tener un público de mierda así en los Juegos Olímpicos”, disparó.

El recordista mundial en salto con garrocha acababa de ser derrotado por el brasileño Thiago Braz, quien se elevó 6,03 m y le arrebató el título de campeón olímpico que poseía desde Londres 2012.

Pero lo que pareció molestar más a Lavillenie no fue perder el oro o el récord olímpico de 5,97 m a su nombre, sino los abucheos que recibió de las gradas antes de su salto final, que le restaron concentración.

“Es un ambiente de fútbol que vemos demasiado seguido. Es la primera vez que vemos esto en atletismo. La última vez que lo vimos fue cuando Jesse Owens corrió en 1936″, afirmó Lavillenie a la TV francesa.

Se refería nada menos que al velocista negro estadounidense que en las Olimpiadas de Berlín 1936 enfrentó la adversidad en la Alemania nazi de Adolfo Hitler y ganó cuatro medallas de oro.

El martes, a través de su cuenta de Twitter, Lavillenie se disculpó por esa comparación,admitiendo que era “equivocada” y producto de una “reacción en caliente”.

Pero por la noche volvió a ser abucheado por el público brasileño durante la ceremonia de entrega de medallas, en una actitud calificada de “chocante” por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach.

Bach dijo que el comportamiento de los aficionados cariocas era “inaceptable en unas Olimpíadas”. Y estas críticas se suman a las que han lanzado atletas de otros países y otras disciplinas.

Entonces, ¿están demasiado exaltados los hinchas anfitriones en Río 2016? ¿O lo que muestran es tan solo pasión latinoamericana?

“Falta de educación”

El público brasileño se ha hecho notar desde el inicio mismo de estos Juegos Olímpicos, los primeros de la historia que llegan a Sudamérica y los segundos en América Latina, tras México 1968.

En la ceremonia inaugural el 5 de agosto, abuchearon al presidente interino de Brasil, Michel Temer, quien ha desistido de participar del acto de clausura de para evitar nuevos “buuuu”.

Claro que una cosa es la política y otra el deporte, pero los gritos ensordecedores y muestras de hostilidad desde las tribunas han continuado día tras día.

“No es agradable porque no estamos acostumbrados”, dijo la española Galia Dvorak tras ser abucheada y eliminada frente a una brasileña en la primera jornada de competencias olímpicas.

¿Su disciplina? No es fútbol ni basket, sino… tenis de mesa.

“En China también se grita mucho, pero no contra los rivales de sus tenistas”, comparó. “Animan a sus jugadores, pero no abuchean a los oponentes”, dijo la española.

Los árbitros de ese y otros deportes, como natación o esgrima, han tenido que esforzarse en estos juegos para lograr un silencio mínimo del público, que permitiese a los atletas concentrarse.

El tenista alemán Dustin Brown llegó a ser abucheado tras torcerse el tobillo en una caída enfrentando al local Thomaz Bellucci.

Luego fue aplaudido, mientras lo llevaban al hospital.

Los fans brasileños no sólo han abucheado a rivales de su país, sino a atletas favoritos en algunas disciplinas o a competidores rusos, tras el escándalo de dopaje deportivo en su país.

El domingo, cuando estaba por comenzar la esperada carrera de 100 metros, los gritos de reprobación fueron para el estadounidense Justin Gatlin, dos veces sancionado por dopaje, y las ovaciones para el jamaiquino Usain Bolt, que ganó el oro.

Todo esto, a su vez, ha causado críticas de otros brasileños.

“Es un poco de falta de educación”, dice Juca Kfouri, uno de los más destacados comentaristas deportivos de Brasil, a BBC Mundo.

“Abuchear a un atleta de salto con garrocha antes de una prueba es un exceso”, agrega.

Es un público de fútbol, que no entendió que está en una Olimpiada”, es su valoración.

A los puños

Los hábitos de comportamiento del público suelen variar en cada deporte, pero en estos Juegos los anfitriones parecen ignorar eso y actúan en las tribunas como suelen hacerlo en fútbol, su deporte favorito.

Y parece evidente que varios fans han pasado los límites de lo aceptable para unas Olimpiadas o cualquier competencia deportiva.

Un espectador argentino y otro brasileño llegaron a tomarse a golpes de puño durante un partido de tenis la semana pasada.

El sábado, cuando chocaron Argentina y Brasil en baloncesto masculino, dos hinchas localesmostraron un cartel sobre las islas Malvinas/Falklands con la bandera de Reino Unido en la cara de hinchas argentinos, que respondieron con insultos a viva voz.

También es cierto que los anfitriones en estas Olimpiadas han llegado a abuchear a su propia selección de fútbol masculino y que atletas brasileños se han quejado de ofensas que recibieron de gente de su propio país.

La nadadora brasileña Joanna Maranhão presentó una denuncia policial el viernes por los insultos que recibió tras ser eliminada en 200 metros mariposa.

“No es posible que alguien te desee que te violen o que mueras. No tienen por qué quererme, pero es necesario tener respeto” dijo Maranhão, criticada por ser de izquierda y del noreste brasileño, más pobre que el sur.

Brasil es un país machista, un país racista, un país homofóbico, un país xenófobo. No estoy generalizando pero hay personas así, infelizmente”, afirmó.

No obstante, las agresiones que denunció ocurrieron en internet a través de redes sociales, fuera de los estadios olímpicos.

Y también fiesta

Al mismo tiempo, varios atletas y turistas de otros países han celebrado el ambiente de fervor y festividad que se vive en competencias de Río 2016.

No sé si había oído algo parecido a esto”, dijo el nadador estadounidense Michael Phelps tras ganar la final de 4×100 m libre, una de las cinco medallas de oro que conquistó en Río.

Algunos notan que todo esto es parte del impacto cultural que supone traer las Olimpiadas a una región que nunca las había recibido antes, con los anfitriones mostrándose tal cual son.

“Estaba bastante sorprendido sobre lo expresivos que eran y al principio pensé que estaban siendo antideportivos con los gritos y abucheos”, señala Andy Miah, experto en Juegos Olímpicos de la Universidad de Salford.

“Luego me di cuenta que era su forma de involucrarse en el drama del evento”, agrega.

De hecho, el electrizante juego de básquet entre Argentina y Brasil el sábado fue uno de los mayores espectáculos de tribunas en estas Olimpiadas, con cánticos de aliento, banderas y fervor abundante.

Tras dos alargues y un triunfo argentino que a la postre eliminó a Brasil, todo terminó sin incidentes, para alivio de los organizadores y la policía, que temían lo peor.

Millares de hinchas brasileños, argentinos y de muchos otros países comparten a diario transportes y espacios públicos de Río sin que hasta ahora se hayan visto episodios de violencia como hubo en la reciente Eurocopa 2016 de fútbol, en Francia.

Mauricio Murad, un doctor en Sociología del Deporte y profesor de la Universidad Salgado de Oliveira, en Río, cree que existe “mucha exageración” cuando se habla de los hinchas de estas Olimpiadas.

“Hay de todo: hay momentos en que el público se excede”, dice Murad a BBC Mundo. “Pero no da para generalizar y decir que es un público de mierda, porque en muchas arenas se ha comportado de forma civilizada, aplaudiendo a los vencedores”.

“La pasión es típicamente latinoamericana, y por eso a veces ocurre el exceso”, concluye.“Pero la pasión y la multitud no justifican la falta de educación”.